La Sala no suspende la vista a pesar de la urgente operación de un procesado
Con un criterio totalmente opuesto al mantenido hasta ahora, el tribunal que decidió que todos los procesados debían acudir a la vista rechazó ayer suspenderla pese a la urgente y delicada intervención a la que deberá ser sometido hoy mismo David Soto. Por contra, atendió al fiscal, quien propuso que «le envíen el DVD» para seguir el juicio.
MADRID
La presidenta de la Sala volvió a hacer gala de su arbitrariedad en la toma de decisiones y de sus malas formas hacia los letrados de la defensa, incluso en situaciones tan graves como la vivida ayer, cuando el abogado Zigor Reizabal informó de que su defendido David Soto iba a ser operado de urgencia esta misma mañana, tras serle diagnosticado una grave enfermedad. Ante ello, Angela Murillo puso en duda las palabras del letrado, preguntándole si tenía algún escrito que confirmara este hecho se lo acababan de comunicar por teléfono y anunciando que hasta la tarde no respondería a su petición de suspender el juicio.A la hora fijada para la sesión vespertina, tras darse lectura al parte médico del hospital Virgen del Camino de Iruñea que ratificaba la gravedad de su enfermedad, los jueces se mantuvieron en la misma postura de la mañana cuando aún no se conocía el dianóstico y se negaron a suspender el juicio por espacio de dos semanas, tal como solicitó la defensa. Por contra, hicieron suya la petición de la Fiscalía, que tanto por la mañana como por la tarde «porque no ha cambiado nada» se opuso a la suspensión. De esta forma, los jueces cambian completamente el criterio mantenido hasta ahora sobre la presencia de los encausados, cuya asistencia ordenaron expresamente hace unos me-ses, sin otro argumento que «el anormal desarrollo del juicio».
En la misma pieza
Reizabal había solicitado por la mañana, a primera hora, que la sesión se suspendiera hasta el día de hoy, ya que Soto debía ser sometido a un reconocimiento médico ayer mismo con carácter de urgencia. Agregó que la revisión era inaplazable, ya que se trataba de confirmar si el joven estaba aquejado de una enfermedad de carácter grave, algo que fue confirmado poco después.En esa primera intervención, el abogado Zigor Reizabal destacó que se trataba de un motivo de fuerza mayor, ajeno a la voluntad de su defendido, y agregó que éste había solicitado expresamente su deseo de estar presente en la sesión, recordando que le asiste ese derecho. Por esta razón, y acogiéndose al artículo 746 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, solicitó la suspensión de la vista oral. Recordó que al estar Soto imputado en la pieza de Ekin, la misma sobre la que se está interrogando estas jornadas, los testi- monios de los procesados que declaran estos días le afectan directamente, y señaló que de no suspenderse el juicio se vulneraría el derecho a la defensa y a un juicio justo. Apuntó, asimismo, que los propios magistrados habían ordenado la presencia de todos los encausados en todas las sesiones del juicio oral, rechazando la petición de separar la vista por piezas, y destacó que en base a ese criterio, además de por los motivos antes argumentados, el juicio debía suspenderse para que Soto pudiera asistir a las sesiones.
Queja y alternativa del fiscal
El fiscal, que al igual que el tribunal conocía la situación de Soto y la posible la gravedad de su dolencia desde el viernes pasado, se posicionó en contra de esta petición, e incluso manifestó que «el proceso está continuamente obstaculizado y plagado de trabas» por los recono- cimientos médicos a los que han debido ser sometidos varios procesados, algunos con enfermedades graves. Señaló, además, que «casualmente estos reconocimientos suelen ocurrir los días de sesión».Enrique Molina negó que de continuar con el juicio se estuviera vulnerando el derecho a la defensa de Soto y, tras recordar que todas las sesiones están siendo grabadas, propuso que como alternativa «se le entreguen los DVDs» del desarrollo del juicio en el tiempo en que estuviera ausente. Reizabal se posicionó radicalmente en contra de esta opción, que «en absoluto respeta el derecho a la contradicción de la prueba» y sería además ineficaz, ya que hasta que Soto no visionara el contenido de los DVDs no podría declarar, volviéndose a parar el juicio. Nada de esto importó a los jueces, que, tras un receso de 40 minutos, hicieron suya la postura fiscal y ordenaron que el juicio siguiera adelante. Reizabal insistió en que no se respetaba el derecho a la defensa, pero Murillo le cortó: «El tribunal mantiene su postura, y punto». Poco después, el abogado comunicó las malas noticias respecto al estado de salud de Soto, pero la magistrada, lejos de mostrar una mínima sensibilidad, sólo pareció contrariada por la petición de suspensión del juicio. Ordenó que Ana Lizarralde siguiera declarando y atrasó hasta después de comer la decisión, entre las quejas de los letrados. Esas mismas quejas se repitieron cuando Murillo comunicó por la tarde que no variaba un ápice su decisión, a pesar de tener sobre la mesa el informe médico. La protesta fue unánime entre la defensa, y Alvaro Reizabal señaló, tras insistir en la incoherencia del tribunal, que «decir ahora que un DVD sustituye a la presencia en la Sala sería como decir que se vayan todos y se les dé un DVD».
La presidenta Angela Murillo vuelve a las formas del inicio
I.B.
MADRID Angela Murillo volvió en la sesión de ayer a cortar la palabra a los letrados de la defensa, especialmente en el caso de Zigor Reizabal, a quien ni siquiera dejó argumentar las razones de su protesta tras la decisión de no suspender la vista oral. «Argumente usted cuando presente el recurso», espetó la magistrada tras retirar la plabra, por enésima vez, a este letrado. Esta actitud, que había caracterizado su forma de dirigir el juicio desde el inicio del mismo y que parecía haberse atemperado un poco en las últimas sesiones, también se trasladó a las declaraciones de los procesados, en este caso Ana Lizarralde y Olatz Egiguren, a quienes intentó impedir que argumentaran sus razones para no responder a las preguntas del fiscal Molina. Así, cuando la primera de las dos encausadas en declarar explicó en euskara que no respondería «a quienes niegan la palabra a Euskal Herria y a la sociedad vasca», Murillo asumió el papel del traductor y le espetó que «dice que no va a responder, ¿no? Pues vale». Tuvo que ser su abogada, Arantza Zulueta, la que replicó que, obviamente, Lizarralde había dicho algo más que eso y que debía permitírsele expresarse, lo que la juez permitió a regañadientes. Ya por la tarde, cuando Egiguren explicó que no atendería a «quienes son parte de la estrategia de guerra contra Euskal Herria», Murillo murmuró que no era «necesario» que dijera eso. Parece ser que en los últimos días alguien ha tenido unas palabras con la juez. El mareo de un traductor sí suspende el juicio
La grave enfermedad de un procesado y su deseo expreso de asistir a la vista no es para el tribunal razón suficiente para suspender el juicio. Este, sin embargo, sí tuvo que ser aplazado hasta hoy cuando en la mitad de la sesión verpertina el traductor anunció que estaba mareado y que no podía seguir con su labor. -
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