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Gara > Idatzia > Jendartea 2007-01-16
Carlos BRAVO | Responsable de la Campaña Antinuclear de Greenpeace
«La energía nuclear no es la solución al cambio climático, porque también emite CO2»
Carlos Bravo, responsable de la Campaña Antinuclear de Greenpeace, desmonta los argumentos de la CEOE para apoyar el uso de la energía nuclear y sostiene que muchos de ellos «no son ciertos». Así, constata que se emite CO2 a lo largo de todo el proceso nuclear, desde la propia minería del uranio hasta la construcción de las centrales nucleares, pasando por la fabricación del combustible.

La propuesta de la CEOE para impulsar la energía nuclear ha suscitado también la repulsa de Greenpeace.

­La CEOE pidió recientemente un «gran pacto nacional» para impulsar el uso de la energía nuclear. ¿Cómo ha acogido Greenpeace esta actitud?

Lo que dice la CEOE nos parece desatinado desde cualquier punto de vista. Nosotros no compartimos en absoluto estos planteamientos, no sólo por una cuestión de principios, sino porque muchos datos en los que se basan no son ciertos. En contra de lo que dice la CEOE, la energía nuclear no es la solución al cambio climático, porque sí que emite CO2. No emite la fisión del uranio cuando está dentro de la planta nuclear, pero sí lo hace a lo largo del ciclo nuclear. En el proceso de generación del uranio hay que tener en cuenta la minería de este producto, su enriquecimiento, la fabricación del combustible, la construcción de las centrales nucleares, etc. Hay estudios que demuestran que se emite más C02 por unidad de energía productiva con centrales nucleares que con cualquier otro tipo de energías renovables.

­Entonces, ¿carece de sentido la propuesta de la CEOE?

Es evidente que la energía nuclear no puede ser la solución a la dependencia de los combustibles fósiles, es decir, del petróleo y sus derivados, porque la mayor parte de éstos se gasta en el sector del transporte y en sectores industriales en los que la energía nuclear no sirve. Como sólo produce electricidad, la energía nuclear no puede, ni a corto, ni a medio ni problablemente a largo plazo, ser capaz de cubrir esa dependencia. Independientemente de que suban o no los precios del petróleo, la energía nuclear no puede dar solución a las necesidades del transporte.

­¿Y qué solución tiene?

Los problemas derivados de la dependencia energética del petróleo y sus derivados son mucho mejor resueltos mediante la eficiencia energética y las energías renovables, que son cada vez más rentables. Además, el precio del uranio se ha multiplicado por siete en los últimos años, y por otro lado la propia industria nuclear reconoce que las reservas de uranio comercialmente explotable son muy escasas. Las energías renovables sí suponen una reducción de CO2 de una manera eficientemente económica, mientras que con la energía nuclear sería como matar moscas a cañonazos.

­La propuesta de la CEOE va en contra de los planteamientos del Gobierno español.

En efecto, el Gobierno español propone reducir la energía nuclear de forma gradual, y no se plantea en ningún caso ni aumentar la potencia de las centrales instaladas ni el número de centrales, sino todo lo contrario, cerrarlas de forma progresiva y aplicar criterios de seguridad. Creemos que lo que hace la CEOE es defender las propuestas del lobby nuclear. Pero en una situación como la actual, con un mercado liberalizado, los empresarios no invierten porque construir nuevas centrales nucleares ya no resulta rentable. El lobby nuclear plantea que las centrales nucleares sean tratadas con un régimen distinto, es decir, que las demás fuentes de energía compitan en un mercado liberalizado y a las centrales nucleares se les permita tener un marco regulatorio estable sólo para ellas. Lógicamente, eso no es aceptable, porque sería favorecer un tipo de energía respecto a las demás, mediante subsidios estatales, lo cual está prohibido por la Unión Europea. Eso es inviable e injustificable.

­El Gobierno del PSOE parecía dispuesto a cerrar Garoña en 2009, que es cuando finaliza el plazo de explotación provisional. ¿Es preciso esperar hasta esa fecha?

Si quisiera, el Gobierno podría cerrar Garoña mañana mismo, sin ningún problema, porque un permiso de explotación provisional no es un contrato que haya que cumplir, sino que se puede cancelar por diversas cuestiones. Hay más que suficientes motivos de seguridad como para que la central sea paralizada de forma inmediata. El pasado 11 de diciembre ya denunciamos que tuvo un fallo de pérdida de radiactividad en el combustible, y todavía sigue funcionando sin garantías de seguridad. Zapatero prometió un plan de cierre de las centrales nucleares antes del fin de esta legislatura. Nosotros creemos que el primer paso de ese plan debería ser el cierre inmediato de Garoña, porque esta central no puede seguir funcionando de forma peligrosa.

­Ningún país del mundo ha resuelto el problema de los residuos nucleares. ¿Los planteamientos de la Unión Europea para construir cementerios nucleares darían solución a esta cuestión?

En primer lugar, hay que aclarar que no hay un posicionamiento oficial de Europa a este respecto. Loyola de Palacio planteó en su día la fecha del año 2008 para tener resuelto el problema de los residuos de baja y media actividad, y 2012 para los residuos de alta actividad. Pero esto no fue aprobado, y por lo tanto no hay ni siquiera una recomendación de la UE al respecto. Son borradores que no sabemos si ahora se van a resucitar. En principio, no hay ningún compromiso temporal por parte de los países de la Unión Europea sobre los cementerios nucleares. En lo que respecta al Estado español, el Gobierno pretende en tres años disponer de un almacén temporal centralizado para los residuos nucleares. Pero nosotros creemos que no es urgente, en el sentido de que no hay ninguna situación que obligue a ello, porque se pueden guardar en las propias centrales. Mientras no esté en marcha ese plan de cierre de las plantas nucleares, no es posible tratar de conseguir un consenso social para ver qué se hace con estos residuos.

­El Estado español genera cada año unas 220 toneladas de residuos de alta actividad, cifra que parece importante.

Lo importante no es tanto la cantidad de residuos sino la enorme cantidad de radiactividad que albergan. Una ínfima cantidad de esas 220 toneladas puede producir cáncer a millones y millones de personas si se dispersan en el medio ambiente. Por ejemplo, se estima que en Chernobil sólo salió al exterior un 5% del material radiactivo que había en la central. Ahora mismo, nadie sabe qué hacer con esos residuos radiactivos, y en la mayor parte de los casos lo que se hace es almacenar ese combustible nuclear gastado en unas piscinas de refrigeración que hay en las propias centrales nucleares.

­El Estado francés tiene 59 centrales nucleares. ¿A qué se debe esta cifra tan elevada?

Francia desarrolló su programa nuclear y militar por sí solo, sin ayuda americana, porque después de la Segunda Guerra Mundial EEUU no le ayudó en ese campo. En Francia hay una íntima relación entre la energía nuclear de tipo civil y de tipo militar, al igual que en Gran Bretaña. Si después de la II Guerra Mundial no hubiera tenido esa necesidad, a lo mejor Francia no hubiera construido centrales nucleares. Conociendo esos antecedentes, no resulta tan sorprendente su apuesta por la energía nuclear. -


 
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