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Un grupo de expertos ­Jorge Echegaray, Andrés Illana, Félix Martínez de Lecea, Juan Angel de la Torre y Carles Vilá­ acaban de publicar en el último número de la revista ‘‘Sustrai’’, editada por el departamento de Agricultura de Lakua, un análisis sobre la situación de este legendario cánido en los montes vascos. Una radiografía que revela datos como que entre los años 2003 y 2004 se detectó la presencia, mediante técnicas genéticas, de una población mínima de lobos de entre 24 y 28 ejemplares, en un área de 2.700 kilómetros cuadrados desde el occidente vasco a los territorios limítrofes de Cantabria y Burgos.

Ni figura en el Catálogo de Especies Amenazadas de la CAV y ni si quiera es una especie cinegética, pero los números aportados por los autores indican que sólo en suelo alavés, donde el lobo más daño causa a los rebaños, se llevaron a cabo 262 batidas entre los años 1994 y 2004, con una media de un lobo abatido por cada 12 batidas. En Araba, en ese periodo de tiempo fueron cazados 37 ejemplares. En Bizkaia, donde la Diputación foral sólo aportó datos de 2003, se realizaron seis salidas, se observó sólo un lobo y se dieron muerte a dos perros asilvestrados.

Precisamente, estos autores dudan de la autoría de muchos ataques al ganado. En Araba, entre los años 2000-2004 se achacan a estos canes asilvestrados 23 incidentes, frente a los 438 atribuidos a lobos. Una diferencia que, a su juicio, es algo «poco probable» y es que llaman la atención sobre el hecho de que «sorprende la habilidad ­de la Diputación alavesa­ a la hora de determinar la autoría de los ataques, cuando en otras zonas con importantes poblaciones de lobos, como Zamora, los porcentajes atribuidos a cánidos son del 30%»; en Araba, del 5%.

«El empeño por atribuir siempre las muertes de reses domésticas al lobo, aparte de no ser rigurosamente objetivo, fomenta una mayor conflictividad social al justificar siempre que los lobos son los agentes causantes de todas las muertes al ganado, lo cual acrecienta el problema en todas las vertientes y sectores sociales», consideran estos expertos.

A partir de los datos oficiales facilitados por las diputaciones, señalan que, por ejemplo, en el año 2003, en Bizkaia murieron en ataques 71 ovejas y en Araba 303, sobre unos censos ovinos de 77.430 y 90.632 cabezas, respectivamente.

Este grupo de expertos también analiza la introducción de perros mastines para la vigilancia del ganado en los montes, en el caso de Araba, subvencionados por el ente foral. Esto supone que frente a una población mínima de 24 a 28 lobos detectados a través de técnicas genéticas en los años 2003 y 2004, existe una población mínima de más de 150 canes, es decir, seis por cada posible lobo.

Los autores llaman la atención sobre el hecho de las medidas que las diputaciones han tomado para evitar los habituales problemas entre estos mastines y los aficionados a la montaña o el senderismo, un conflicto más añadido al ya de por sí enrevesado enfrentamiento entre defensores y detractores del lobo. Mientras la vizcaina no ha adoptado método preventivo alguno, la alavesa instaló letreros de advertencia, aunque «haciéndolos pocos atractivos al público». Igualmente, cuestionan que esta Diputación haya editado unos «lujosos» folletos «donde se ha dado más importancia al diseño que a la divulgación en sí».

«Mantener las poblaciones de lobos»

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Los autores de este análisis recuerdan que la Estrategia Española de Conservación del Lobo, redactada en su día por el Ministerio de Medio Ambiente, y con el respaldo de las administraciones vascas, recoge la necesidad de mantener las poblaciones de lobos por su interés científico, ecológico y simbólico. Es más, admite que «parece razonable soportar un nivel de conflictividad más alto para mantener a estas poblaciones» y apunta a la reserva para el campeo de lobos de al menos una extensión de 550 kilómetros cuadrados, lo que supone en el caso de la CAV un 30% de la superficie propuesta para integrar la Red Natura 2000.

Este plan subraya la necesidad de velar por las que llama «poblaciones puente», como es el caso vasco, que hace de enlace entre Castilla y León y Pirineos, estimando que «se debería tolerar la conflictividad social».

Los redactores de este artículo publicado en ‘‘Sustrai’’ defienden que «nunca debería ser declarada Euskadi zona de exclusión de lobos».

Recuerdan soluciones propuestas en otros estudios generales como la de separar a predadores y ganado o que las prácticas ganaderas cambien y se proteja más a los rebaños, y subrayan el valor turístico del lobo.