Mabel Cañada
Sumario 18/98
Estoy aquí sentada... esperando a que me llamen para presentarme como testigo de la defensa, viendo pasar un testigo tras otro, viéndolos entrar y salir con sus caras más o menos alegres, más o menos preocupadas... Diez horas en una sala de espera de asientos duros. Demasiadas horas sintiendo, pensando, observando, recordando, sabiendo.Sé que no se puede llevar al banquillo de los acusados a cada gesto que se hace desde esta tierra, por emerger en la estrecha franja que existe entre unos extremos y otros. En Euskadi nacemos, vivimos y crecemos cada día miles de personas. Personas que hablamos en nuestra lengua, que estamos abiertas a que surja lo euskaldun que llevamos dentro, que no lo reprimimos ni lo evitamos ni lo escondemos, que lo dejamos crecer, lo desarrollamos, lo usamos cada día y cada pedacito de día... forma parte de nuestro ser más íntimo, amamos la vida desde ahí, es inevitable, inalterable, ineludible... y hace ya muchos años que asumimos el riesgo de ser nosotros mismos cada día. Vemos cómo desde los poderes políticos o judiciales, policiales o parasociales se emite una serie de mensajes destinados a crear una imagen distorsionada de lo que es la vida en Euskal Herria... que, aun siendo como en todas partes, tiene sus especialidades, como en cocina pero más, mucho mas, porque es una situación que agarra las entrañas y no puedes apartar la mirada. Ves la injusticia en cada esquina, la sufres en tu propia piel cuando te golpean por aprender euskara, temes por tus hijos e hijas porque pueden ser detenidos en cualquier momento y ser acusados de no se sabe cuántas cosas por el mero hecho de vivirse vasco. Sientes la tentación, porque es menos doloroso, de acostumbrarte a que vivir aquí tiene ese precio, «debe ser así, aquí siempre pasa esto». Yo me niego a sentir que esto es lo mejor que se puede vivir en esta tierra mía. Quiero y construyo una vida plena y libre, y lo hago desde todos los poros de mi piel, incluidos los vascos y tengo muchos poros vascos... y asumo el espacio que me corresponde en este planeta y estoy en este espacio hablando desde mi esencia de persona humana. Me construyo en sociedad con todas las personas que están aquí y ahora, sobre este trozo de faz de la tierra llamada Euskal Herria y ocupo mi espacio y actúo y asumo mi responsabilidad y me expreso y gozo y digo lo que pienso y hago lo que siento que puedo hacer para que todas las personas vivamos en paz con justicia y equidad. No puedo contemplar la vida en sociedad desde otro prisma, y cuando me acorralan actúo desde la no violencia activa, desde la desobediencia, desde la resistencia pasiva. Ahora se está juzgando a personas por eso, y además les están presentando como miembros de una banda armada. Muchas de las personas que están ahí dentro sentadas en el banquillo estuvieron conmigo en los inicios y finales de la objeción de conciencia. Después juntos con la insumisión. Hemos realizado acciones no violentas cada vez que hemos sentido la necesidad de decir no frente a injusticias y da igual que sólo nosotros pensemos que son injusticias... no hacemos mal a nadie pues ésa es una de las cualidades de las acciones no violentas, nadie tiene nada que temer de nosotros, asumimos el resultado de nuestros actos, si la injusticia no existe más que en nuestra fantasía no pasa nada, y cuando pasa es porque realmente algo se mueve como a determinados poderes no les gusta. Es una bonita treta la de comenzar a juzgar a cualquier aspecto de la sociedad vasca que decida vivir libremente como vasco. Ya todos somos terroristas, por fin todos somos iguales en algo. Lo que pasa es que es una mentira que se cae por sí misma. Y si nos quieren hacer pasar a toda la sociedad civil, que en algún momento ha dicho o hecho «algo», por terroristas, pues es una jugada política de desprestigio de toda una sociedad que está gestionando su futuro a pesar de la losa que era ETA y a pesar de la atroz represión que desde hace 80 años soportamos. Pero, siempre hay un pero, lo que va a pasar es que vamos a salir más fuertes que nunca, porque ahora estamos más unidos y quizás más determinados a vivir como deseamos y como nos surge desde muy dentro. Y los poderes tienen que dejar de desprestigiar todo lo que hacemos porque acabarán haciendo el ridículo, ya están haciendo el ridículo. Además es imposible pretender que nadie diga ni haga nada fuera de lo estipulado por los gobernantes, eso no sucede ni en los cuentos ni en las películas, las personas por definición somos sujetos activos de nuestras propias vidas y siempre estamos queriendo cambiarlo todo y adaptarlo a nuestras necesidades y ahí interactuamos con la vida y sus prioridades y ahí nos transformamos y nos reeducamos y nos vamos haciendo mas sabias y mas generosas. Pero las personas siempre, siempre actuamos. Desde los gobiernos es imposible parar ese movimiento, de hecho no se puede parar es como querer parar el movimiento de rotación del planeta, moriríamos al instante. A las sociedades les pasa lo mismo, se deterioran, se desvirtúan, se mueren lentamente. De hecho un poco de esto ya está pasando, llevamos demasiados años de democracias fraudulentas por todo nuestro viejo continente europeo, hemos destrozado países enteros para mantener el nuestro en la cúspide del consumo, pero nuestras sociedades están amenazadas por el aburrimiento, la enfermedad, la desidia y el egocentrismo... Y, en estos momentos críticos de la propia supervivencia del planeta tratamos de callar las voces de aquellas personas que hablan de asumir el propio poder, la propia responsabilidad, de salir a la calle y vivir a plena luz del día libre y responsablemente. Hablamos de justicia, de libertad, de honestidad, de franqueza y diálogo, hablamos de construir una nueva sociedad partiendo de otros espacios interiores, inmutables, regidos sólo por la propia vida y su palpitar... esa pulsión de vida que te obliga a levantarte, salir a la calle y asumir que es competencia mía el que mi tierra sea un paraíso y lo voy a construir, aquí y ahora. Y eso es lo que estas personas y muchas mas están y estamos haciendo, construir nuestra sociedad desde parámetros diferentes con el animo y la confianza de que es posible, de que la humanidad se merece otra forma de crecer colectivamente, de que todas las personas y países tienen cabida en este planeta, y hay que ver cómo se articula eso. Estamos intentando pasar de unas estructuras dominantes, exclusivistas y aniquiladoras a otras horizontales, inclusivas, generosas y fecundas... como la vida misma... y si lo hacemos en euskara no pasa nada, es nuestra voz que es así... y esa cadencia tiene sus dones que expandir por este mundo que también es nuestro y no vamos a dejar nuestras responsabilidades en manos de nadie, nos gusta hacerlo, queremos hacerlo, sabemos hacerlo... es riqueza expandiéndose... ¿Cómo se puede juzgar eso? ¿Cómo se puede criminalizar? Señores, no están entendiendo nada de cómo funciona el mundo en este momento, llevan demasiado tiempo solos en sus salas refrigeradas, pero el mundo está caliente, quema, y ustedes tienen en sus salas retenidas a las personas que pueden salir a la calle y dar otras coordenadas desde las que gestionar el movimiento siempre fluctuante de nuestras sociedades. Terminen con este juicio fantasma, la propia Sala ya no tiene interés, dejen a estas personas hacer su trabajo, son imprescindibles cada una en lo suyo, y asumamos que vivir euskaldunamente no es un delito, es un derecho y desobedecer también es un derecho. -
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