En las últimas jornadas la atención mediática y política se está centrando en las acciones de kale borroka, lo que conlleva también un incremento de las exigencias de respuesta policial. En la noche del pasado martes se produjo un ataque contra una estación de tren en Errenteria y a los pocos minutos la Ertzaintza informaba de la detención de dos personas «que huían a pie de la zona» y a las que «se les intervino una garrafa de cinco litros, que contenía restos de gasolina». Después, la versión fue matizada por el propio Departamento de Interior. La vinculación entre esas personas y el ataque se reducía ya a que cinco minutos después «se encontraban en la zona» y que al observar la presencia policial «trataban de darse a la fuga». La garrafa ya no estaba en sus manos, sino que fue encontrada después «en el trayecto entre la estación atacada y el lugar en el que se había localizado a las citadas personas». Poca base parece esa para detener a alguien, incomunicarlo y acusarlo de «delitos de terrorismo» a juzgar por la Audiencia Nacional. Pero la dudas sobre la actuación policial aumentan cuando la Asociación de Vecinos del barrio Gaztaño asegura que los detenidos habían participado en una asamblea suya, se encontraban pegando carteles, su trayectoria no era la de alejarse de la estación sino la de acercarse, y la garrafa apareció lejos del lugar de las detenciones. Todo esto exige una explicación urgente del Gobierno de Lakua. -