Javier YANGUAS LEZAUN | Director de I+D del Instituto Gerontológico Ingema de la Fundación Matía
«La terapia no farmacológica favorece una actitud activa ante el Alzheimer»SARRERA
Investigadores adscritos a la guipuzcoana Fundación Matía obtuvieron recientemente el máximo galardón de los Premios Caja Madrid de Investigación Social, al que concurrieron noventa trabajos de carácter internacional. El estudio objeto del premio abordó la eficacia de las terapias no farmacológicas en los enfermos de Alzheimer.
Se trata del “Estudio longitudinal Donostia sobre enfermedad de Alzheimer: eficacia de las terapias no farmacológicas’’, el trabajo premiado el pasado año por Caja Madrid y cuyo galardón ha sido entregado recientemente a la Fundación Matía. Cristina Buiza, Igone Etxeberria, Nerea Galdona, Mari Feli González, Enrique Arriola y Adolfo Lopez de Munain, todos ellos coordinados por Javier Yanguas, son los nombres de los galardonados. Como enfatiza este doctor en Sicología, «este premio sirve para que la gente de aquí valore también lo que se está haciendo en nuestra tierra, que no todo lo bueno se hace fuera, que también aquí hay gente muy válida».Su apuesta ha sido por las terapias no
farmacológicas.
En el Alzheimer se conjugan dos tipos de terapias. Uno es el desarrollo de fármacos; el otro acercamiento, compatible con éste, es el no farmacológico. La enfermedad tiene una manera concreta de desarrollarse en el cerebro, con muchas diferencias interindividuales, aunque en general va afectando a parecidos órganos en una progresión bastante similar. Nuestra propuesta pasa por situar el estadio de la enfermedad, el saber qué órganos están afectados y cuáles no, e intentar rutas alternativas en el cerebro, engañarle de alguna manera para hacer las cosas de otra manera, y, si no, intentar prevenir el siguiente órgano o función del cerebro que va a ser afectado.
¿Y eso cómo se logra?
A través de ejercicios, de papel y bolígrafo, de crucigramas, palabras, etcétera, en los que trabajamos cosas concretas, diferentes tipos de memoria, atención, planificación, lenguaje, cálculo... por decirlo de una manera resumida. Los ejercicios responden al fomento de una función concreta, los diseñamos para entrenar un determinado tipo de memoria.
El trabajo premiado ha supuesto casi 17.000
horas de sesiones grupales y otras 4.000 de evaluación. ¿Qué resultados se han
obtenido? Con este trabajo hemos sido capaces de comprobar que en
la gente con un envejecimiento normal y que no tiene ninguna patología asociada,
podemos, por decirlo de manera que se entienda, llenar el depósito de gasolina
del coche y que éste ande más rato. Hemos logrado mejorar algunas variables que
lo que hacen es distanciar a la persona de la enfermedad. En personas enfermas
de Alzheimer leve o moderada no hemos conseguido que mejoren, pero sí enlentecer
(disminuir) el deterioro en las variables cognitivas; en aquellas variables
comportamentales (agitación, agre- sividad, deambulación...) hemos conseguido
controlar los síntomas. Lo que estamos intentando ahora es enlentecer aún más
eso que hemos conseguido y estamos en ello. Hemos dado pasos adelante, tímidos,
pero estamos en ello.
¿Hablamos de un campo en la lucha contra la
enfermedad aún por investigar? Es un campo novedoso. Pero es que la enfermedad de Alzheimer es como, si dijéramos, novedosa, que ha empezado a tener prevalencia cuando la sociedad ha empezado a envejecer. Antes se decía aquello de que alguien tenía falta de riego, pero seguramente eran demencias a las que no se les prestaba mucha atención. Dentro de esa novedad, lo que proponemos es un acercamiento novedoso, aunque hay gente que lleva ya unos años trabajando en ello.
Sin embargo, ¿prima más la terapia farmacológica que la que ustedes proponen?
Pues sí, claro, principalmente por motivos industriales de las farmacéuticas. También es cierto que el fármaco tiene en teoría más potencia que estas terapias, porque se meten dentro del cuerpo; sin embargo, lo positivo de estas terapias es que la gente tiene que tener una actitud activa ante la enfermedad, algo que el fármaco no te da, porque no da la posibilidad de que tú luches, sino que te hace ser un elemento pasivo. Lo que hay que utilizar son todos los recursos que haya a mano, fármacos o no. Mira, si el agua bendita hace algo, pues también hay que utilizarla, porque hablamos de una enfermedad terrible.
Este trabajo acaba de recibir este importante reconocimiento. ¿Servirá eso para que luego las administraciones sanitarias asuman esas propuestas o es más fácil apostar por los medicamentos al uso?
Poco a poco se abre camino, pero también es cierto que las administraciones sanitarias se enfrentan a un problema de sobra conocido, como es la financiación. Estas terapias son costosas porque necesitas contratar personal que las haga, pero a nuestro favor tenemos que primero debes comprobar la eficacia de lo que dices, y es algo que nosotros con esta investigación hemos logrado. Ahora es cuando las administraciones deben responder, aunque, insisto, a nivel sanitario estamos en un momento difícil. Lo digo porque Euskadi, en 2015, va a ser el segundo país más envejecido del mundo, después de Japón. Eso, a los planificadores sanitarios les debe de dar miedo, porque tenemos unos recursos limitados.
Este tipo de investigación va dirigido a enfermos, autoridades y también a cuidadores.
Lo que hemos planteado es una aproximación bastante integral, en el sentido de que entrenamos lo cognitivo pero también entrenamos a los cuidadores para que la vida diaria ayude a la persona a estar mejor. Normalmente, esas personas que cuidan son mujeres, entre 35 y 55 años, y con propuestas como las que hacemos pretendemos también ayudarles. -
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