WASHINGTON
El informe de 244 páginas que el FBI acaba de hacer público recoge decenas de sesiones de tortura ocurridas en Guantánamo. Describe, por ejemplo, cómo por recitar versos del Corán, un civil tapa con cinta aislante reforzada la mayor parte de la cabeza de uno de los detenidos o cómo una guardia agarra los genitales de un interno mientras le restrega por su cara sangre menstrual.
Relata también cómo varios detenidos permanecen en las salas de interrogatorio encadenados de manos y pies, en posición fetal, y sin aguani alimentos. La mayoría defecaron o se orinaron y quedaron abandonados allí durante 18, 24 o más horas. Según este informe, uno de los encarcelados fue introducido en una habitación caliente y sin ventilación, casi inconsciente sobre el suelo y un montón de pelo a su lado que, aparentemente, él mismo se arrancó.
A estos maltratos se añaden la privación del sueño las luces encendidas constantemente y el alto volumen de la música, el empleo de perros con fines intimidatorios o humillaciones de carácter religioso.
Todos estos datos forman parte de una investigación interna realizada por el FBI en 2004, en la que preguntó a 493 de sus empleados si fueron «testigos de técnicas agresivas o maltratos». 26 de los encuestados respondieron de manera afirmativa y otros muchos no negaron su existencia.
Pese a la gravedad de los hechos descritos, este documento no supone una investigación criminal ni tiene carácter de denuncia.
La agencia federal ha querido poner distancia del contenido de este informe. Ya en la introducción, resalta a modo de conclusión que ««no hay documentación que involucre a personal del FBI». En este sentido, su portavoz, Richardo Kolko, ha manifestado que «esta extensa evaluación interna demuestra que el FBI no estuvo involucrado en este tipo de actividades, de ninguna manera».
Afirma también que la información contenida en los informes es revisada por el inspector general del Pentágono, cuyo portavoz, el comandante Joe Carpenter, ha negado la existencia de «una política que permita abusos». «La política del Departamento de Defensa es clara. Tratamos a los detenidos de manera humana. Estados Unidos cuenta con centros de detención seguros, humanos y profesionales para los combatientes enemigos que entregan valiosa información en la guerra contra el terrorismo», destacó Carpenter. En octubre del pasado año, el presidente George W. Bush promulgó una ley que autoriza lo que calificó de «técnicas agresivas» de interrogatorio, sin llegar a definir en qué consisten.
Este informe ha sido entregado a la Unión Americana de LIbertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés), que ha presentado una denuncia contra el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en nombre de las víctimas de torturas.