A la fachongada le pasa como a las ollas a presión, que van acumulando vapor hasta que, cuando se pica la goma, saltan y montan un tiberio de cuidado.A Isabel San Sebastián, en “El Mundo” carmesí de Pedro J. Ramírez, le ha saltado el pitorro de la olla y ya no se corta al describir el régimen español como una «democracia de derribo».
Y es que Isabel cree que dos años después de llegar ZP a la Moncloa «tenemos un pacto entre el partido del Gobierno y los nacionalistas destinado a excluir del mapa a la oposición, más concentración de medios de comunicación en manos de los amigos del Ejecutivo, un océano de dudas en torno a cuestiones tan graves como los atentados del 11-M o la negociación con ETA y un rosario de agresiones o boicots orquestados desde el PSOE contra los dirigentes del PP». Como ven, entre col y col, lechuga. En ese océano de dudas sólo se ahogarán Pedro J. y sus mariachis. Isabel entre ellos, claro.
Y luego, el pelotilleo de los alumnos grises:«Decía el miércoles en estas páginas Luis María Anson, un maestro del periodismo cuya presencia constituye un lujo para todos nosotros, que ‘sobre el mínimo común denominador de todas estas renuncias (las de los actores políticos del momento) se tejió la Transición y se redactó la Constitución del 78’. Cierto». Olvida decir que los que renunciaron eran los que tenían derecho a echar por la borda a todos los fascistas que habían mangoneado durante cuatro décadas.
Y como se trata de maquillar los excesos de sinceridad del señorito, va la Sanse y nos cuenta que «nadie reivindica hoy en la España de las Autonomías un regreso al Estado centralista que existía antes de la Carta Magna, aunque a mucha gente le costó aceptar el modelo que tenemos». Que pregunte en el PP, que votaron en contra. Sin disimulo, además.
Pero lo peor y más apocalíptico está por llegar. Según
la Sanse, en el PSOE de Zapatero «no satisfecho con traicionar el espíritu de la
Transición tanto como el de Ermua, la actual dirección socialista se propone
derribar a fuerza de acoso a la única formación que se le resiste, con
crispación, abucheos y agresiones a Rajoy por parte de cuadros locales del
PSOE». O sea, que a Mariano le afecta mucho que le silben y, lloroso, acude al
regazo de la periodista para que le consuele. ¡A ver si las ciudadanas no vamos
a tener derecho a silbar a los políticos! - msoroa@gara.net