Aupa, Iñaki: ¡Animo! Animo, Iñaki, que te queremos un
huevo. Sé que esta carta le puede causar retortijones a las tripas de ese
mediocre funcionario que interviene y censura tu correspondencia, si es que
conoce el significado del término ética. Me es igual: seguiremos pagando su
jornal; que permanezca él en ese puesto hasta que se percate de la realidad.
El eco de tu huelga de hambre se extiende,
afortunadamente, por las calles: en tu íntima Parte Vieja, tu añorada Donostia,
tu ansiado Arrasate y tu acogedora Baiona, en tu visitada Ondarroa, en tus
Zeanuri, Laudio y Zarautz, en Iruñea y Tolosa, en tu Lizarra (y también en
Garazi, ¡de verdad!), en Errenteria, Hendaia, Elgoibar y Oiartzun, en Santurtzi
y Tutera, en toda Euskal Herria la gente ha optado de nuevo por salir a la
calle. No está dispuesta a que otra gigantesca tropelía le salga de balde al
enemigo. A pesar de que los media de siempre y sus profesionales hagan multitud
de esfuerzos para ocultarla, como viene ocurriendo desde hace muchas décadas.
¡Vale, ya basta!, hemos clamado en Euskal Herria entera
miles de ciudadanos, amigos, conocidos y familiares vuestros, de corazón,
consternados, cabre- ados, furiosos, aunque los ineptos ángeles negros de la
guarda nos salvaguardasen apuntándonos con sus trastos antidisturbios.
Sabemos que con tu huelga de hambre no deseas únicamente
solucionar tu situación personal, sabemos que nunca has aceptado sobornos,
propinas ni privilegios, encubiertos o públicos. Hace mucho que te conocemos y
no has cambiado en absoluto. Por eso nos hemos echado a la calle, preocupados e
irritados. Y volveremos a salir, sin duda. No nos aburriremos. Tenemos la razón
y toda la Historia por delante. Te prometo que vamos a hacer lo posible para que
su tentativa no cuaje.
Escuchándote que pretendes llegar hasta el fin que
se haga justicia, aunque sea la de ellos y que lo que menos te preocupaba
era tu salud, íbamos aprendiendo otra lección, esa que trata de lo que es la
dignidad, de su gran magnitud: no arrodillarse antes esos mediocres Ardanza,
Bush o Múgica Herzog, no lamer el culo a esos Benegas o Atutxa que manejan el
poder, no arrugarse ante esos corruptos cuyo único dios es la pasta, no
reverenciar a esas pinochetistas autoridades barriobajeras que dictan leyes
adecuadas a sus regímenes y luego se las pasan por el perineo, no juntarse ahora
con quienes jamás se habían arrimado a ésos (salvo en el penúltimo momento)...
Eso es integridad. Zorionak, Iñaki!
Aferrado a tu ideología, coherente y consecuente
todoterreno, habiendo renunciado a una vida cómoda y placentera, a formar una
familia, a salir con los amigos, a estudiar tranquilo, a ser famoso, a vivir
como cualquier ciudadano vasco, escogiste vivir firme, honesto, de pie. ¡Difícil
lección, aunque haya sido predicada con el ejemplo!
(A propósito de predicar... a la vuelta de tu visita de
Algeciras oímos en la radio que un obispo en Bilbao nos sugería que pidiésemos
perdón. ¡A cualquiera le hacen obispo, en esta época de crisis vocacionales!)
Has dejado en vergüenza a esos que juegan a la política
de salón y birlibirloque, a quienes gobiernan a cambio de unas perras (¡qué
importa que sean muchas, son perras!) para sí mismos y para su partido-empresa,
a los que soñando con una poltronita no ponen reparos en aliarse con adversarios
y enemigos históricos, a esos frustrados eurodemócratas tibios que jamás dicen
verdad alguna (no sea que se les acabe el chollo, como en España), a todos.
Es la leche, Iñaki, todos esos en consenso, eso
sí han hecho unas leyes para acabar con vosotros y, visto que han resultado
inútiles (¿recuerdas aquellas «comisiones de expertos» del PSOE-PNV que, como
sujeto tributario, también yo mismo financié?) para destruir gente de tu enorme
talla moral, las han violado, las han roto y las han arrojado a ese vertedero
democrático que todo se lo traga.
Por eso se presentarán también en las próximas
elecciones. ¡Viva esta democracia!
Pero los vascos se me ha ido la mano: «los de la
izquierda abertzale» quería decir vamos a seguir en esta guerra sin
cuartel: saldremos de nuevo a la calle, contaremos por ahí lo que pasa en este
estercolero, lucharemos como podamos mientras uno de vosotros, de nosotros, siga
en esas cárceles lejanas o próximas, de rehénes de quién sabe qué.
Tal vez hayamos perdido una guerra más. Pero no la
dignidad: ésta no está en venta, es muchísimo más cara que lo que esos pueden
pagar, aunque no sepan apreciarla. Por eso también sabemos que no todas las
vidas valen lo mismo.
Animo, Iñaki, os vamos a sacar a ti y a todos nuestros
presos.
Un cariñoso, fuerte, largo, emocionado abrazo, hermano.
Hasta pronto, no tardes. -