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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-09-20
Mikel Korta - Imputado en el sumario 18/98, pieza de Xaki
¿Qué nos jugamos?

Muchas veces se utilizan las palabras circo y kafkiana para definir lo que ocurre en la Audiencia Nacional española en torno al macrosumario 18/98. Nada que objetar si entendemos que el circo de la Audiencia Nacional es la continuación del Tribunal de Orden Público franquista (TOP) y que por tanto han sido miles los vascos condenados ahí; poco espacio para la broma deja la labor de un tribunal político cuya finalidad es perseguir y condenar a la disidencia política al margen de cualquier criterio jurídico, de legalidad o justicia. Situación kafkiana, se dice. Pero sólo estaremos de acuerdo si el concepto kafkiano no se interpreta como algo que no tiene sentido, pues este juicio tiene un sentido y unos objetivos absolutamente claros.

Medios de comunicación, movimiento pro-Amnistía, euskara, desobediencia civil, relacio- nes internacionales, movimiento juvenil, institucional, formaciones políticas, nueva institucionalidad... Todo es ETA. Ese es el argumento para perseguir, juzgar y condenar a un amplio espectro organizativo y de actividad sociopolítica en Euskal Herria. ¿Por qué? ¿Dónde está el sentido?

Construcción nacional

Mucho se ha hablado desde la izquierda abertzale en torno a ese concepto y no menos ha costado entender el sentido y potencial de esa dinámica. Sin embargo los estados español y francés pronto lo tuvieron claro: construir Euskal Herria, avanzar hacia la recuperación de la soberanía sin pedir permiso ni a París ni a Madrid; asentar y fortalecer las bases para hacer posible una Euskal Herria libre de mujeres y hombres libres; una Euskal Herria libre y soberana en lo político, lo económico, lo cultural...; hacer posible lo que para la izquierda abertzale es la concreción necesaria de todo ello: una Euskal Herria independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal. También hacer posible cualquier otro estatus que tenga por base la expresión libre de la sociedad vasca.

Y pronto lo entendieron los estados porque su apuesta ha caminado siempre y precisamente en sentido contrario: convertir Euskal Herria en un desierto económico y/o en todo caso dependiente absolutamente de la metrópoli; desculturalizar e integrar en España y Francia la identidad vasca... y por supuesto reprimir todo lo que hiciese frente a esta apuesta. ¿Con qué situación nos encontraríamos tras una hipotética «victoria política» si Euskal Herria fuese inviable económicamente, sin su lengua y cultura...? ¿Qué posibilidades de futuro tendría Euskal Herria si hubiesen desaparecido los pilares que hacen posible que un pueblo sea soberano? ¿Las bases que hacen que un pueblo pueda existir y vivir en condiciones de igualdad y respeto con los pueblos que le rodean? Esa es la apuesta de los estados, hacer inviable un futuro en libertad para nuestro pueblo aunque para ello tenga que pasar por su total desaparición. De hecho ya lo niegan, Euskal Herria es un invento del nacionalismo.

La construcción nacional persigue reconstruir y fortalecer esos pilares y desde esa dinámica recuperar por la vía de los hechos la soberanía que históricamente nos han arrebatado los estados. Y lo podemos hacer porque en Euskal Herria existe una mayoría social, sindical y política que apuesta por la soberanía. Existe una mayoría suficiente para abrir un proceso democrático mediante el que Euskal Herria sea lo que la mayoría social quiera, superando los topes antidemocráticos que los estados no imponen. Y eso provoca el pánico en Madrid y París.

Echemos un vistazo a qué se criminaliza, persigue y encarcela en estos macro/procesos:

Jarrai, Haika, Segi: El nuestro es un proceso de lucha histórico, sustentado en la capacidad de implicación generación tras generación de quienes no renuncian a ser libres. Perseguir a la juventud en un intento de romper esa cadena era el objetivo del proceso que sufrieron.

“Egin”, Egin irratia. “Ardi Beltza”, “Kale Gorria”: Pensamiento único. Acabar con los medios que dan otra información y contribuyen a crear una opinión que molesta es el objetivo de la agresión en este caso.

