BRASILIA
La campaña en radio y televisión para las elecciones del domingo en Brasil concluyó ayer con el liderazgo del presidente Luiz Inazio Lula da Silva en todos los sondeos, pero no se descarta la posibilidad de una segunda vuelta electoral.
Pese a lo que se esperaba, el fin de la campaña televisiva no reflejó la virulencia de los últimos días y se centró en mensajes de esperanza, aunque la oposición no olvidó los últimos escándalos en el entorno de Lula.
Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia (PSDB), dijo que quiere ser presidente «para barrer la corrupción» y ofreció «un gobierno con los pies en la tierra, los ojos en el futuro y el corazón en aquellos que más precisan».
Entre sus promesas dirigidas a los más pobres, Alckmin ratificó que «mantendrá y mejorará» los programas sociales de Lula, aunque metió el dedo en la llaga al anunciar «una mejor fiscalización» para evitar «la corrupción».
Lula, por su parte, apeló a la emoción. Apareció radiante junto con su esposa, Marisa Leticia, con las notas del ‘Himno a la Alegría’ de fondo, y deseó que «las elecciones transcurran en mucha paz» y «sean un momento de reflexión». Dijo confiar en que los brasileños elegirán «lo mejor» y afirmó que hace casi cuatro años encontró «un país en crisis, que hoy esta muy diferente». Reiteró que «nunca se combinaron tantos datos positivos juntos», entre los que citó el crecimiento económico con baja inflación y generación de empleos.
Heloísa Helena Lima, tercera discordia con el 10% de intención de voto e importante si se llega a una segunda vuelta, dijo que dio «una buena pelea», que seguirá hasta «liberar» a Brasil.
Las últimas encuestas señala que Lula ganará el domingo con poco más del 50% y unos quince puntos porcentuales más que Alckmin, pero los analistas no excluyen del todo una segunda vuelta.