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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-10-06
Marcelino Fraile y Ion Andoni del Amo - EB-Berdeak y Aralar (*)
Por la unidad de la izquierda con fundamento

Tiempos históricos y de esperanza? ¿Tiempos clave? Todos los actores políticos y medios de comunicación se esfuerzan por poner un adjetivo grandilocuente al momento político que nos toca vivir tras el alto el fuego permanente de ETA y la disposición al diálogo del Gobierno de Zapatero. Sin embargo, ninguno de ellos pa- rece estar a la altura de los tiempos que menciona. Se puede pedir paciencia y prudencia a la ciudadanía, a la espera de acuerdos que ofrezcan soluciones reales a nuestras aspiraciones de paz y de libertad para decidir nuestro futuro. Pero no se puede engañar con la mezquindad de defender unos intereses partidistas dentro o fuera de las instituciones del sistema.

Sería una decisión histórica de ETA que asumiera definitivamente que la estrategia armada, hoy, constituye un elemento generador de sufrimiento y un obstáculo para las aspiraciones de autogobierno y libertad de nuestro pueblo, y que se sumase a la lucha por vías exclusivamente políticas.

Sería una decisión histórica o esperanzadora que el Gobierno de Zapatero, en lugar de intentar contentar a la derecha judicial y política, reconociera los déficits democráticos del Estado. Que no jugase con el proceso de paz, con los derechos democráticos y con todos nosotros. Que diese pasos significativos en el respeto a los derechos de los presos. O en el desmantelamiento de las medidas antidemocráticas que se desprenden de la ley de partidos, que impide el ejercicio de las libertades políticas. O en la obsoleta Constitución postfranquista que impide el derecho de autodeterminación a los pueblos.

Sería una decisión histórica o clave que los partidos vascos, en lugar de preocuparse de su futuro electoral, se comprometieran en un gran plan de concienciación y movilización social para exigir eso tan sencillo que desean los ciudadanos y ciudadanas: una paz basada en el respeto a todos los derechos democráticos antes mencionados. Porque ni la paz ni la democracia plena son, ni serán, fruto de la voluntad de acuerdo de dos partidos, sino de una sociedad que se moviliza y los conquista, los arranca.

Sería una decisión histórica o constituyente para la izquierda que tildamos de abertzale, radical o transformadora que, en lugar de ejercer de gestores subalternos en las instituciones de las principales fuerzas que sostienen el sistema, véase PNV o PSOE, tratáramos de disputarle la hegemonía a los valores del neo- liberalismo o social-liberalismo, de la derecha. Que nos planteásemos la recomposición, refundación y unidad de esa izquierda. Sin embargo, hoy en día nos preocupa más el discurso políticamente correcto para nuestro electorado y la ligera corrección de algunas desviaciones del sistema. Más que la organización de la sociedad, de los movimientos sociales, de la militancia política y de la movilización ciudadana para construir ese mundo y esa Euskal Herria mejor que decimos soñar en este capitalismo bélico, injusto, explotador, alienante y depredador al que todos los días nos vemos sometidos.

Podríamos vivir un tiempo clave para el cambio político, si la dirección de la izquierda abertzale saliese de su autismo político, de buscar el puro reforzamiento partidista. Si, como fuerza mayoritaria, se abriera a construir un polo soberanista de izquierda con EB, Aralar, sectores de EA y todos los organismos sociales dispuestos a participar en él para movilizarnos.

Estaríamos iniciando ese camino de la unidad de la izquierda transformadora, si en lugar de realizarse un acuerdo electoral entre Javier Madrazo y Patxi Zabaleta a la desesperada y a espaldas de sus militantes ­con el único objetivo de mantener concejales y junteros­ nos hubiésemos sentado a discutir en nuestras respectivas asambleas y con los demás sectores y ciudadanos/as de izquierda soberanista por dónde pasa la unidad y la recomposición de la izquierda.

Por ejemplo, podríamos discutir con qué objetivos nos movemos. Si con seguir sosteniendo al PNV en el gobierno y apoyando su política neoliberal. O contentándolo con una ley del suelo hecha a medida de los intereses del PSOE y del PNV en lugar de los de la mayoría social, especialmente juvenil, que seguirá sin poder acceder a una vivienda digna por muchos años, a pesar de tener la autotitulada ley más progresista de Europa. O si, por el contrario, nos pusiésemos a discutir de qué manera tenemos que fijar nuestros objetivos para apoyar a los sindicatos y a las organizaciones sociales que han rechazado los presupuestos para 2006 que, oportunistamente, EB ha aprobado y Aralar legitimado con una abstención acrítica, y cuyo gasto social está dos puntos por debajo de la media española, y que condenan a la exclusión a cientos de familias sin recursos.

Por más ejemplo, podríamos ponernos a discutir y acordar un programa común que tuviese en cuenta las reivindicaciones de los más desfavorecidos de esta sociedad desigual e injusta, un cambio profundo en el actual modelo de desarrollo depredador e insostenible. Y también, cómo se conjugan las sensibilidades federalistas e independentistas en un soberanismo democrático y de izquierdas, que permita avanzar de una vez por todas en la construcción social y política de Euskal Herria.

No creemos que se pueda construir ese tiempo nuevo con inercias, aparatos, intereses mezquinos, hábitos y discursos políticamente correctos, que suenan a hipocresía, cuando menos, al contrastarlos con los hechos y con la realidad de las prácticas políticas. Así, por ese camino, la izquierda no cosechará nada más que un nuevo desenlace de frustración e involución social. Frente a ello, y por ello, apelamos a los sectores de las distintas izquierdas existentes, y a la ciudadanía y al pueblo en general, a movilizarse y tomar parte ­siempre ha dado muestras de gran madurez y audacia­ en un camino de asociación, organización y unidad de la izquierda sobre bases nuevas.

Muchos militantes de la izquierda social y política creemos que debemos estar generando y elaborando las nuevas formas de hacer política y de otra sociedad necesarias para el siglo XXI: en torno a la profundización democrática, el pluralismo, la integración social, la igualdad de genero, un modelo de desarrollo ecológico y cultural, la participación ciudadana, la redes asociativas y los contravalores sociales al neoliberalismo que nos imponen. Por este camino queremos transitar hacia la construcción de un bloque de izquierda soberanista. Sin medios apaños, con fundamento. Rompiendo el estancamiento continuo al que nos quieren condenar los que han hecho de la política su medio de vida. -

(*) Marcelino Fraile es miembro de la presidencia de EB-Berdeak y Ion Andoni del Amo de la ejecutiva de Aralar


 
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