El sillón de la sede presidencial de Carondelet quema. Desde que el conservador Sixto Durán Ballén concluyó en 1996 su mandato presidencial de cuatro años, ninguno de sus sucesores ha logrado hacer lo mismo. La llegada a la presidencia de Rafael Correa vuelve a encender la llama de la ilusión en un país maltratado por sus gobernantes hasta el hartazgo, saqueado por unos y traicionado por otros tras conmovedoras promesas, como fue el caso del «traidor» Lucio Gutiérrez, el mandatario que al asumir la presidencia del país el 15 de enero de 2003 afirmó que al terminar su mandato en 2007 entregaría a la sociedad un Ecuador «cambiado y renovado».
Promesas que es probable que también realizara Abdala Bucaram, alias El Loco, el líder del Partido Rodolsista Ecuatoriano (PRE) que ganó las elecciones de 1996. El Loco, sin embargo, era destituido en febrero de 1997 por el Parlamento, que justició su decisión por la «incapacidad mental para gobernar» demostrada por Bucaram durante su breve estancia en la presidencia.
El defenestrado fue reemplazado por su vicepresidenta Rosalía Arteaga, que estuvo sólo seis días como presidenta hasta que el entonces presidente el Parlamento, Fabian Alarcón, asumiera la presidencia de forma interina.
Las elecciones de 1998 llevaron a Jamil Mahuad a la presidencia tras derrotar al magnate bananero Alvaro Noboa. Elegido para un período de cuatro años, Mahuad fue derrocado a los 18 meses de gestión (enero de 2000) por una sublevación indígena apoyada por algunos militares, entre ellos un tal Lucio Gutiérrez, después de haber introducido la dolarización del país.
El poder pasó a manos de un triunvirato de breve duración que fue sustituido por el vicepresidente de Mahuad, Gustavo Noboa, quien pudo mantenerse hasta que traspasó el mando a Lucio Gutiérrez, al que una alianza con el movimiento índigena Pachakutik y distintos movimientos sociales llevaron al poder en volandas en las elecciones de 2002.
Aquí también vuelve a aparecer el gran derrotado del pasado domingo, el bananero millonario Alvaro Noboa, al que le sobra el dinero es dueño de un centenar de empresas y en su cuenta corriente tiene más de 1.200 millones de dólares, pero le falta el cariño y los votos de un pueblo que no cambia la orientación de su voto por abalorios y promesas y eslóganes acuñados en la embajada de EEUU de Quito.
Sin embargo, las esperanzas creadas por el triunfo de Lucio Gutiérrez se diluyeron demasiado pronto entre las medidas que iba tomando el hombre que compararon con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, al llegar al poder.
Gutiérrez, desgraciadamente, no fue la excepción en la cadena de presidentes abocados a tomar el camino del éxilio tras ser destituido por el Parlamento en abril de 2005 en medio de las protestas populares, que al grito de «fuera todos» le expulsaron. El ex coronel salió en helicóptero de la sede del gobierno, humillado e insultado.
Luego de esa abrupta retirada, el poder fue asumido por el vicepresidente Alfredo Palacio, el mismo que el próximo 15 de enero debe entregar la banda presidencial a Rafael Correa.
Ese día el nuevo jefe de Estado iniciará un período que concluirá en enero de 2011, si logra romper la ya larga sucesión de mandatos interrumpidos.
Además, Rafael Correa afronta la complicada tarea de hacer olvidar el breve pero dañino paso de Gutiérrez por Carondelet y «lavar» la traición a las naciones indígenas.
Las comparaciones con Chávez del nuevo mandatario tampoco se hicieron esperar, aunque Correa no esconde su amistad y admiración por el venezonalo, matizando que él no será una nueva versión ni de Chávez ni de Fidel Castro. «Los latinoamericanos somos todos bolivarianos», afirma también su programa electoral, que contiene puntos conflictivos en la relación con Washington.
Así, el líder de la coalición Alianza País se opone a la renovación en 2009 del acuerdo con Estados Unidos de la polémica base aérea de Manta, en el litoral del Pacífico, a media hora de vuelo de Colombia y usada por los estadounidenses para apoyar al Gobierno de Bogotá en su guerra contra las guerrillas colombianas.
También reiteró en su primera rueda de prensa tras su triunfo en las urnas que no suscribirá un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Washington, en la actualidad paralizado por EEUUpor la polémica creada por la actuación de la compañía petrolera estadounidense Oxy.
La convocatoria de una Asamblea Constituyente para refundar las instituciones, que considera corruptas, es otro de sus proyectos conflictivos.
De entrada se enfrentará a un Parlamento hostil, en el que Alianza País no tiene diputados porque el partido decidió boicotear, en la primera vuelta, esa institución. Por tanto, se augura de nuevo una difícil presidencia.
En cualquier caso, la llegada a la presidencia de Rafel Correa supone, como aseguró Alexis Ponce presidente de la Asamblea Permanente de los DDHH de Ecuador abrir una «ventana al Pacífico Colombia, Perú y Chile son fieles aliados de EEUU de la Latinoamérica integradora» que se levantó en la otra fachada oceánica, en el Atlántico y en el Caribe, y tanto desagrada a Estados Unidos.
En manos de Rafael Correa está el hacer Historía en Ecuador, con Mayúsculas, o ser simplemente otro presidente del montón. -
DONOSTIA
