GASTEIZ
Los viticultores de la Denominación de Origen Calificada (DOC)Rioja, que han orientado su política productiva hacia la calidad, ven con preocupación los cambios de normativas que llegan desde Europa y desde el Estado español y que creen que les pueden perjudicar.Englobando todas estas modificaciones se encuentra la reforma de la Organización Común del Mercado (OMC)del Vino, que se debate actualmente en la Unión Europea.
Eduardo Pérez de Azpillaga, vocal de UAGA en el Consejo Regulador de la DOCRioja, indica que el sindicato agrario está llevando a cabo un trabajo de debate sobre esta reforma de la OMC, que prevé subvencionar el arranque de 400.000 hectáreas de viñedo y una posterior liberalización del cultivo.
A la espera del informa definitivo de la Comisión Europea, asegura que los agricultores «no estamos quietos» y quieren aprovechar la oposición de los principales estados productores para modificar el documento inicial y «que beneficie a todo el sector, y bodegas y agricultores podamos seguir viviendo de la viticultura».
De momento, la Comisión de Desarrollo Sostenible, Agricultura y Desarrollo Rural del Comité de las Regiones (CdR) de la UE ha aprobado un informe e el que se opone a que la reforma se base en arrancar viñas porque «olvida propuestas más constructivas como el conseguir nuevos mercados o competir con los caldos del nuevo mundo» en base a la calidad.
Imitación de crianzas
Pero las noticias preocupantes se suceden desde
Bruselas. El pasado 11 de octubre, la Comisión Europea aprobó el reglamento por
el que autoriza la utilización de trozos de madera, como las virutas o serrín,
en la elaboración de vino. Se trata de una normativa que ya había sido acordada
por los expertos de los Veinticinco, que establece las condiciones para permitir
el empleo de estas virutas para imitar a los caldos de crianza, con un menor
coste y en menor tiempo. Para evitar la competencia desleal con aquellas bodegas
que optan por las barricas de roble, la Comisión exige que solamente los vinos
en cuyo proceso de elaboración se hayan empleado barricas, toneles u otro
recipiente de madera podrán indicar en su etiqueta: «fermentado», «envejecido» o
«criado» en barrica o tonel.
Confusión
Esas indicaciones estarán prohibidas para los vinos a los que se les han añadido trozos de madera. Asimismo, en los registros del sector vitivinícola y en los documentos de transporte que adjunten los vinos elaborados con virutas o serrín deberán mencionar que se ha hecho uso de esta práctica.
El añadido de trozos de roble para elaborar vinos da al producto un gusto «a madera» similar al que puede tener un caldo envejecido o fermentado en barrica. Por este motivo, «es difícil para el consumidor medio determinar si el caldo ha sido elaborado con uno u otro método», lo que puede suponer una competencia desleal, según reconoce la propia Comisión. En su opinión, esta práctica entraña un riesgo de engaño para el comprador final «si el caldo al que se han añadido virutas contiene expresiones confusas que hagan pensar que ha habido envejecimiento en barriles». Según la Comisión, las exigencias en el etiquetado evitarán ese tipo de engaño.
El Consejo Regulador de la DOCRioja ha exigido que el etiquetado sea más claro y diga literalmente:«Este vino ha sido elaborado con adición de trozos de madera de roble», de forma íntegra, con caracteres del mismo tipo y tamaño.
Bruselas establece que los trozos de madera empleados deberán proceder de árboles de la familia Quercus (encinas, robles, alcornoques) y no podrán haber sido sometidos a combustión, ni seguido tratamientos diferentes al del calentamiento; tampoco se les podrá añadir productos con el fin de aumentar su capacidad aromática. La etiqueta deberá mencionar el origen de las especies de roble así como las condiciones de conservación de los trozos de madera. Estos no podrán liberar sustancias que puedan suponer riesgos para la salud.
Esta práctica es habitual en vinos de Nueva Zelanda, Chile, Argentina o Sudáfrica, a cuya competencia quiere hacer frente Bruselas. Sin embargo, para los viticultores vascos, este tipo de medidas «a las que más daño hacen es a las denominaciones de origen asentadas. Se hace para favorecer a grandes empresas o multinacionales, no por intereses del agricultor», señala Pérez de Azpillaga.
