La mala política de unir persecución y castigo
En el marco de la amplia reestructuración del Ministerio de Interior español, uno de los cambios ha sido la adscripción de la Dirección General de Instituciones Penitenciaras a la Secretaría de Estado de Seguridad. El ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba, manifestó que esta modificación permite que el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, tenga bajo su mando «los dos elementos de la política contra la delincuencia, la persecución y, en su caso, el encarcelamiento». La función de la policía debe acabar en cuanto un detenido es presentado ante el juez y lo que en adelante se haga con esa persona debiera quedar encuadrado dentro del mundo de la justicia, porque no parece correcto que el encargado de la persecución sea el mismo que el de la «resocialización» que, en teoría, es el objeto declarado de las prisiones. En el Estado español hace tiempo que se rompió esa división, haciendo depender a Instituciones Penitenciarias del Ministerio de Interior y no del de Justicia.Ahora, Rubalcaba da un paso más y lo hace, además, en un momento muy concreto del proceso para la resolución del conflicto y pone a la policía y a los funcionarios de prisiones bajo el control de la misma persona. Mando único también fuera y dentro de la cárcel. -
Langile bat hil da Angelun
Lan istripu larria izan zen atzo Angelun. 42 urteko langile bat hil zen tindatzen zuen upelean leherketa bat gertatuta. Euskal Herriko zatiketak bereziki zailtzen du lan arloan gertatzen diren istripuen estatistika egitea. Lapurdin, Nafarroa Beherean eta Zuberoan ez dago erakunderik arazo larri horri era komunean ekiteko. Nafarroan eta EAEn, aldiz, erakundeak izanik ere, politika eraginkorraren falta nabarmena da. Sindikatuek ezagutarazi dituzten datuen arabera, aurten gutxienez 67 euskal herritar hil dira euren lanpostuetan. Zifra lazgarria bada ere, arduradun politikoek ez diote biolentzia mota horri aparteko arretarik jartzen. Hazkunde ekonomikoaren aurpegi iluna ezkutatzeak ez du arazoa konponduko. -
Afganistán, la invasión no es paz
El despliegue de fuerzas internacionales en Afganistán, bajo el argumento de poner fin al régimen talibán y de restituir la democracia en el país, está llamado a pasar a la historia como un estrepitoso fracaso. En Afganistán, la presencia de soldados extranjeros no ha traido la paz 2.000 personas han muerto en lo que va de año ni tampoco ha situado al país bajo el imperio de la ley, ya que los señores de la guerra siguen gobernando en sus respectivos feudos y el tráfico de opio bate todos los récords. El atentado ocurrido ayer cerca de la embajada de EEUU en Kabul es una muestra más de las terribles consecuencias de la llamada «guerra global contra el terrorismo» desatada por Bush al calor de los atentados del 11-S. -
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