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Gara > Idatzia > Mundua 2006-03-06
Lidón SORIANO
Hamas y la islamizacion del mundo arabe
¿Cómo ven los recientes cambios en la sociedad palestina quienescada año viajan al país ocupado para expresar su solidaridad alos palestinos? ¿Qué van a hacer ahora que ha ganado Hamasen las urnas, una formación en las antípodas ideológicas delas organizaciones que preparan las brigadas? La autora dejaclaro que hay que seguir apoyando al pueblo palestino.

Es cierto que la llegada de Hamas al poder supone un cambio en el panorama internacional, obligando a los protagonistas a redefinirse, reubicarse, sacando la cuestión palestina de la vía muerta en la que se encontraba y por la que inequívocamente iba hacia al abismo más desolador. Pero no es menos cierto que la victoria de Hamas, siendo resultado de un proceso democrático formal, no es del todo real.

Esto es tan fácil de defender como sencillo es entender que bajo una ocupación militar, en un contexto de hostigamiento social permanente, en unas circunstancias de represión brutal como la que ejerce Israel sobre el pueblo palestino, éste no puede ejercer un voto libre y realmente democrático. Hay demasiadas variables en juego y demasiadas variables fundamentales, no aleatorias y totalmente condicionantes.

Además, no deberíamos olvidar que en las elecciones palestinas sólo se permite el voto a un 10% aproximadamente de la población palestina total, lo que en absoluto es representativo del conjunto de la población. ¿Qué hubiera votado el pueblo palestino de la diáspora?

Desde mi primer viaje a Palestina allá por junio de 2002, he podido percibir sobre el terreno un cambio no precisamente sutil, una transformación social. Es un cambio llamativo, un cambio que afecta, de entrada, a la estética, al entorno, a todo aquello con lo que se topa tu mirada cuando llegas a los territorios ocupados en 1967. Un cambio que percibes con los ojos, que pasa a través de tu retina, que interpretas en el córtex y que sientes en el corazón. Un cambio que no se queda en la superficie, un cambio que se siente en las costumbres, en las actitudes, en la manera de pensar.

Un cambio que de alguna manera ha quedado reflejado en el resultado de todos los procesos electorales (excepto en las presidenciales) desde que comenzaron en diciembre de 2004 las elecciones municipales.

La sociedad palestina está sufriendo un proceso de islamización, está virando hacia un modelo de sociedad confesional, cuando históricamente la sociedad palestina, y el mundo árabe por extensión, han sido eminentemente integradores, participativos, plurales, multiconfesionales y multiétnicos. Este viraje no es casual, es fruto de la mezcla de una serie de variables.

Estrategia sionista

Como primera causa tendríamos las terribles estrategias que el sionismo ha aplicado en toda Palestina desde principios del siglo XX. Como momento culmen de este proceso colonizador tenemos la creación del Estado de Israel en 1948, como Estado étnico, basado en un precepto racista y justificado por un ideario mesiániconacionalista.

La comunidad internacional, especialmente Europa, sintiéndose culpable por el holocausto nazi, no tiene mejor idea que solucionar una injusticia produciendo otra de igual calibre: presentar en 1947 el plan de partición de la Palestina histórica cediendo ante el chantaje emocional sionista.

El sionismo, auspiciado en un primer momento por el derecho público internacional, al que posteriormente irá ignorando y ninguneando, empezará a cumplir año tras año el verdadero objetivo del sionismo: la limpieza étnica del pueblo palestino y la conversión de Israel en guardián de la región y garante del imperialismo en el mundo árabe.

No debemos olvidar que la principal razón de la creación del Estado de Israel responde a la lógica imperialista de colonización y control de los inmensos recursos naturales y energéticos, es decir, económicos y geoestratégicos, de toda la región, como ya defendía Theodor Herlz, padre del sionismo, ante los diferentes gobiernos europeos de la primera mitad del siglo XX.

Desde la creación del Estado de Israel, las estrategias sionistas han ido encaminadas a la expulsión y/o eliminación de la población autóctona palestina. Para ello han recurrido a confiscaciones masivas de terrenos, demoliciones de casas, destrucción de cultivos, construcción de colonias en los territorios ocupados, encarcelamiento de la población como castigo colectivo, restricción y anulación de la libertad de movimiento... Es decir, han llevado a cabo una política de asfixia física, política, económica y social sobre la población palestina.

Traicion de la OLP

Por otro lado, nos encontramos con que la Autoridad Palestina ­creada en 1994­ y el electo Consejo Legislativo Palestino de 1996 con Arafat como presidente, no han hecho desde su creación otra cosa que destinar gran parte del dinero de la cooperación internacional a crear una ingente cantidad de cuerpos de seguridad y unas estructuras administrativas poco funcionales, totalmente burocratizadas y donde la corrupción aumenta a pasos agigantados.

Así mismo, la política palestina de los últimos años se ha caracterizado por una claudicación constante ante todas las peticiones israelo-norteamericanas, siendo la más llamativa e inaceptable la aceptación, como una de sus prioridades, de controlar, cuando no combatir, a la resistencia armada y legítima de su propio pueblo.

Con todo ello la AP ha creado un profundo y creciente malestar en el seno de la sociedad palestina, incluso en el interior de su propio partido: Al Fatah.

Caridad islamica

En el tercer lado del triángulo encontramos una organización fundada a finales de los años 80, sin raíces en la sociedad palestina, cuyos miembros provienen de una entidad caritativa reconocida por Israel en 1978 con el objetivo de debilitar a la OLP, denominada Mujama y liderada por el jeque Ahmed Yassin.

