FESTIVAL DE CINE DE CANNES
Nanni Moretti cargó la fama mientras Aki Kaurismaki cardaba la lana
Nanni Moretti y Aki Kaurismaki hicieron bueno el dicho de que unos cargan la fama, como hizo el director italiano, mientras otros cardan la lana, de lo que se encargó su colega finlandés. Aguardada con expectación, «Il caimano» llegaba precedida por la fama de ser un alegato contra el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, mientras que la cinta «Laitakaupungin valot» desembarcó con la sola certeza de que, conociendo a su autor, valía la pena verla.
CANNES
Ambas películas respondieron a las expectativas, por desgracia para Moretti, que difícilmente entrará este año al selecto club de los poseedores de dos Palmas de Oro, trofeo que ya ganó hace un lustro con ‘‘La habitación del hijo’’. El cineasta italiano (Brunico, 1953) optó en ‘‘Il caimano’’ por una forzada trama en la que se entremezclan un imaginario productor de cine en crisis y Berlusconi por triplicado: el real en imágenes de archivo, el encarnado por el actor Elio de Capitani y el interpretado por el propio Moretti. La trabazón de ingredientes tan dispersos es que el productor recibe un guión para hacer una cinta crítica hacia el magnate audiovisual y político derechista. Pero la mayonesa que remueve sin descanso Moretti no acaba de ligar en modo alguno y acaba echada a perder, hasta el punto de que en la rueda de prensa tras el pase, un periodista italiano la calificó de «final plúmbeo». ‘‘Il caimano’’ es, «en realidad, dos películas que no tienen mucho que ver una con otra», reconocieron De Capitani y la actriz Margherita Buy, que se excusó: «Queríamos asegurarnos de que no sólo se hablaba de política». Vano empeño, ya que en la rueda de prensa casi todas las preguntas sacaban a relucir a ‘‘Il Cavaliere’’ y su derrota en las elecciones legislativas de los pasados 9 y 10 de abril. Preguntado sobre si considera que existe algún equivalente a Berlusconi en Latinoamérica, fue tajante: «¿Con el mismo tipo de imperio mediático? No», contestó el director. Con todo, el cineasta acabó hablando mucho de política y poco de cine. Al revés que Kaurismaki, cuya socarronería se alzó triunfante ante la prensa. Y todo ello como los personajes de sus películas, cigarrillo en mano y engarzando un golpe de ingenio tras otro sin siquiera esbozar una sonrisa mientras la prensa se desternillaba. Inigualable, el maestro que puso a Finlandia en el mapamundi del cine con un estilo único, basado en una austeridad interpretativa casi surrealista, una fotografía espléndida de Timo Salminen, su operador desde hace veinticinco años y un humor basado en el absurdo. ‘‘Laitakaupungin valot’’, titulada en inglés ‘‘Lights in the Dusk’’, cierra la «trilogía de los perdedores» con la historia de soledad de un hombre de lealtad inquebrantable. Con la película quería demostrar que «Finlandia es el país más rico y feliz de la Tierra», subrayó Kauriskami entre las risas de la prensa y sus acompañantes, entre ellos los actores Janne Hyytiainen y Maria Jarvenhelmi.
Fin de una trilogía Más en serio, el director (Orimattila, 1957) explicó que emprendió su trilogía en 1996 con ‘‘Nubes pasajeras’’, harto de que «el problema del desempleo nadie lo toque porque no es comercial».
Le siguió en 2002 ‘‘Un hombre sin pasado’’, sobre la carencia de hogar, que le procuró el Gran Premio en Cannes, y ahora la tercera, cuyo tema es «la soledad» y se inspira en ‘‘City Lights’’ (‘‘Luces de la ciudad’’), de Charles Chaplin, a quien Kaurismaki considera «el mejor cineasta que ha existido». Una película en la que, una vez más, la música es esencial, y que, esta vez, se abre con ‘‘Volver’’ , de Gardel, quien cierra también con ‘‘El día que me quieras’’ el emotivo final, recibido con un gran aplauso en el pase de prensa.
El desembarco de los mutantes de «X-Men»
María Luisa GASPAR
CANNES Los «Mutantes» de ‘‘X-Men’’ llegaron a Cannes, por primera vez, para convertirse en uno de sus eventos más mediáticos y compartir cartelera de gala con el ‘‘El caimán’’, de Moretti. La plantilla «Mutante» estuvo al completo, encabezada por el británico Ian McKellen. Le acompañaron su compatriota, y distinguido intérprete de textos de Shakespeare, Patrick Stewart; y el famoso Jean-Luc Picard. La trilogía se termina, prometió el director de la última entrega, Bret Ratner, porque «me dijeron que si continuaba necesitaría guardaespaldas hasta el fin de mis días». Sin embargo, a juzgar por el final, algo de este «universo» podría sobrevivir y darse «otra cosa, con otro título». Todos los actores dijeron sentirse felices por la suerte de trabajar en este filme, incluida Rebecca Romijn, pese al insoportable maquillaje azul de ‘‘Mística’’, y la fragilidad de su indumentaria, aunque, estoicamente, «no se quejó nunca», ratificó Ian McKellen.
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