BILBO
La muestra producida por el propio Museo de Bellas Artes de Bilbo tiene por objeto dar a conocer a uno de los pintores esenciales de la pintura europea de finales del siglo XIX. Un artista que, a pesar de su relevancia, ha permanecido en el olvido «y no ha sido estudiado como se merece», opina Javier Viar, director de la pinacoteca. Se trata, pues, de «situar a Zamacois en la historiografía del arte vasco como una figura de primer orden».La exposición inaugurada ayer lleva por título ‘‘Zamacois, Fortuny, Meissonier’’ y ha sido comisariada por los historiadores Mikel Lertxundi y Javier Novo, pertenecientes a la Comisión Artística y alDepartamento de Exposiciones del Museo de Bellas Artes de Bilbo, respectivamente. Los expertos, que han contado con el apoyo de los biznietos del creador, han llevado a cabo una ardua labor de rastreo e investigación para dar con la obra de Zamacois, ya que se encuentra dispersa. Javier Novo comentó ayer que han hallado piezas firmadas por este autor incluso en Nagasaki.
Finalmente, han reunido 60 trabajos del artista. La selección se completa con diez cuadros de Fortuny y ocho pertenecientes a Meissonier, dos hombres que dejaron huella en la trayectoria de Zamacois.
Meissonier y Fortuny
EduardoZamacois nació en la capital vizcaina en 1841. En 1855 se instaló con su familia en Madrid, donde siguió con sus estudios artísticos en la RealAcademia de Bellas Artes de San Fernando. En 1860 se trasladó a París, donde coincidió con Ernest Meissonier. Zamacois ingresó en su taller y allí se formó en la pintura de estilo precisionista. Bajo su influencia realizó cuadros de pequeño formato, con pincelada precisa y temas ambientados en el sigloXVII holandés y flamenco y en la Ilustración francesa.
El tercer protagonista de esta exposición es Mariano Fortuny.Entre Zamacois y Fortuny se estableció una estrecha relación profesional y personal. La influencia de Fortuny se hace patente en la utilización de la luz y el color, y en la búsqueda del perfeccionamiento en la técnica de la acuarela.Entre las obras incluidas en la muestra destacan ‘‘La educación de un príncipe’’, unánimemente considerada como su obra más importante; ‘‘El favorito del Rey’’, lienzo con el que logró gran éxito entre la crítica y los pintores de la época; y ‘‘El regreso al convento’’, un cuadro que, pocos años después del fallecimiento de su autor, alcanzó un elevado precio.
De Fortuny se pueden admirar piezas como ‘‘Almuerzo en la Alhambra’’, ‘‘Arcabucero’’ y ‘‘Torero’’. Para representar a Meissonier se han colgado ‘‘El fumador de negro’’, ‘‘En Tournebride, bosque de Saint-Germain’’ y ‘‘Un poeta (período Luis XV)’’.
Bufones, toreros, temas eclesiásticos tratados con sentido del humor y ambientes cortesanos de la época del monarca españolCarlos III son algunas de las claves de estos cuadros.
En cuanto al diseño de ‘‘Zamacois, Fortuny, Meissonier’’, los comisarios han optado por una iluminación focalizada y baja, con la intención de recrear los ambientes en que se colocaron estos cuadros, en los salones de las residencias bur- guesas.
La relacion con Goupil y con W.H. Stewart
La exposición creada por el Museo de Bellas Artes de Bilbo incluye un espacio dedicado a la relación que mantuvo Eduardo Zamacois con el coleccionista americano W.H. Stewart. Se hace a través de la correspondencia que mantuvieron y se pueden contemplar algunas de las cartas ilustradas que el bilbaino mandó a su amigo. También se ha recogido la importante labor que realizó el marchante Adolphe Goupil en la difusión de la obra de Zamacois. -