Movimiento pro-Amnistía: La apuesta de los estados es la represión y ésta necesita eficacia e impunidad. Y cuando ha- blamos de eficacia hablamos de la tortura, represión en la calle, vulneraciones de derechos en las prisiones, control social... No hay eficacia sin vulneración sistemática de derechos individuales y colectivos. Para ello crean un entramado político, jurídico, legal y mediático que posibilite esa eficacia e impunidad. Pero se encuentran con un problema: las miles de personas que hacen de la información, la denuncia, la movilización y la solidaridad frente a la represión el eje de su compromiso político. Acabar con ese movimiento es el objetivo de la agresión.

AEK, “Euskaldunon Egunkaria”...: Euskal Herria no existe, es una parte de España o Francia. Por eso molestan quienes hacen que las pruebas de que los estados mienten, una lengua y cultura propias, se mantengan y sean instrumento útil para la comunicación interpersonal, y no una reliquia de museo para los folletos turísticos franco/españoles.

Joxemi Zumalabe: Si algo caracteriza a nuestro pueblo es su capacidad de autoorganización. Ahí está el secreto para que años de represión salvaje e insostenibles ilegalizaciones no hayan conseguido acabar con la izquierda abertzale y con ese tejido social que cree que otra Euskal Herria es posible. Frenar mediante el miedo esa capacidad de autoorganización, y tratar de inte- grarnos en los manejables canales seudoinstitucionales es el objetivo de esta agresión.

Batasuna: Acabar con una formación política que propugna la superación del actual marco jurídico/político, trata de unir a quienes defienden ese mismo objetivo y además con posibilidades de éxito es el objetivo de la agresión.

Udalbiltza: Primera institución nacional vasca, motor de la construcción nacional, germen de una nueva institucionalidad vasca que contribuya a traer la democracia a Euskal Herria. Acabar con ello llevó a su ilegalización y a los tribunales.

Xaki: Así se ha denominado a personas y organizaciones que veníamos haciendo un trabajo de relaciones internacionales. Nuestra principal tarea era informar de lo que aquí ocurría y porqué. A la fotografía española y francesa que hablaba de terrorismo y violencia oponíamos otra que hablaba de pueblo y lucha por la libertad. Trasladábamos a la comunidad internacional que aquí hay un pueblo, que quiere ser libre en el concierto de las naciones y que reclamamos el reconocimiento y ejercicio del derecho de autodeterminación.

Hablábamos de violencia en su integralidad. Del «terrorismo» apenas había que hablar pues era la única información de la que disponía la mayoría de nuestros interlocutores. Hablábamos de la violencia estructural que supone negar a un pueblo su derecho a vivir en libertad, de la violencia que esos estados vierten contra quienes se niegan a someterse; de tortura, escuadrones de la muerte, cárceles...

Señalábamos que el conflicto era histórico y de naturaleza política. Y lo más importante: que había una solución democrática que podía ponerle fin y buscábamos la implicación internacional en la búsqueda de esa solución a través del diálogo y la negociación.

Chocábamos constantemente con el trabajo de de los estados, que buscaban la implicación internacional en negativo a través de entregas o extradiciones de refugiados, eso que llamaban colaboración internacional y nos la presentaban aquí como apoyo a su apuesta represiva. Nosotros buscábamos una implicación en positivo a favor de una solución democrática basada en el respeto a los derechos individuales y colectivos. Y estábamos dando pasos, se siguen dando, en la implicación de organizaciones políticas, sindicales, sociales, institucionales en ese camino que va a ser fundamental para sacar adelante un proceso de esas características. Frenar esa dinámica es el objetivo de la agresión.

Como se aprecia, son procesos judiciales distintos, causas distintas, organizaciones distintas... pero el objetivo de los estados es claro: hacer imposible una Euskal Herria libre y soberana. Por eso debemos entender que la agresión es contra todo un pueblo y desde esa clave debemos plantear la respuesta. Se trata de conseguir que por fin la democracia llegue a Euskal Herria.

Para finalizar, un fraternal saludo a Jokin y Gorka, compañeros con los que coincidimos en este trabajo internacional y que hicieron posible que hoy este pueblo esté donde está. -


 
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