Vaya por delante un saludo a esas mujeres y hombres utilizados, secuestrados, perseguidos y reprimidos hasta la saciedad y que se enfrentan con toda dignidad mediante la entereza de muchos años, la huelga de hambre, la solidaridad, el espíritu colectivo y todo un sin fin de altruismo colorido para con este pueblo: a Gatza, Iñaki, Maritxu, Iñigo, Filipe, Sarri, Lorea, Agustin...

La imposición política de los estados francés y español contra Euskal Herria genera el nacimiento de militantes políticos en defensa de los derechos de su pueblo y muchos de ellos terminan en prisión o en el exilio. Pero a las autoridades ello no les es suficiente. Su manipulación e intoxicación inmersa en el conflicto viene acompañada de toda una aplicación de normas de excepción, de fácil aplicación al criminalizado, detenido y encarcelado: léase un juzgado de excepción, unos instrumentos y métodos muy ocultos en las mazmorras de las comisarías y de los cuarteles, así como unas lejanas, solitarias y frías celdas de unas cárceles situadas a cientos y cientos de kilómetros de Euskal Herria. Para los gobernantes y su mano que viste de toga negra esto no es violencia, es legalidad vigente.

La encarcelación conlleva un largo peregrinar de constante vulneración de derechos (desde el trato digno hasta el reconocimiento político). Esa macabra ruta de alejamiento, aislamiento y soledad, nos da las claves de lo que realmente pretenden los Estados francés y español: la utilización de toda una maquinaria represiva, incluida esa justicia que con una venda transparente sobre sus ojos se emperra en buscar nuevas imputaciones, sean éstas de opinión, de expresión, de reunión, de manifestación...; una instrumentalización política con nuestros seres queridos, haciendo de estos militantes políticos una mercancía con la cual poder comerciar. Es decir, un claro chantaje mediando una política penitenciaria capaz de hacer sufrir y causar daño por doquier, aplicando las más duras condiciones de vida, el maltrato, el secuestro y también la muerte. Los socialistas nos dicen que esto no es violencia, que es el marco legal.

No podemos admitir chantaje alguno, de la misma manera en que repudiamos ese cinismo y esa crueldad que conlleva el discurso del PSOE. Dice Pastor que la solución está en «hacer política y acatar las leyes». Será que nos habla de esas leyes que, cuando nos situamos a las puertas de una prisión a la espera de la puesta en libertad de un ser querido, nos comunican que éste, «finalmente», saldrá dentro de 13 años. O que todo vale en política y resulta que dos artículos de opinión suponen una condena de más de 12 años de cárcel. Dice Blanco que «existe terror en sus sedes». Que haga una visita a los verdaderos hogares de Iñaki de Juana, de Jose Mª Sagardui Gatza, Filipe Bidart, Jon Agirre, a las mazmorras torturadoras, a Aranjuez, a Fresnes, a una pequeña oficina de Etxerat donde le mostraremos con pelos y señales lo que es realmente el terror, el que ellos mismos nos ocasionan. Dice De la Vega que la solución está en «la no violencia ni el chantaje». Aplíquense el cuento poniendo fin a esa política penitenciaria del maltrato, de la crueldad, del secuestro y de la muerte. Dice Buen que «se les está acabando la paciencia». ¿Paciencia? Los familiares llevamos en las entrañas una paciente maldita impaciencia que décadas y décadas dura. Nos habéis arrebatado las vidas de unos seres queridos que nos llevasteis sanos y alegres; los perseguís hasta en sus solitarias celdas y allá saciáis vuestra sed de venganza; nos habéis quitado media vida, la vida entera, todo ahorro económico, toda una vivencia normal a la que tenemos derecho... ¿Y nos habláis de vuestra paciencia?

Es el mundo al revés: el atacado en un lejano 3 de marzo no juzgado que lo convierten hoy en atacante; sentencias ejemplarizantes que condenan al autor por ser quien es, que no por unos hechos, conduciéndolo a la huelga de hambre; toda una criminalidad generalizada para las vascas y los vascos generada por un verdugo que pretende mostrarse víctima. O, lo que es lo mismo: un Zapatero que, a la vez que mantiene permanentemente una política penitenciaria letal, condiciona su fin a un proceso, y dice que el mismo sólo podrá avanzar, «sin violencia». Es el cínico y cruel discurso de unas cloacas de Estado que impiden todo recorrido democrático.

A la vez que, supuestamente, se abrían ventanas esperanzadoras al horizonte, la crueldad del PSOE aún nos duele más, si cabe. Se mantienen esas criminales normas de excepción, aumentando así la lista de rehenes políticos en prisión; los que denunciamos esta barbarie somos citados en la Audiencia Nacional y por la fuerza somos encarcelados y llevados ante una institución más política que jurídica... Y ante esta situa- ción Zapatero se jacta ante su oposición política en Madrid diciendo: «No hemos dado ni un solo paso», refiriéndose a antiguas iniciativas del PP (?) y omitiendo aquellas otras que en Euskal Herria sí pretenden ayudar a dar pasos hacia ese democrático recorrido que tanto deseamos cruzar.

Sí que los han dado para olvidar el GAL. Valga citar a Rafael Vera, que, al parecer, sufre una enfermedad psicológica (también su entorno familiar) debido a su estancia de unos meses en una celda de aislamiento. Hoy en libertad. Valga también citar a uno de muchos de nuestros seres queridos, Jose Mª Sagardui Gatza: 26 años y 5 meses preso, aún hoy en una celda de aislamiento en la prisión de Jaén. No es cuestión de hacer comparaciones, sino de entender de lo que es capaz, de lo que es realmente el PSOE.

La buena voluntad y el carácter democrático del PSOE y UMP no caerá del cielo como el maná. Con nuestros nombres y apellidos, a cara descubierta y con toda la legitimidad y dignidad del mundo, hemos de señalar y denunciar a los responsables de esa política penitenciaria del terror, del secuestro, de la extorsión... Es tiempo de comprometerse, de acumular fuerzas, de unión y responder como pueblo mediante mil iniciativas, movilizaciones... El grado de crueldad de París y de Madrid está en nuestra capacidad de fuerzas a reunir y presionar. Está en nuestras manos terminar con todo ello.

Su legalidad vigente, su marco legal, es violencia, trato cruel, tortura y crimen que emanan de una imposición política que genera militantes políticos vascos en defensa de los derechos de un pueblo, lo cual conlleva la existencia de familiares y allegados en defensa de los derechos de todos sus seres queridos; un mundo familiar y afectivo que también apuesta por un verdadero proceso que nos lleve a la definitiva solución política y democrática. A su vez, no permitiremos que se condicione el fin de la criminal política penitenciaria. No al chantaje. No podemos permitir que el PSOE cause la muerte de Iñaki. Así lo hemos de exigir. Sigue estando en nuestras manos. Aurrera, beraz! -