«No olvidaremos, les perseguirá nuestra memoria»
(Lluis Llach)
El 8 de marzo de 1857, cientos de mujeres de una fábrica textil de Nueva York organizaron una marcha en contra de los bajos salarios y las condiciones inhumanas de trabajo. La Policía dispersó a las manifestantes que, dos años después, creaban su primer sindicato. Existen diferentes versiones sobre si en el mismo mes, en 1911, se produjo la muerte de más de 140 mujeres inmigrantes en el incendio de una fábrica en Boston. Más allá de las discre- pancias a este respecto, lo que sí es historia es que en esas fechas Nueva York fue testigo de la protesta de 15.000 mujeres trabajadoras. Bajo el lema «Pan y Rosas» en el que el pan simbolizaba la seguridad eco- nómica y las rosas la calidad de vida las mujeres extendieron su reivindicación hacia el derecho al voto y el fin del trabajo infantil. Estas movilizaciones consiguieron introducir importantes cambios en la re- gulación laboral.
Desde aquel histórico 8 de marzo, la fecha ha sido un termómetro de la lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos civiles, sociales, laborales y políticos en un mundo hecho a la medida de los hombres. En 1977 las Naciones Unidas adoptaron una resolución proclamando el 8 de marzo el Día Internacional de las Mujeres.
El 3 de marzo de 1976, cuando la calle era de Fraga Iribarne, ministro de la Gobernación, la Policía disolvió en Gasteiz una Asamblea de Trabajadores reuni- da en la Iglesia de San Francisco. Dispararon más de 2.000 balas, asesinaron a cinco trabajadores, hirieron de gravedad a muchos más y gasearon a miles de personas. La única razón, defender y reivindicar sus derechos laborales mediante una huelga. No es casual que fueran hombres los que murieron, eran muchos más aquella noche en San Francisco, las mujeres por entonces salvo en sectores feminizados como el textil, las conserveras o las más afortunadas, como oficinistas no tenían apenas presencia en la industria.
Han pasado 30 años desde aquella fecha pero, a pesar de los intentos, la masacre no ha caído en el olvido. Nos adherimos al objetivo de la Asociación del 3 de Marzo de 1976 de Gasteiz. «Seguimos empeñados en recuperar la verdad, una verdad totalmente tergiversada por los informes oficiales y que los diferentes gobiernos del Estado español no quieren revisar. Recuperar la memoria histórica es un deber y una obligación de cualquier gobierno y de la clase política de un país (Š) En España, por el contrario, se sigue amparando y cobijando a los responsables de acciones de verdadero terrorismo como la del 3 de marzo. Fraga Iribarne y sus acólitos siguen en la más completa impunidad y su partido, el PP, continúa dando crédito a las versiones policiales y con ello justificando lo acontecido en Gasteiz en marzo de 1976 (Š) Seguimos en la lucha exigiendo que unos hechos criminales, cometidos por las fuerzas represivas de un Estado dictatorial, sean enjuiciados e investigados y se castigue a los responsables de aquella brutal y terrible actuación. Simple y llanamente estamos reclamando justicia».
La noche del mismo día de la masacre, Lluis Llach compuso su “Campanadas a Morts” en honor a los obreros asesinados. Este 3 de marzo, 30 años después, también en Gasteiz, Lluis Llach volvió a ponernos la piel de gallina y un nudo en la garganta al cantar con el Orfeón Donostiarra su estremecedor Réquiem.
Como otras fechas convocadas por otros colectivos para reivindicar sus derechos, el 8 de marzo es necesario. Es un día para tomar las calles que son nuestras para manifestarnos, para celebrar actos culturales, para reunirnos en comidas o cenasŠ También suele ser el día en que las instituciones lanzan mensajes a favor de la igualdad entre mujeres y hombres y «aprovechan» para presentar reformas legislativas. Este año, el Gobierno del Estado español ha aprobado el proyecto de Ley de Garantía de la Igualdad entre Hombres y Mujeres, del que ya hablaremos otro día.
Las reivindicaciones que este año realizamos las mujeres en Hego Euskal Herria son diversas, como diverso es el colectivo y nu- merosos los problemas que nos preocupan: La violencia sexista, la desigualdad y discriminación laboral, la explotación de las trabajadoras del hogar y de la limpieza, los derechos de las inmigrantes, el papel de las mujeres como cuidadoras, la conciliación de la vida familiar, laboral y socialŠ
El 3 y el 8 de marzo, siguen vigentes y aquí los reivindicamos para que no caigan en el olvido las víctimas de Gasteiz ni las discriminaciones por razón de sexo. Hoy, como ayer, tenemos mil razones para pelear. -
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