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Gara > Idatzia > Jendartea 2007-01-16
La actividad armera pervive en Eibar gracias a sus productos de calidad
La cuenca del Deba, principalmente Eibar, siempre ha sido un referente en la producción armera mundial. Tras cinco siglos de actividad, superada la profunda crisis de los ochenta, las fábricas y talleres eibarreses afrontan el futuro ofertando armas de calidad, muchas de ellas de «capricho», al mercado internacional.

La apertura del Museo de la Industria Armera este jueves a las 12.00, quiere dar, según sus promotores, su merecido reconocimiento tanto a la armería artesanal como a los propios armeros por su aportación al desarrollo económico y social de Eibar. La fabricación de armas en la cuenca del Deba estuvo muy unida en sus inicios a la producción ferrona. Hoy en día este sector es muy reducido en número, aunque su producción comprende armas de caza de lujo, que son muy apreciadas. Las piezas fabricadas anualmente son escasas en comparación a las cientos de miles de otros tiempos, pero su calidad ­en opinión de los expertos­ «es excelente».

Ahí están empresas de acreditado prestigio en la fabricación internacional de armas como Laurona, Escopetas AYA (Aguirre y Aranzabal), AIZ (Armas Ignacio Zubillaga), Armas Grulla, El Reno o Pedro Arrizabalaga, que tienen su sede en Eibar. Los tiempos han cambiado y atrás han quedado las grandes producciones y talleres con cientos de trabajadores, aunque el renombre de las firmas eibarresas en el mercado se mantiene gracias a que los maestros armeros han sabido amoldarse a las características de la demanda.

Juan Ramón Zubillaga, responsable de Armas Ignacio Zubillaga (AIZ), explica que ahora producen menos armas pero «de auténtico lujo, de capricho», en su mayoría para personas de un importante poder adquisitivo. «Este mercado está saturado porque las armas, al ser buenas, duran mucho. Por ejemplo ­cita­ estamos reparando escopetas que tienen 50 años, de los abuelos. Esta situación se repite en otros países europeos con amplia tradición armera, como Bélgica».

A pesar de ello, hoy es el día en que exportan a 80 países distintos. «Quedamos pocas fábricas, pero al ser un referente en este mundo, tenemos trabajo seguro porque hacemos pequeñas producciones. Tenemos pedidos ahora para uno o dos años», comenta Zubillaga.

El precio medio de una escopeta que sale del taller de los Zubillaga, emplazado en Matxaria, se sitúa en los 3.000 euros. Son armas de auténtico lujo, que se venden por encargo, y donde los clientes no escatiman. «Hay gente que quiere un rifle chapado en oro para ir de safari y viene y nos lo encarga aunque tenga su armería repleta. Ese es el perfil de nuestro cliente, gente que colecciona armas como el que opta por comprarse coches de lujo para mostrarlos en su garaje», explica, a la vez que incide en que muchos de éstos son «personas envidiosas y caprichosas que quieren tener una escopeta única, diferente a la del resto de cazadores».

Hace dos años, su padre, Ignacio Zubillaga, tras 48 al frente del negocio, insistía, al igual que hoy lo recuerda su hijo, en que «para despuntar en este oficio la única fórmula que conozco es trabajar a conciencia. De nada valen los libros en torno a la maquinaria o los modos de hacer si uno no es consciente de que lo realmente importante es ser constante a la hora de trabajar y ser cuidadoso con los pequeños detalles».

José Antonio Albizu, hoy jubilado, trabajó 31 años en Aguirre y Aranzabal, y luego otras dos décadas como autónomo grabando escopetas con buril para varias empresas y no le faltó el trabajo, al igual que sucede hoy en las pequeñas firmas. Asegura que la cartera de pedidos sigue siendo «importante», sin duda debido a la calidad, que estima que «es mayor que antes, aunque la cantidad de producción es menor».

Albizu afirma que la villa continúa siendo un referente en la industria armera, «aunque ya no hay empresas como Aguirre y Aranzabal o Víctor Sarasketa con 300 ó 400 trabajadores, ahora disponen de 8 ó 20 empleados pero cuentan con una buena cartera de pedidos». Apostilla que «se sigue haciendo una escopeta económica buena, al margen de la de lujo, que tiene tanto renombre».

A pesar de los cinco siglos transcurridos desde que comenzó esta actividad en Eibar, el sistema de producción de arma artesanal sigue manteniéndose casi intacto de no ser por las fases de mecanización. El resto se sigue elaborando a mano, respetando cada individuo su especialidad: cañonista, culatero, basculero y montador

El damasquinado, sin apoyo

El damasquinado, el arte de incrustar oro sobre acero, ha estado muy unido a la industria armera eibarresa cuando la producción no era destinada a fines militares, como al inicio, para convertirse en una pieza de colección con una rica ornamentación. Así, servía para insertar el nombre del artesano, año de fabricación, dedicatorias y detalles referentes a la identificación del arma. También se empleaba para la decoración propiamente dicha, a base de reproducción de hojas de acanto, rocallas, dragones y cartelas, bien en forma lisa o en relieve, y lo mismo las figuras alusivas a animales relacionados con la caza que se grababan en las escopetas.

