Camilo José Cela ­«yoga hispana» la rebautizó­, Oliverio Girondo, Albert Einstein, Thomas Edison... todos ellos escribieron acerca de la siesta y sus bondades. Ahora, los resultados de un reciente estudio presentado en el congreso estatal celebrado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), confirman las fundadas sospechas que ya se tenían de que las siestas largas no son saludables, aun cuando se desconociera la razón. Ahora, en cambio, la relación parece estar más clara. El motivo, al menos el principal de ellos, está en el trastorno conocido como síndrome de apnea obstructiva del sueño, muy fre- cuente hoy ­está presente de forma estable en cerca de 2 millones de personas en el Estado español, aunque de modo leve afecta a muchas más­ y que se manifiesta en frecuentes paradas respiratorias mientras se duerme, debido a la caída del velo del paladar y el consiguiente cierre de paso del aire a través de la faringe.

Estas interrupciones, que para que pueda hablarse de apnea u obstrucción respiratoria, deben ser superiores a los diez segundos, llegan a sumar más de seiscientas en una sola noche en determinados individuos. Por otra parte, y como cada episodio obstructivo va seguido de un despertar cerebral brusco, por lo general inconsciente, para que sea posible retomar la respiración y evitar así la asfixia, esa circunstancia da lugar a un sueño fragmentado y a un mal descanso que se traduce en una fuerte somnolencia al día siguiente y en fenómenos, sin duda más graves, como hipertensión arterial y disfunciones cardiovasculares que elevan el riesgo de mortalidad.

La primera conclusión del estudio llevado a cabo en el Hospital San Pedro de Alcántara es que el mayor riesgo cardiovascular se debería a la presencia de apneas de sueño. La segunda es que, dado que esta enfermedad es tratable, dicho riesgo podría ser evitable. Por último, y en estrecha consecuencia con lo anterior, la tercera conclusión es que las personas que dedican un tiempo razonable al descanso nocturno, y aun así duermen habitualmente siesta durante más de media hora, deben consultar a su médico.

Con 8 horas de sueño, vale

«Si una persona duerme entre 7 y 8 horas, al día siguiente debe estar descansada y no volver a tener sueño hasta la noche, y si a mitad del día necesita dormir más de media hora, es que algo anormal pasa», razona el doctor Fernando Masa, coordinador de este reciente estudio, a quien parece no importarle haber devuelto al concepto de siesta la mala prensa que tenía hasta que desde hace algunos años comenzó tímidamente a rehabilitarse.

Y es que la siesta se suele considerar reparadora hasta el punto de aumentar el rendimiento laboral, descargar la ansiedad y desbloquear la mente. Al 22% de la población alemana le gusta dormir en horario laboral, un hábito que la mayoría de especialistas consideran beneficioso para proseguir por la tarde con el trabajo de una manera revitalizadora. Es decir, una siesta no es nunca una pérdida de tiempo (hay libros dedicados a ella, como ‘‘El arte de la siesta’’ y ‘‘La siesta en el trabajo’’) y quién sabe si los empresarios debieran empezar a tenerlo en consideración a fin de relanzar la productividad de sus empleados, sobre todo en horario de tarde.

Los profesionales médicos aconsejan sustituir el café del postre por una pequeña cabezadita. Es una equivocación pensar que el cansancio se puede combatir con otra cosa que no sea dormir, reiteran los especialistas. Y lo mejor de todo es que es un remedio gratuito. Ahora bien, la pregunta que han contestado en este nuevo estudio es la de siempre: ¿Cuánto tiempo es el recomendable?

Los especialistas recomiendan siestas de entre 10 y 20-30 minutos diarios y nunca más de 40. Más de este tiempo no sólo puede ser perjudicial a la larga, sino que al sobrepasar el tiempo de no vigilia nos despertamos con ese habitual malhumor. Esa sensación de modorra y mal genio se produce cuando el descanso se prolonga en exceso porque profundizamos demasiado en el sueño y entramos en la etapa de movimiento rápido de los ojos conocida como sueño REM y ya no nos resulta tan fácil despertar.

Tras este nueva investigación, parece evidente que a partir de ahora sólo las cabezadas después de comer ­quedarse traspuestos durante unos minutos­ permanecerán al margen de la sospecha. El calor aprieta ya, así que cuidado con la siesta. -

GASTEIZ