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Gara > Idatzia > Jendartea 2007-01-30
Las contraindicacionesde la nanomedicina
Una molécula de ADN mide unos 2,5 nanómetros y la hemoglobina responsable del transporte del oxígeno en la sangre unos 5 nanómetros. Qué mejor que la nanomedicina, la medicina en miniatura, para llegar allá donde la tecnología actual no alcanza. Para 2015 la mitad de las formulaciones farmacológicas contendrán nanotecnología. Pero como con los transgénicos, hay quien pide ir más despacio.

Amediados del año pasado se encontraban en etapa de desarrollo preclínico, clínico o comercial 130 fármacos y sistemas de suministro, además de 125 dispositivos o reactivos de diagnóstico, todos ellos con fundamento nanotecnológico. Al tiempo que los pacientes acuden a la consulta médica como siempre, los científicos y gobiernos más ricos trabajan en sus laboratorios en la que será la medicina del futuro, la nanológica. Para el año 2015, la nanotecnología será responsable de la mitad de los productos de línea en el sector médico.

Un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro. A partir de ahí, imagínense nanosensores capaces de circular por nuestro cuerpo para monitorear los niveles de glucosa, colesterol u hormonas; nanoproyectiles que hagan blanco en células cancerosas para su posterior destrucción; nanopartículas ‘inteligentes’ que localizan el punto exacto de la infección en nuestro cuerpo y sueltan la dosis precisa del medicamento... El campo de aplicaciones que se abre ante esta tecnología de lo casi invisible es como de ciencia ficción.

En diciembre pasado se inauguró en el parque tecnológico de Miramon, en la capital donostiarra, el bautizado como CIC Biomagune. Con el apoyo de la Fundación Vasca de Innovación e Investigación Sanitarias, se anunció que uno de los campos en los que investigará serán las posibilidades que ofrece la nanotecnología para actuar con precisión sobre el foco de determinadas enfermedades, como los tumores cancerosos, o para afinar los diagnósticos médicos. Como queda constancia, también hay una apuesta vasca por adentrarse en este terreno que en cuestión de pocos años, se vaticina, multiplicará sus beneficios económicos.

Pero lo mismo que la incipiente nanotecnología en general arrastra consigo un lado inquietante ­medio centenar de grupos civiles, entre ellos Greenpeace, han reclamado ya un organismo internacional que regule su desarrollo­, sus investigaciones en el campo de la salud no iban a ser menos. El Grupo ETC, una de las principales ONG a nivel mundial en la vigilancia de todo lo que tenga que ver con los avances tecnológicos, acaba de publicar su informe ‘‘Medicina nanológica. ¿Cuál es su impacto en las comunidades marginadas?’’, donde arroja luz al debate sobre las consecuencias futuras de esta nueva forma de entender la medicina.

«Aunque la medicina habilitada nanológicamente puede brindar beneficios, se mueve muy aprisa en ausencia de un debate público que aborde sus impactos económicos y sociales de largo alcance», se cuestionan los autores de este estudio. «Algunos productos nanométricos que se intenta usar en el cuerpo humano pueden ser terapéuticos, pero aún hay muchas preguntas sin respuesta en cuanto a los impactos de la nanotecnología en la salud y el ambiente», añade a modo de punto de partida del debate.

Y es que son varias las dudas que surgen a quienes proponen ir más despacio para que no ocurra como con tecnologías como la de los organismos modificados genéticamente. «Requiere atención urgente porque hay cientos de productos que contienen nanomateriales y que están ya en el mercado, y no hay dependencia federal en el mundo que regule los materiales nanoscópicos en sí mismos», advierte ETC en esta misma línea.

Además de esa necesidad regulatoria, se plantean serias dudas sobre si habrá consecuencias para la propia salud que se quiere preservar con esta nueva tecnología. «Lo irónico es que las cualidades que hacen tan atractivos los materiales nanoscópicos para los investigadores y para la industria, podrían resultar las mismas cualidades que pudieran ser dañinas a la salud humana», advierte.

El problema radica en que hoy por hoy se desconoce la potencialidad tóxica de las nanopartículas que conllevan esas nuevas formulaciones médicas y existen aún muchas lagunas sobre si su acción sobre el cuerpo humano puede ir más allá de la estrictamente encomendada para sanarlo.

Pero no es la única cuestión que preocupa a quienes recelan de que la nanomedicina vaya a ser la panacea para los achaques de nuestro cuerpo. Al igual que se planteó en su día, y se plantea todavía en estos momentos, en el debate sobre los transgénicos, la pregunta que subyace aquí es quién se beneficiará realmente de estos avances médicos que se anuncian espectaculares.

De un lado, ETC llama la atención sobre el hecho de que «al igual que con las brecha digital, la brecha en las capacidades marcará más los límites entre Norte y Sur, porque toda nueva tecnología ha producido un nuevo grupo de gente marginada y nuevas desigualdades». Y se pregunta: «Realmente pueden los donantes de la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), que no pudieron proporcionar los mosquiteros necesarios a los países asolados por la malaria o que entregaron un sólo condón por adulto al año para combatir el sida en el sur global, alegar que las grandes inversiones en los nuevos ‘nano remedios’ rendirán frutos en los países pobres?».

Precisamente, uno de los aspectos sobre los que esta ONG llama la atención son las intenciones de las industrias farmacéuticas en este nuevo campo de la medicina. Hasta la fecha, apenas han invertido dinero en investigación nanotecnológica, terreno que están dejando, de momento, en manos de corporaciones públicas y gobiernos, como el caso del Biomagune vasco. Sin embargo, ETC denuncia que la estrategia de muchas farmacéuticas pasa, no por innovar y desarrollar nuevos y caros fármacos nanomédicos, sino por potenciar las cualidades de los ya existentes.

«Los fármacos desarrollados con nanotecnología servirán para asegurar y extender patentes monopólicas sobre nuevas versiones de los compuestos farmacológicos existentes, así como de medicamentos más antiguos y con ciertos rezagos en su desempeño», denuncia. Es decir, que la nanomedicina puede conllevar poco de innovación y mucho de incrementar ganancias y alargar la propiedad intelectual. «Patentes, ganancias y ambición corporativa», resume ETC los intereses nanomédicos.

Y si estos riesgos suscitan dudas, esta ONG mira más allá y plantea al ciudadano qué ocurrirá si en el futuro la nanotecnología ­que controla la manipulación de átomos­ converge con la biotecnología ­que controla la vida manipulando genes­ y, a su vez, con la informática ­que controla datos mediante la manipulación de bits­, y todas ellas convergen con la ciencia cognitiva y neurológica ­que controla la mente manipulando neurones­. Mejor no pensarlo, ¿o sí? -

GASTEIZ


 
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