Las diferencias salariales entre hombres y mujeres se mantienen a niveles inaceptablemente altos. Esta es la conclusión principal del informe hecho público en Bruselas a las puertas del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un análisis, el de la Comisión Europea, que merece varias consideraciones. En primer lugar hay que decir que el estudio no aporta datos especialmente novedosos. Y precisamente en esa persistencia en el diagnóstico la que da lugar a la primera reflexión. De ella se deduce que las políticas de igualdad de género que, de una forma u otra, planifican los distintos ejecutivos comunitarios, no tienen un reflejo real y efectivo en el mercado laboral. La progresiva pérdida de incidencia pública en la ordenación del mercado laboral es un factor que no se señala en el informe comunitario, pero que sin duda tiene que ver en el aumento de las injusticias salariales en general, y entre mujeres y hombres en particular.

Resulta, en este sentido, paradigmático el caso de Gran Bretaña. País pionero en la lucha por los derechos de las mujeres, el balance de las políticas de igualdad no puede ser más desalentador. El estudio estima que la fosa salarial en ese país es de tal calibre que se precisarían 80 años para alcanzar la igualdad salarial. El análisis británico incide en que a las mujeres se les sigue orientando desde la escuela y la universidad hacia las profesiones peor remuneradas, y se constata que las dificultades para compatibilizar la vida laboral y la familiar empujan a las mujeres a optar por las reducciones de jornada, presentadas por los gobiernos como una fórmula que contribuye a mejorar el precario equilibrio trabajo-familia, pero interpretada por lo empresarios como un factor negativo que, sumado a los prejuicios y a las inercias del pasado, da como resultado que apenas se cuente con mujeres para puestos de dirección.

Al margen de los factores estructurales, ¿alguien puede dudar de que el thatcherismo económico, exportado por Gran Bretaña a la UE, y que preconiza la privatización de servicios, tenga que ver con la regresión de derechos laborales en un colectivo al que se le asigna una «responsabilidad natural superior» en el cuidado de descendientes y ascendientes? A 30 años de la Ley de Igualdad, los avances, más formales que reales, logrados por las europeas deben dar paso a una conquista efectiva de la igualdad en derechos. -