A su vez, los miembros de esta entidad caritativa son herederos de la doctrina de los Hermanos Musulmanes de Egipto, cuyo objetivo al asentarse en Palestina a mediados del siglo XX era, y sigue siendo, el de islamizar a la sociedad palestina transformando su carácter laico y plural. También es cierto que van confiriendo al movimiento un carácter nacionalista que no tenía en su inicio. Esta organización es Hamas, acrónimo de «movimiento de resistencia islámica» y que al mismo tiempo, como vocablo significa «ardor», «entusiasmo».

En los años 90 Hamas recibe el descomunal apoyo financiero de las principales familias petroleras del Golfo, quienes desvían el dinero que hasta entonces destinaban a la OLP a Hamas, como castigo a Arafat tras el viaje a Irak en el que muestra públicamente su apoyo al régimen de Saddam Hussein durante la primera guerra del Golfo ­la de 1991­.

Hamas aprovecha esta ingente cantidad de dinero para aumentar y mejorar sus infraestructuras escolares, sanitarias y caritativas, creando una red paralela a la estatal que casi siempre resulta más eficiente y está mejor gestionada.

Así mismo, a principios de los 90, crean las brigadas de Ezzedeen El Qassam, brazo armado que comete numerosos actos de resistencia y a los que la población en general considera sus «verdaderos defensores».

Por todo ello, Hamas se va convirtiendo en una referencia para la sociedad palestina. Una referencia de la resistencia y una referencia por su capacidad para gestionar asuntos de estado de forma eficiente y transparente.

Si unimos los tres lados del triángulo, el resultado es contundente: victoria de Hamas.

Fuerza reaccionaria

Es cierto que los representantes y miembros de Hamas no son esos monstruos que intentan vendernos los medios occidentales, ni esos «terroristas» desalmados. Son gente común, algunos con alta cualificación profesional, otros trabajadores humildes; gente sencilla y gente poderosa. Pero no es menos cierto que son, en última instancia, una fuerza reaccionaria, un colectivo con un programa social que se traduce en pérdidas de derechos para las mujeres, en recorte de libertades, en segregación por sexos, en un nacionalismo excluyente y no integrador.

Creo que al analizar la situación de un país deberíamos hacer más hincapié en el contexto en el que tiene lugar. A veces enfocamos tanto un problema concreto que olvidamos que tiene lugar en un marco global. Y es precisamente eso lo que me resulta realmente peligroso.

Creo que la situación que se esta viviendo actualmente en Palestina no es puntual ni aislada, ni casual. Es una situación que, en última instancia, es la perseguida por Israel y por el sionismo, la estrategia final del imperialismo: destruir el mundo árabe, históricamente plural e integrador, convirtiéndolo en una zona desmembrada cuyo nexo de unión sea el islamismo y en la que hayan desaparecido todo atisbo de laicismo, progresismo y, por supuesto, socialismo. Puesto que la política económica de los gobiernos islámicos es marcadamente neoliberal.

Una unificación y transformación de una región árabe donde, por ejemplo, antes que iraquí, se será chií o suní, donde antes que palestino o árabe se será musulmán. Unas sociedades uniformizadas por confesiones y, por ende, más fáciles de confrontar.

En este contexto, el objetivo para Palestina del imperialismo, representado en la zona por Israel, no puede ser otro que la conversión del futuro Estado palestino en un Estado confesional, musulmán, con el que poder relacionarse desde otro Estado confesional, el judío. Terminarían así con las aspiraciones de muchas y muchos palestinos musulmanes, cristianos, judíos y ateos de crear un Estado democrático y plural en todo el territorio de la Palestina histórica, donde puedan convivir personas de todo credo y color, conformando una sociedad heterogénea y equiparada en igualdad de derechos. La lógica imperialista no puede tolerar siquiera la existencia de esta idea.

El fundamentalismo judeocristiano del imperialismo actual necesita enfrente al fundamentalismo musulmán, por lo que debe destruir toda forma alternativa de relación social que pueda hacer tambalear sus podridos y nauseabundos cimientos.

No pretendo ser más palestina que los propios palestinos y, por lo tanto, no es mi intención elegir cuál debe ser la forma en que deben vivir. Serán ellos y ellas quienes deban decidirlo. Creo en la libre autodeterminación de los pueblos, en su plena soberanía y en su capacidad para decidir cómo desean vivir.

Pero como internacionalista sí considero que puedo y debo expresar mi apoyo a aquellos y aquellas que luchan, no sólo por un proyecto nacional, sino por un determinado proyecto nacional, un proyecto basado en la igualdad de derechos para todos y todas, un proyecto basado en la justicia social, un proyecto basado en la libertad, un proyecto realmente democrático.

Acusar al sionismo

A pesar de todo, creo firmemente que debemos seguir apoyando la legítima causa palestina y seguir acusando, sin dudas ni miramientos, al sionismo como la fuerza ofensiva causante de tanta injusticia y sufrimiento, que persigue la consolidación del Estado de Israel como principal fuerza hegemónica en la región. Sin olvidar que, para ello, necesita ocultar, destruir o minimizar los referentes de arabidad en la zona por medio de un plan estratégico que homogenice sus sociedades, transformando sus estructuras identitarias socioeconómicas y culturales, acercándolas al patrón del mundo neoliberal globalizado. -

(*) Lidón Soriano es una brigadista vasca que este verano regresará a Palestina


 
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