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Gara > Idatzia > Mundua 2007-01-04
Vuelco politico en EEUU
La nueva mayoría demócrata irrumpe en el Capitolio
Tras doce años de ostracismo, el Partido Demócrata toma hoy posesión de sus mayorías en el Congreso de EEUU. Sus líderes ya han anunciado que tratarán de condicionar los últimos años de mandato del presidente Bush, con la cuestión iraquí por bandera. Deberán para ello conjurar a su principal enemigo, la tradicional división interna demócrata.

WASHINGTON

El Partido Demócrata toma oficialmente hoy posesión de sus nuevas mayorías en el Congreso de EEUU, decidido a tratar de condicionar la política del presidente, el republicano George W. Bush.

Y, si hacemos caso a algunos de los principales líderes de las nuevas mayorías en la Cámara de los Representantes y en el Senado, la estrategia de desgaste comenzará por Irak. La invasión del país árabe, cuya creciente impopularidad fue uno de los factores decisivos de la victoria demócrata en las elecciones de medio mandato del 7 de noviembre, será el primer dossier en el orden del día de las sesiones parlamentarias.

El nuevo presidente de la comisión de Exteriores del Senado, Joseph Biden, ha advertido de que se opondrá a un eventual refuerzo del actual contingente militar estadounidense en el Irak ocupado, opción anunciada recientemente por Bush en el cuadro de la nueva estrategia que tiene previsto anunciar este mes de enero.

«Poder de influencia»

«Si el presidente (Bush) propone una escalada en Irak, yo me opondré y muchos colegas del Congreso harán lo mismo», anunció, para a continuación reconocer que los demócratas no podrán más que ejercer «un poder de influencia».

«No nos corresponde a nosotros, al Congreso, dirigir la política exterior de EEUU, pero podemos intentar limarla», señaló Biden, que espera «lograr un consenso que ejerza una presión sobre el presidente».

Los demócratas, totalmente al margen del ejercicio del poder desde el inicio de la presidencia de Bush en enero de 2001, han prometido que utilizarán todos los resortes a su disposición: el propio Biden ha organizado una decena de audi- ciones sobre la invasión de Irak, uno de ellos con la presencia de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice; su colega en la Comisión de Defensa, Carl Levin, ha anunciado que espera convocar al nuevo jefe del Pentágono, Robert Gates ­sustituto del destituido Donald Rumsfeld­, y a otros responsables.

En la misma línea, la presentación de la provisiones presupuestarias para financiar las actuales operaciones militares contra Irak y Afganistán, así como el nuevo proyecto de presupuestos que estará sobre la mesa en febrero, darán ocasión en las próximas semanas para analizar de cerca ambos escenarios bélicos, así como en general la política de la Administración Bush.

El nuevo Congreso ha prometido, asimismo, reexaminar «ciertos métodos» de la llamada «guerra contra el terrorismo», en particular la Patriot Act, aprobada al calor de los ataques del 11-S, y la reciente legislación sobre el trato a «sospechosos».

Ya en el plano económico, la Cámara de Representantes tiene un orden del día intenso para sus primeras 100 horas de trabajo. La prioridad demócrata, el incremento del salario mínimo, congelado desde 1997 ­paradójicamente en el comienzo de la segunda legislatura del demócrata Bill Clinton­. Bush ha prometido considerar este proyecto si viene acompañado de medidas de ayuda para las pequeñas empresas.

Disensiones internas

Las ambiciones de la incipiente nueva era demócrata se enfrentan, no obstante, a serios riesgos. El primero, la potestad de veto en manos del presidente, veto que no están en condiciones de superar. El segundo, las profundas divisiones internas en el Partido Demócrata, divisiones muy peligrosas por cuanto que cuentan con una mayoría muy exigua en el Senado. Republicanos y Demócratas tienen igual número de senadores (49). Los otros dos son el socialista Bernie Sanders y al demócrata, pero entusiasta de la política belicista de Bush, Joseph Lieberman, quien logró escaño como independiente tras perder en una primaria demócrata precisamente por su apoyo a la invasión de Irak.

Ambos han prometido que se alinearán con la bancada demócrata. Pero, incluso en ese caso, cualquier contingencia puede dar al traste con la anunciada mayoría senatorial demócrata. En caso de empate técnico, prevalece el voto de calidad del vicepresidente, Dick Cheney. Y siempre están los imponderables, como la reciente hemorragia cerebral sufrida por el senador por Dakota del Sur, el demócrata Tim Johnson.

En espera de la evolución de la reciente operación a la que ha sido sometido, el gobernador de Dakota del Sur ya ha anunciado que, en caso de que dejara el cargo, le reemplazaría por un aspirante republicano.

En la Cámara Baja, los demócratas cuentan con una mayoría más holgada (233 frente a 202), aunque los primeros pasos en falso cometidos por su nueva presidenta, Nancy Pelosi, han sembrado la duda en sus correligionarios sobre su habilidad política. Por de pronto, el partido la ha condenado a tener que compartir responsabilidades con un antiguo rival. Todo un síntoma de la división que aqueja a la nueva mayoría.

Un socialista, por primera vez en el Senado

Un socialista hará hoy su entrada en el Senado de EEUU por vez primera en la historia en un país en el que el socialismo es un objeto político no identificado. Bernard Sanders, Bernie, ganó con un 65% de votos contra un riquísimo empresario que se gastó 7 millones de dólares en su campaña. Lo hizo en Vermont, el segundo estado más despoblado, pero el que presenta el comportamiento político más atípico con respecto a lo «normal» en el resto del país. Este judío neoyorkino con aspecto de profesor desaliñado «exiliado» a Vermont se confiesa «socialista demócrata» y admirador de la socialdemocracia escandinava. Alcalde desde 1981 de la «República Popular» de Burlington, logró en 1990 el único escaño por Vermont en la Cámara de Representantes. -


 
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