Javier Pagola - Consorcio Africa Imprescindible
Conocer, sentir, comprometerse con Africa
Africa ya no es invisible. Su desesperanza es tan grave que una marea humana, asustada y exangüe, rompe cada día las alambradas, las costas patrulladas, las aguas turbulentas, las altas murallas de nuestro bienestar. Blindar las costas próximas y taponar los caminos de acceso no resuelve ese flujo. Quienes huyen del hambre, de la angustia y de la falta de perspectivas vitales, realizan unas rutas más complicadas y así se incrementa el número de muertes en la peligrosa travesía. Pero el riesgo, conocido, no puede frenar la desesperación. Tampoco los planes de intervención, por bienintencionados que sean, si centran su interés en el control de los flujos migratorios. Aunque es preciso reconocer el esfuerzo que se está haciendo para abordar un problema tan complejo y difícil, y por responder a la desbordada capacidad de acogida en las Islas Canarias, es necesario poner el acento en las causas de esta tragedia.
Africa necesita que sus problemas y posibilidades sean abordados de modo global por la comunidad internacional en su conjunto y, desde luego, por los propios países africanos. Es necesario promover un plan ambicioso de inversiones y desarrollo. Pero hacerlo contando con los recursos naturales y huma- nos del continente y ofreciendo horizontes a la población, sobre todo a la juventud africana.
En un curso de la Universidad Menéndez Pelayo el teólogo Jon Sobrino ha lanzado una serie de interrogantes a nuestro ador- mecimiento y pasividad: ¿Se sorprenden ustedes de lo que está ocurriendo? ¿Cuántas universidades tiene Europa para que no hayan entendido lo que iba a pasar? Europa necesita hacer examen de conciencia. Europa debería preguntarse qué puede hacer para que haya vida en Africa.
Cualquier acercamiento sincero y cordial entre seres humanos comienza por conocerse más allá de tópicos y estereotipos. De ahí nace el re-conocerse, el estimarse mutuamente, el sentir juntos como miembros de la única familia humana. Y quienes se reconocen y estiman están en condiciones de trabajar y de celebrar unidos los logros compartidos.
Cada octubre, en Bilbo e Iruñea, las jornadas “Africa Imprescindible” tienen una doble intención: analizar la actualidad y la problemática del continente y ser un escaparate de la belleza y de las manifestaciones culturales que produce.
Los hombres y mujeres africanos sueñan con una vida digna y en libertad. Precisan nuestra solidaridad para desarrollar las grandes posibilidades de sus riquezas naturales, de su capital humano, de su diversidad cultural, de su creatividad y reflexión intelectual.
Son precisamente intelectuales de Africa quienes llaman a la responsabilidad de la propia gente africana y aguijonean a su ciudadanía para que haga frente a tanto desafío: cultivar la autonomía personal sin abandonar el sentido comunitario, huir del parasitismo, aprovechar mejor el tiempo, democratizar la política, planificar un desarrollo integral, gestionar mejor los recursos, avanzar en la equidad para hombres y mujeres, cuidar a las personas más débiles.
Pero también nosotros y nosotras, europeos, somos invitados a un cambio de actitudes. Ante todo a hacer el esfuerzo de estar informados y a sentir como propia la suerte de nuestros semejantes. A practicar un estilo de vida austero que rechaza el gasto superfluo y se traduce en un ahorro que se comparte. A fomentar el acercamiento con los inmigrantes y combatir ideas y comportamientos racistas. A exigir a nuestros gobiernos y parlamentos que cumplan sus compromisos para el desarrollo. A participar y colaborar en campañas y organizaciones de solidaridad internacional.
Desde tiempo muy antiguo el nombre de Africa se ha relacionado con la imagen de una tierra cálida y llena de sol. Ya sea que su hermoso nombre venga del latín aprica, que quiere decir territorio soleado, o del griego aphriké, donde no hay frío, ése sería nuestro doble deseo, que se ilumine ante nosotros el rostro de Africa y que su latido no nos deje fríos. -
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