En la presentación de su último libro, el partidario de los Reyes Católicos, el tocado por el Espíritu Santo para el don de lenguas, al oír Movimiento Vasco de Liberación Nacional en una interpelación de una periodista, lo único que se le ocurrió fue meterle un bolígrafo en el escote. ¡Con dos cojones!

Hay que ver las reacciones que provoca el tema vasco.

Y es que hombres como nuestro añorado José María Aznar quedan muy pocos. A él, ya lo dijo hace algún tiempo, le gusta la mujer mujer.

Ante este simpático «gesto espontáneo», como lo denomina la responsable en materia de Igualdad del PP, los afeminados de siempre, aquéllos que quieren juntar peras con manzanas, montan en cólera. La Botella, eso sí que es una mujer mujer, ha salido inmediatamente en su defensa: «Josemari ha sido el que más ha hecho por las mujeres desde el Gobierno».

Esta gran dama de la política ya nos lo explicó en la presentación de otro libro: «La Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar, busca consuelo en el recuerdo de su madre».

¿Cómo no imaginar en este momento a todas las militantes del PP raudas en la compra de vestidos con escotes «palabra de honor», a la vista el canalillo y rogando a la Virgen (otra gran mujer mujer) que su líder tenga a bien el introducirles entre sus atributos femeninos el preciado instrumento de escritura? Y, ¿por qué no?, algún que otro cachetito en el trasero, como gesto cariñoso y varonil que tanto gusta a las mujeres.

Si el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se moría de envidia por la hombría del presidente de Israel, Moshé Katzav, por forzar a diez mujeres, ahora le rechinaran los dientes por la demostración de elegancia en las formas para con las féminas de su colega español.

¿Qué hubiera pasado si el periodista interpelante hubiese sido varón? ¿Cuál hubiese sido el «gesto espontáneo» de Aznar? ¿Le hubiera acariciado suavemente el pene con movimiento de vaivén prepucial? ¿O le hubiera apretado firmemente la zona testicular?.

Lo primero no hubiese sido bien visto por Ana, por lo de las peras con manzanas. Claro está que esto último hubiese sido tomado como agresión al reportero.

Nada que ver con el simpático gesto varonil para con una hembra del mayor defensor de la mujer mujer. -