La categoría moral de algunos queda patente cada vez que abren la boca o toman la pluma entre los dedos. Y de entre todos, los hay más descarados, los que prefieren demostrar su estofa a callar. Ussía se encuentra entre los primeros, sin duda.

Ayer en “La Razón” gemía por la «cadena de cobardes claudicaciones» y proclamaba que «lo del criminal De Juana se sabía que era un cínico y eficaz tratamiento para adelgazar. Diez médicos a su alrededor y alimentación inducida y no rechazada. Pero el Gobierno, una vez más, claudica».

Va más lejos al sentenciar que «con el Gobierno, claudica un sector de Batasuna. Y después claudica el fiscal. Y todo para sacar de la cárcel cuanto antes a un terrorista claudicado. Este verano pedí a De Juana que mantuviera su huelga de hambre cien días. Habría demostrado un coraje final que no tuvo en vida. Y nos hubiera hecho un favor».

Lo que le rasca las tripas al columnista es que «se ha movilizado en su beneficio hasta el obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte Goiricelaya».

Lo pasa mal el Ussía porque «el Fiscal, claro, también conmovido por la huelga de hambre del depredador, quiere reducir su petición de pena de 96 a sólo seis años más de prisión. Lo ha reconocido Batasuna, después de negociar con el Gobierno de Zapatero. En dos años como máximo, De Juana estará en la calle». No dice Ussía que dentro de dos años hará cuatro que De Juana cumplió la condena impuesta por la Audiencia Nacional. No por un juzgado de paz de Itsasondo ­por poner un ejemplo­ Y, llegado a este punto, el de la estofa canija contempla el documento firmado por seis personalidades de reconocido prestigio:«A todas estas, un grupo de gamberros internacionales ­me duele y extraña ver ahí a Mario Soares­, encabezados por el mamarraché Pérez-Esquivel y el entrometido de Cossiga ­de quien Indro Montanelli decía que no se había vuelto loco, sino tonto­, han redactado y firmado un texto en el que «animan a las dos partes involucradas, la vasca y la española» a encontrar el camino de la paz. Yo le diría a los tres, ­¡ay, Mario Soares!­ que las partes no son la vasca y la española, sino la terrorista y el Estado de Derecho. Que la parte vasca es tan española como el resto de España, con la singularidad del nacionalismo cómplice y el terrorismo que asesina (...) Adorable perspectiva. Traiciones y claudicaciones». Y no se preguntan por qué. El odio les bloquea. -

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