¿Quién no conoce a alguien que tiene, ha tenido en propiedad o ha alquilado en alguna ocasión un apartamento o un bungalow en Torrevieja? Este pueblo levantino es uno de esos desastres urbanísticos y ecológicos crecidos en las últimas décadas en los que en ciertas urbanizaciones puedes encontrarte a gran número de tus vecinos gasteiztarras o eibarreses. Una aglomeración. Un territorio especulativo, un ensueño de jubilados y prejubilados. Ahora resulta que al hilo de esos desastres y crecimientos se alimentaba un pandilla de supuestos torturadores. Policía local, con varios agentes y directores acusados de torturas. Un detalle. Algo que se nos cuenta en los noticiarios sin apenas prestar mayores profundidades. Pero que viene a ser un síntoma más del deterioro que sufren los derechos humanos en cuanto se roza una comisaría, cuartelillo o dependencia policial de la categoría y rango que sea.

Digo yo una vez más que los abusos, los malos tratos, en definitiva las torturas son prácticas que se enseñan en las academias y que se realizan en diferente grado, saña y consentimiento, pero no son la excepción, sino la norma. Y estas prácticas son igualmente de vejatorias y denunciables si se hacen a detenidos por asuntos de violencia política, que a detenidos por violencia social. Y me temo que existen denuncias y actuaciones judiciales como en el caso de Torrevieja, pero que la mayoría de las veces se recurre al tópico, y se dan por buenas en dependencias judiciales declaraciones de inculpación sacadas a hostias y amenazas en las oscuridades. Con la complicidad de unos forenses que mienten y con todo el aparato mirando hacia otro lado. Aquí y en Guantánamo. Y Torrevieja, ese horror urbanístico es la clave. Por razones que algún día descubriremos se ha actuado, pero mientras tanto ha existido encubrimientos múltiples, silencios culposos, inhibiciones dolosas. Además de la experiencia, de las declaraciones de los detenidos, mi convencimiento llega por la televisión y algunas series. La ganadora de los Emmy, “24” que emite Antena 3, es un ejemplo claro y manifiesto del empleo de métodos más que dudosos. Y su nombre es tortura. -