Maite Soroa
Elogio de la soledad
Dicen que la extrema derecha del PP (casi una redundancia) ha obligado a Rajoy a salirse del campo de juego y romper relaciones con el resto del mundo. Y ahora, cuando la soledad atenaza a un líder con poco liderazgo, los teóricos de la cosa se enfangan en explicaciones que le devuelvan el ánimo.Alejo Vidal-Quadras, en “La Razón”, sentenciaba ayer que las reuniones que ha anunciado Zapatero y las que desarrolló Aznar no tienen nada que ver, porque aquellas no fueron reuniones sino «encuentros exploratorios de enviados del propio Gobierno para comprobar si existía en ETA voluntad de disolución y de entrega de sus arsenales. No se produjo entonces tampoco ninguna declaración solemne del presidente del Gobierno en sede parlamentaria ni resolución alguna específica de la Cámara. Aznar mantuvo con todo cuidado el asunto en el estricto ámbito de la actuación ejecutiva y si se trató en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo fue porque Izquierda Unida forzó un debate sobre la política penitenciaria». Pues peor me lo pone. Ahora ZP tiene un mandato del Parlamento que le obliga a recorrer ese camino. Aleix-Quadras sostiene a su enclenque líder, temeroso tal vez de que la soledad termine por hacerle desistir de su obcecada estrategia y le dice que esté tranquilo, que está en el buen camino porque «la conversación entre el inefable Patxi y el ínclito Arnaldo no versará sobre el tiempo, la gastronomía o el futuro de los internos en centros de reclusión, sino sobre el cumplimiento de exigencias políticas a cambio de abandonar la violencia, es decir, se negociará el precio político de la mal llamada paz». Lógico, ¿no? Y termina animando al solitario: «para el Partido
Popular ha llegado la hora de la soledad, pero se trata de una soledad aparente
porque si demuestra la necesaria firmeza y no renuncia a los principios en estos
momentos de cobardías y traiciones, se encontrará acompañado por la mayoría de
la Nación, hecho reconfortante que se hará visible en la concentración
multitudinaria que se prepara para mañana (por hoy). La ruptura sin
contemplaciones con el Gobierno era obligada si el Partido Popular quiere evitar
contaminarse con la indignidad que se está cociendo en los fogones de Rubalcaba.
El fin del terror llegará con su derrota, nunca con la capitulación ante sus
fauces pestilentes». Se van a dar una costalada de las de miedo. Al tiempo. - msoroa@gara.net
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