Día a día nos damos cuenta de la facilidad con la que las instituciones llevan a cabo determinados proyectos, principalmente enfocados hacia el mundo urbano, mientras otros quedan relegados a un segundo plano. Es el caso de las zonas rurales, sus demandas no son atendidas y en ningún caso se priorizan sus necesidades. La ciudad se lleva las inversiones, los servicios y las infraestructuras, mientras los pueblos se quedan en el olvido o, como mucho, para el recreo los fines de semana.

Este doble rasero ha vuelto a repetirse con la iniciativa planteada hace unas semanas por la Diputación Foral de Araba de habilitar una senda de casi 268 kilómetros que une zonas de pastoreo con el objetivo de dar a conocer la gestión tradicional del ganado. Evidentemente compartimos con la Diputación la opinión de que el pastoreo es una de las grandes riquezas de nuestro patrimonio tanto natural como humano, pero tenemos claro que para mantenerlo, para proteger la actividad, es necesario apoyarla con todos los medios que haga falta y sin escatimar los recursos. También sabemos que es importante la divulgación y el encuentro entre campo y ciudad, pero este debe ser, hoy por hoy, de forma complementaria. No por promover actividades de ocio relacionadas con el pastoreo hacemos un favor a la actividad en sí, necesitamos políticas que le ayuden realmente.

Para las y los agricultores no es ninguna sorpresa que las zonas de pastoreo coincidan con los mejores espacios naturales de Araba, este hecho no es fruto del azar y ratifica lo que desde el sindicato siempre hemos afirmado y defendido, que la agricultura y sobre todo la ganadería extensiva han permitido conservar históricamente este patrimonio territorial que hoy merece la pena defender y proteger. Lo extraño sería que se declarara un Parque Natural en Jundiz.

Nos cuesta entender el hecho de que tengamos que pelear tanto con el Gobierno foral y con los grupos junteros para lograr un Presupuesto Foral de Agricultura acorde a las necesidades del sector, siendo cada año más difícil conseguirlo y, sin embargo, para este tipo de iniciativas destinadas al ocio y de carácter recreativo se concedan millones de euros con tanta facilidad.

No entendemos lo que la Diputación considera prioridades. Un ejemplo de ello lo encontramos en las vías de comunicación: llevamos años, décadas, peleando para que una vez acabadas las distintas autovías en el territorio se repongan las vías agropecuarias y locales y, sin embargo, en el mejor de los casos nos encontramos con caminos sin asfaltar y llenos de baches. No observamos facilidades para las personas que viven en el campo, pero con motivo de la realización de proyectos recreativos, si se habla de mejorar todas las vías de comunicación necesarias. Nos damos cuenta de que se está priorizando el ocio de algunos frente a las necesidades de otros. Creemos que se está discriminando a una minoría rural frente a la mayoría urbana.

Por si esto fuera poco, seguimos teniendo pendiente la dotación de infraestructuras de riego en comarcas llevando a las y los agricultores a una situación insostenible, creando inseguridad en los mismos y per- judicando su calidad de vida, obligando a regar «a pozadas», de noche y en condiciones totalmente inadecuadas. A lo largo del verano sufrimos además la escasez de este preciado recurso porque no se han creado las estructuras necesarias que den la posibilidad de mantener el caudal ecológico de los ríos en la época estival. Sin embargo, durante el invierno ocurre lo contrario y tenemos que padecer preocupantes inundaciones que repercuten directamente en nuestros cultivos y que podrían redu- cirse de contar con esas balsas de regulación que permitirían regar. Por eso defendemos el acceso al agua para todas las personas y sus actividades y a lo largo de todo el año.

Ahora que el Gobierno Vasco y el Parlamento crean nuevos impuestos sobre el agua, llega el momento de exigirles que se comprometan a afrontar inversiones para el sector y para el medio. Necesitamos urgentemente infraestructuras hidráulicas adecuadas para la totalidad de las comarcas alavesas y que el regadío sea un derecho para todas las personas que se dedican a este sector.

Pedimos servicios y estructuras para enriquecer el territorio, no queremos más destrozo de tierras fértiles ni la pérdida de empleo agrario. Para mejorar las ciudades siempre hay recursos y para acercarlas entre sí se pretende construir un TAV multimillonario que parte el territorio y destroza el medio, alejando de este modo a los pueblos y dejándoles en una situación de indefensión y aún con mayores carencias. Es imprescindible mantener la vida en el medio rural y para ello debemos proteger la tierra y mimarla; sin ella ni las personas de los pueblos, ni de las ciudades podríamos existir. -