MADRID
La sesión de ayer del juicio por el «caso 18/98» se adentró en el concepto y la práctica de la desobediencia civil, con largas series de preguntas de dos de los abogados de la defensa, Carlos Trenor y José María Elosua, sobre definiciones, prácticas, conceptos vertidos en el informe de la Guardia Civil y textos diversos, entre ellos artículos de prensa y documentos de ETA. La organización armada fue el lugar en que se refugiaron los tres agentes que intervinieron cuando no tenían respuesta o se sentían metidos en un rincón de difícil salida. «Yo le digo lo que dice ETA», espetaron en más de una ocasión, aunque en realidad se trataba de su particular interpretación.
En los primeros momentos se hicieron precisiones sobre el nombre de la Fundación Joxemi Zumalabe, que sirve también a los agentes como «indicio» de que sucede a ASK. Como cabía esperar, los únicos datos sobre Joxemi Zumalabe que aportaron los agentes son los de sus archivos: que estuvo en ASK y las esquelas que diversos organismos pusieron tras su muerte.
Entrando en el terreno de la desobediencia civil, el debate se centró primero sobre cómo se define; las discrepancias fueron evidentes. La Guardia Civil ha fijado su propia definición, aunque los agentes no supieron precisar de dónde había salido, y no conocían otras, internacionalmente aceptadas.
En pleno debate, uno de los agentes precisó que «la pericial no es sobre la desobediencia civil sino sobre la que hace ETA y los movimientos que dinamiza», cuyo objetivo es «subvertir el Estado».
Sin embargo, no fueron capaces de citar ni un solo caso de movimientos armados que hayan practicado a la vez una desobediencia civil que, por definición, utiliza métodos no violentos. Tampoco aportaron nombres de líderes de desobediencia civil que propugnen la violencia.
Pero la Guardia Civil también tiene una explicación para eso: ETA cambia su concepto sobre estos movimientos en los años 90 «y a partir de cierto momento lidera y está en vanguardia mundial de las nuevas formas de lucha tras la caída del muro» de Berlín. La organización armada incluso impulsó, dijo uno de los agentes, unas jornadas sobre neoliberalismo.
Diferente intensidad
Los agentes tuvieron que admitir a regañadientes que tanto los movimientos sociales como la desobediencia civil son asuntos de interés para movimientos y partidos políticos, pero, eso sí, «no con el grado de intensidad con que ETA persigue incidir en ellos». Preguntados sobre si sabían que partidos como el PCE, EA, IU o el propio PSOE tratan en sus ponencias la desobediencia civil, la respuesta fue que «la Guardia Civil no investiga partidos democráticos».
Se revisaron muchos documentos aportados al informe. En un momento determinado, uno de los agentes dio a entender que ni siquiera se había leído algunos textos. La presidenta del Tribunal le reconvino y planteó la posibilidad de que el guardia tenga una actitud de «vago».
La última parte de la sesión se centró en los artículos aparecidos en diversos medios de comunicación sobre desobediencia civil especialmente entre los años 1997-99, y en concreto en un Ez-Baika de “Egin”. Ez-Baika era un espacio de debate dentro de la sección de Iritzia.
De los 32 artículos sobre desobediencia civil, la Guardia Civil sólo incorpora 17 a su informe, los que más convienen a sus tesis. De este modo, uno de los agentes dijo que los artículos solían concordar con la ideología del periódico y que «raramente hay ligeras discrepancias».
El abogado les recordó que entre las personas que firmaron artículos estaban el ex lehendakari Carlos Garaikoetxea, Cristina Cuesta (del Colectivo Víctimas del Terrorismo), el europarlamentario del PP Jaime Mayor Oreja, conocidos objetores de conciencia del Estado español...
Para los agentes, «‘Egin’ se aprovecha» de esas participaciones para contribuir a la «socialización» o difusión de la desobediencia civil siguiendo las directrices de ETA.
El guardia que actúa como ideólogo globalizador de lo que dicen sus compañeros apostilló que «todo encajaba, cada estructura tiene que desarrollar y amoldar su trabajo» a circunstancias cambiantes, superar situaciones anteriores que han fracasado.
El letrado le preguntó si eso no era trasladable a cualquier organización política, y tuvo que reconocer que así era. No obstante, como siempre que se llega a estos puntos, los intereses de la izquierda abertzale o de “Egin” son, para estos agentes designados peritos, claramente subversivos.
Los alardes mixtos son también parte de la
estrategia
La obsesión de los guardias civiles por ligar con ETA cualquier reivindicación les lleva en ocasiones a extremos insospechables. Ayer no tuvieron empacho en indicar que las demandas de alardes igualitarios en Irun y Hondarribia podrían responder al impulso de la organización armada. Ofrecieron dos argumentos. El primero, que en las páginas de «Egin» tenían mayor presencia quienes reclamaban la participación de las mujeres en los desfiles. Y el segundo, que ETA, en un número de su revista «Zutabe», propugna la idea de una sociedad no patriarcal. Otra de las campañas que se atribuyen a ETA en los informes policiales es la del impago de recibos de Iberduero, en la época de la central nuclear de Lemoiz. Sin embargo, los agentes reconocieron ayer que no les constaba ese extremo. -