En cuanto al caso de las virutas, afecta a las Denominaciones de Origen porque «para poder elaborar crianzas en barrica de roble real la inversión es mucho más cuantiosa pero la calidad de los vinos es mucho mejor que con la simple ‘maderización’ de los vinos. Se pretende que con mes y medio en contacto con los trozos de madera puedan salir más baratos con sabor a roble, pero no envejecidos. Son totalmente diferentes a los criados en roble». El viticultor y bodeguero alavés subraya que un vino criado en barrica, «aparte del sabor a madera, requiere un proceso de microoxigenación».
En cuanto a la exigencia del etiquetado cree que «menos da una piedra porque cuanto menos se engañe al consumidor, mejor. Un consumidor que lea en la etiqueta que el vino ha sido maderizado con virutas por lo menos sabe lo que es. pero si lee que es ‘con aromas de roble’ puede estar pensando que ha sido creado en barrica».
«Me entra tristeza» reconoce el portavoz de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), Patxi Antón, al abordar este tema, que también enmarca en la propuesta de arranque de viñas de la OCM.
«No estamos nada de acuerdo con esta alternativa de elaboración. Y no le gusta al Consejo Regulador de la Denominación, ni al Gobierno Vasco ni a la Diputación ni a ningún organismo implicado en la comarca «donde se concentra el mayor numero de barricas de todo el Estado español» 1,3 millones en la DOCRioja, 400.000 en Rioja Alavesa. También Antón destaca que con este procedimiento se obtiene un sucedáneo más barato, que si no se etiqueta correctamente «va a hacer creer al consumidor que compra crianza».
«Nuestro modelo no pasa por ahí», destaca, y cree que el consumidor sabe distinguir lo bueno porque «cuatro de cada diez botellas de Denominación de Origen que se consumen son Rioja». Recuerda que la propia Denominación impulsa la calidad al limitar la producción de uva a 6.500 kilos por hectárea mientras en otras zonas admiten hasta 15.000 kilos por hectárea. «Que la UEhaga una apuesta por la calidad y no se fije en lo que producen los demás», reclama.
Lamenta, sin embargo, que muchas denominaciones han aceptado ya las virutas de roble, porque «poderoso caballero es don dinero».
Si las virutas de madera ya introduce confusión a la hora de distinguir los vinos de calidad, éstos, y particularmente los de Rioja, pueden verse perjudicados también por una denominación «ambigua» como la propuesta de «Vinos de la Tierra. Viñedos de España».
Interés de grandes bodegas
Las asociaciones bodegueras Asociación de Bodegas de Vinos de España (AVIMES) y Federación Española del Vino (FEV) son la principales interesadas en esta denominación, y han coincidido en solicitar a los gobiernos autonómicos «que no entorpezcan el desarrollo sectorial de los vinos españoles», con los recursos que han planteado algunos de ellos.
Ambas entidades, que agrupan a las grandes bodegas españolas, consideran que las autonomías que no quieran pueden decidir no participar pero afirman que recurrir la orden para dificultar su aplicación en las demás regiones es ir «contra los intereses de los demás vinos españoles». Opinan que los recursos contra la denominación «Viñedos de España» no pueden prosperar y sostienen que se trata de «una herramienta necesaria para vender más, sobre todo de cara a los mercados exteriores».Por supuesto, los viticultores de Rioja Alavesa no opinan lo mismo. «Todo lo que se hace por globalizar va en contra de las denominaciones de origen. «Vinos de la Tierra - Viñedos de España» no garantiza la calidad ni la procedencia de las uvas», afirma Pérez de Azpillagay cree que «no va a haber un sistema de control claro y fiable».
Asegura que «van a mezclar un 15%de vino de fuera de España, principalmente para la exportación. Pueden incluirse vinos de muy mala calidad que deterioren la imagen de las denominaciones como Rioja o Ribera del Duero y luego nos perjudique a la hora de querer entrar en mercados internacionales».
Para la asociación ABRA, aceptando esta denominación, el Gobierno español quiere solucionar un problema de volumen de producción en determinadas zonas. «Nuestra guerra es otra, el vino de calidad reconocida», afirman, aunque no dejan de estar «contrariados y preocupados».