«Me siento solo», confiesa Anjel Ledo, un damasquinador que ha optado por cerrar el taller que durante diez años ha mantenido abierto en la calle Eulogio Garate. «El damasquinado está muerto, no hay apoyos», declara este eibarrés que durante cerca de dos décadas ha tratado de unir las nuevas tecnologías con la artesanía tradicional para buscar una salida comercial a sus productos, llegando a crear una página web para venderlos. «No hemos sabido defender algo tan eibarrés como el damasquinado», concluye este artesano de 46 años.

Ledo comenta que armas ha decorado pocas, pues los grabados, en su mayoría, son a buril. En su trayectoria profesional, ahora en suspenso por una enfermedad, ha trabajado con pistolas y básculas de escopetas, aunque se ha dedicado más a artículos como pendientes, gemelos, sortijas, relojes, cuadros o antigüedades.

Este artesano explica que, además de que muchas de las empresas que le suministraban fornituras como llaveros o pins han cerrado, «había muy poco trabajo y los materiales con los que se trabaja, como el oro de 24 kilates o la plata pura, son caros. Por no hablar de las fornituras, que son muy obsoletas, en el caso de las que decoran las armas». Por ello, Anjel Ledo optó por la ornamentación, aunque «al ser productos caros» los jóvenes no pueden acceder.

«No se paga el trabajo que tienen algunas piezas», apostilla el damasquinador más joven que había en la villa, quien apesadumbrado afirma que este oficio «se está muriendo poco a poco porque no hay relevo generacional, y menos con las perspectivas que hay».

No en este ámbito, sino en el armero, José Ramón Zubillaga manifiesta que algunos de los alumnos de la prestigiosa Escuela de Armería encontrarán trabajo en los talleres «pero no como antes». -

EIBAR



El Museo de la industria armera abre el jueves sus puertas
La primera fase del Museo de la Industria Armera se inaugurará el jueves, a las 12.00, en la quinta planta de la Casa de Cultura de Portalea. Eibar contará así con un equipamiento cultural dedicado a la conservación y difusión de la memoria histórica y el patrimonio industrial de un pueblo de gran tradición armera.

La superficie que se abrirá al público en Portalea es de 575 metros cuadrados, de los 1.200 disponibles, en los que se exhibirán, en un área de exposición de 350 metros cuadrados, 200 de las 500 piezas históricas, aproximadamente, que conforman la colección municipal y un recorrido por la historia de la producción, que abarca siete salas.

El material se distribuye en un primer ámbito dedicado a los inicios de la fabricación de armas, la organización productiva en la época gremial, la creación de las Reales Fábricas de Armas de Soraluze y el surgimiento de una nueva forma de producción privada fuera del control gremial.

Un segundo espacio fija su atención en el siglo XIX, un periodo caracterizado por grandes cambios, con la llegada de nuevas tecnologías, los primeros pasos hacia la industrialización y la decadencia del sistema gremial.

En el último apartado se exponen los avisperos y revólveres producidos entre los siglos XIX y XX. «Al verse obligados a fabricar armas comerciales, los armeros eibarreses desarrollaron modelos y patentes de armas extranjeras, adaptando y mejorando muchas de ellas», afirman los responsables de este equipamiento cultural.

En la muestra se expondrán los fondos de los que dispone el Consistorio, conformados por la colección donada por Armeria Eskola, junto a otras que se han adquirido y donaciones de particulares. Además, el Ayuntamiento tiene intención de comprar el fondo de la firma Star; y empresas como Aguirre y Aranzabal, Bereci, Cometa, El Reno, Garbi, Diego Godoy, Grulla Armas, GyC, Laurona, Maguregui, Norica, Parkemy, Pedro Arrizabalaga, Ugartechea y Zubillaga expondrán los artículos que ahora producen.

Muchos años esperando un equipamiento cultural sobre la armería

El Museo de la Industria Armera es un proyecto que, como otros similares, no acababa de cuajar hasta hace un lustro. Ahora, a las puertas de la inauguración de su primera fase, hay quien critica que el lugar elegido ­la quinta planta de la Casa de Cultura de Portalea, donde estuvo la antigua fábrica de escopetas Aguirre y Aranzabal­ es «inadecuado». Hay otros, como Juan Ramón Zubillaga, que resaltan que «ya es hora de que hagan algo. Todo lo que se haga estará bien, a pesar de que se comenzó en 1975».


 
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