Maite Soroa
Ahora, a baquetazos con Garzón
A fuerza de parecer imprevisible, Garzón y sus cosas han terminado por ser previsibles. Tan previsibles como los pitidos que recibe de los que en otras horas le aplaudieron, cubrieron de laureles y hasta le gestionaron la concesión fallida del Premio Nobel de la paz.Ayer, en “El Mundo”, dos de los opinadores egregios de la neofachenda le zurraban de lo lindo. Federico Jiménez Losantos se refería al último manuscrito garzoní y se quejaba:«yo no sé qué es eso de la izquierda abertzale; bueno, sí lo sé: un eufemismo del Gobierno para disimular su infame negociación, su vil coyunda con el terrorismo vasco». Qué fuerte suena, ¿verdad? Y decía más el locolocutor:«Pero si como definición política es una estafa, como definición jurídica es una tomadura de pelo. No menos que la sandez esa, tan peneuvista, de ‘criminalizar’ a los que, mire usted por dónde, perpetran crímenes o los justifican, o los aprovechan. No se puede criminalizar a los criminales terroristas, lo que debe hacer un Estado de Derecho es juzgarlos y a la cárcel. Y eso es a lo que se niega Garzón, no sólo contra lo que ha hecho en el pasado, sino contra lo que la Ley ordena en el presente». O sea, como poco «colaborador» ¿verdad? El radiopredicador ultraderechista concluye su pieza con un latigazo contra el magistar:«ahora viene con que ‘no se puede criminalizar a la izquierda abertzale por el solo hecho de decir que son Batasuna y ETA’. ¿Le parece poco ‘hecho’? Son una misma cosa, ya ilegalizada por el Tribunal Supremo, y el juez que lo niega está fuera de la ley. ¡Fuera!». Ya lo quiere expulsar del paraiso democrático de la piel de toro. Y José Luis Martín Prieto, amigo durante un tiempo,
también se cebó con Superbalti:«¿Qué se hizo de aquel buen juez que atornilló a
la ETA donde más le podía doler, que es en su tinglado financiero, y que tenía
muy claro que la banda se sentaba sobre un gulag de organizaciones de apoyo?
Ahora, dándose a sí mismo otra vuelta completa de tuerca, salva a Otegi, emboscándole en algo tan difuso como la izquierda abertzale». Y para terminar de echar vinagre en la herida, le zurra donde más le duele:«Se le supone buscar la justicia, pero Garzón siempre persigue algo más: desde una buena imagen fotográfica a ese poder político que siempre se le escurre entre las manos en el último momento». Los amigos de ayer... - msoroa@gara.net
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