HOYLAKE
Tiger Woods se adjudicó su tercer Abierto Británico, el segundo consecutivo, para elevar a once el número de grandes que rebosan en su historial. El golfista estadounidense sigue aumentando su leyenda. Aprovecha cada evento para alimentar un palmarés que se abre hueco entre los más importantes de todos los tiempos y para evidenciar la distancia que le separa del resto. Woods concluyó su periplo por el «British» con 67 golpes en la última jornada, cinco bajo el par. Un total de 27, -18, en la tarjeta global a lo largo de los cuatro días de competición. Un triunfo evidente.
La victoria del estadounidense en el Royal Liverpool le convirtió en el primer jugador que gana dos Abiertos consecutivos desde que Tom Watson lo logró en la temporada 1982-83.
Puede flaquear el campeón, tal y como ocurrió el sábado, pero sus rivales son incapaces de cuestionar su dominio. Es el más regular y el mejor. Así quedó de manifiesto en la sesión de clausura, cuando cuatro perseguidores asomaban a la jornada final a un sólo golpe. Nada cambió el pronóstico inicial. Nadie ensombreció el trayecto del norteamericano, que aventajó en dos golpes a su compatriota Chris DiMarco, convertido inesperadamente en el principal perseguidor a lo largo de la jornada. Firmó 272 golpes en total, -16, después de un día en el que acabó sólo uno por debajo del ganador (68).
El sudafricano Ernie Els se apoderó de la tercera plaza a pesar de firmar 71 golpes el domingo -13. Totalizó 275 golpes, tres más que el segundo y cinco más que Woods, gracias a su buen hacer los dos primeros días.
El estadounidense Jim Furyk, el japonés Hideto Tanihara,
el español Sergio García y el argentino Angel Cabrera echaron por tierra todas
sus opciones en la última jornada. El vasco José María Olazabal mejoró en el
cuarto recorrido para terminar de
forma discreta.