Raimundo Fitero
Supervivientes
Las tetas de Marlene contra la calva de José María. No tenía duda Jesús, pedía a realización que nos ofreciera a esa mujer nadando de espaldas, con estilo, y con unos flotadores marcando la estela. Por detrás otra concursante necesitaba ayuda técnica, con submarinistas y un compañero del concurso que es nadador. Así arrancó “Supervivientes”, una oferta de convivencia en situaciones extremas, que se intentó presentar como algo más que un simple juego de famosos y se le dio categoría poniendo en el estudio a una veterinaria, que además había estudiado en la universidad con Jesús Vázquez; un siquiatra, con cara de siquiatra, es decir con esas caras en las que parece dibujarse el recuerdo de todas las patologías, y la de un médico endocrino, que dio apuntes técnicos de cómo en pocas horas los cuerpos empiezan a buscar recursos naturales en las grasas, las reservas de hidratos y cosas por el estilo.
Aunque, ahora mismo, nos podemos llamar supervivientes todos los que conducimos. Los datos de las muertes en las carreteras en puentes y fiestas de guardar siguen siendo alarmantes. Los días de labor también se muere en la carretera, pero no acostumbran a salir las estadísticas de forma tan precisa. Prohibirán usar los automóviles porque matan. Imagínense: además de aquello de «papá no corras», obligatoriamente en el panel del cuenta kilómetros aparecerán mensajes como «conducir, mata», «las autoridades sanitarias advierten de que conducir puede causarle lesiones graves de por vida». Al que conduce y a sus acompañantes. Despedirse de la familia para ir a trabajar, a una visita familiar, a un viaje de ocio, se tiñe de incertidumbre.
Yo, cada vez que llego a un punto de destino, lo celebro. Y si es mi destino último del día, lo celebro como un resucitado, abrazo a todos los seres vivos, caninos, gatunos o humanos que encuentro hasta llegar a mi casa y una vez al amparo de la música de Kevin Johanson, me homenajeo con lo mejor de mi despensa y ando por encima de las olas del verdejo o el cava, bailo y aprovecho la ocasión para agradecer a la industria farmacéutica su deliberada tendencia a proporcionarme alivios coyunturales. Soy un superviviente. -
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