Porque es más ne- cesario que nunca abrir caminos para superar el carácter violento de la confrontación y sustituirlo por una confrontación en clave democrática.

Porque se trata de que la democracia llegue a Euskal Herria, es decir, que el presente y futuro de nuestro pueblo sea fruto de la expresión libre y democrática de la sociedad vasca.

Porque contrariamente a lo que se nos dice desde los estados y personajillos como Josu Jon, no queremos imponer nuestro proyecto político, sino que somos los únicos que luchamos por abrir la posibilidad de que todos los proyectos sean defendibles y susceptibles de ser llevados a la práctica. Desde el nuestro al de San Gil, pasando por el de López o Josu Jon. Queremos que ello dependa única y exclusivamente de la voluntad de las y los vascos y de nadie más.

Porque ni en Euskal Heria ni en ningún lugar del mundo es posible un proceso democrático sin garantías democráticas para su desarrollo.

Porque los derechos son universales o no son, no existen. Porque los derechos no tienen nombre y apellidos, no son privilegio exclusivo de determinadas castas políticas o institucionales. Porque los derechos son para todos o no se puede decir que en Euskal Herria se respetan esos derechos.

Lo más grave no es que se impute a esta o aquella persona, cargo político o institucional, se ilegalice esta o aquella formación política, se cierre este o aquel medio de comunicación. Lo realmente grave es que se niegue el derecho de reunión, de pensamiento, de organización, de expresión, de información... Lo grave es que se nos quiera imponer qué pensar, qué expresar, porque de no hacerlo así seremos perseguidos, encarcelados... ¿Se puede llamar a eso democracia?

Lo grave no es que imputen a Ibarretxe, López o a Otegi por haberse reunido, lo grave es que en Euskal Herria no exista libertad de reunión. Lo grave no es que Batasuna, Askatasuna, Segi, Haika... sean ilegalizadas, sino que en Euskal Herria no haya libertad de organización. Lo grave no es que el fiscal, el juez, el ministro o el consejero de turno ilegalicen y repriman un acto o una movilización, sino que en Euskal Herria no exista libertad de expresión, reunión y manifestación

Por eso la respuesta no se debe plantear sólo como solidaridad con “Egin”, “Euskaldunon Egunkaria”, Batasuna, Segi, Ibarretxe, López, Otegi... sino como ejercicio de autodefensa, de reclamo de respeto a los derechos para todas las personas, organizaciones o pueblos. Lo que está en juego es el modelo social y político en el que queremos vivir y no sólo el futuro de determinadas personas, organizaciones o medios de comunicación.

Debemos acudir a Anoeta para reafirmar que una verdadera democracia para Euskal Herria exigiría la retirada de las fuerzas policiales desplegadas para mantener la imposición franco- española.

Debemos de acudir a Anoeta para denunciar que el sistema jurídico-legal impone que la tortura sea el destino de cientos de vascos detenidos por motivaciones políticas. Y para reclamar que legislación Antiterrorista como marco de impunidad y la Audiencia Nacional como garantía de la misma e instrumento para dotarle de eficacia práctica deben desaparecer.

Porque en definitiva no es posible la democracia si no existe libertad de pensamiento, reunión, expresión, organización, manifestación y al contrario la criminalización, persecución, tortura, cárcel, exilio... se siguen manteniendo como el futuro posible de quienes reclamamos la independencia y el socialismo para Euskal Herria o simplemente el Derecho de Autodeterminación como instrumento para la libre expresión de la voluntad popular.

Debemos acudir a Anoeta para reclamar la vuelta a casa de presos y refugiados porque, al margen de valoraciones políticas, éticas, morales o de otros órdenes, nadie puede negar a ningún preso o refugiado su carácter político pues negar ese carácter es tanto como negar el carácter político del propio conflicto.

Debemos acudir a Anoeta para destacar lo evidente, que presos y refugiados políticos conforman sendos colectivos y que como tales tienen derecho a reunirse, debatir y plantear sus propuestas para un proceso de resolución. Que el camino es reconocer ese carácter, articular el estatus que permita su participación política y posibilitar su vuelta a casa como medida de justicia y fórmula para apuntalar el proceso.

Vivimos hace ya unos 30 años la excarcelación de los presos y la vuelta de parte de los refugiados. Sin embargo, entonces no se dio una solución democrática al conflicto capaz de satisfacer las aspiraciones de libertad y soberanía que Euskal Herria reclamaba y re- clama. No se abrieron caminos para una solución democrática al conflicto, no se permitió la libre expresión de la voluntad de los vascos, no se reconoció Euskal Herria como pueblo y no se reconoció ni ejerció el derecho de autodeterminación. De haberlo hecho aquella vuelta a casa no se hubiese quedado en el simple indulto que resultó ser y habría sido la amnistía que reclamábamos y reclamamos.

Ha pasado mucho tiempo y hoy confirmamos que la amnistía es también un proceso que tiene sus propias fases y que éstas pasan por el reconocimiento del carácter político del colectivo, la articulación de su estatus conforme a esta realidad, que posibilite su participación en ese proceso y finalmente su puesta en libertad para que participen como personas libres en la construcción de un pueblo libre en un marco de libertad suficiente para que todas la ideas y todos los proyectos políticos sean defendibles y ejecutables.

Es importante que tengamos claro esto porque la vuelta a casa de presas, presos, refugiados y y refugiadas no es ni debe ser entendida como el último paso de un complejo proceso, sino un paso imprescindible para el buen desarrollo del mismo. Para que esta medida sea la definitiva, es decir, la amnistía que todos reclamamos, sólo hay una condición: que la democracia llegue por fin a Euskal Herria.

Es ahí donde se da la confluencia entre el futuro de Euskal Herria y sus ciudadanos encarcelados o huidos: un pueblo libre formados por mujeres y hombres libres.

Es precisamente ahí donde se da también la confluencia entre amnistía y libertad, las dos consignas básicas de hace 30 años, las dos consignas básicas de hoy. Porque ni Euskal Herria ni las presas y refugiados necesitan reinserción. Euskal Herria necesita democracia y respeto a su voluntad, las presas, presos, refugiadas y refugiados, ser personas libres en la construcción de un pueblo libre.

Debemos ir a Anoeta a reafirmar nuestra voluntad para la solución democrática al conflicto que nos han impuesto, pero también para explicitar nuestra determinación de seguir luchando para que la democracia llegue a Euskal Herria, porque ésa es la clave para que quede atrás el carácter violento de la confrontación y lleguemos a un escenario de confrontación democrática en el que todos los derechos sean respetados para todas las personas en toda Euskal Herria.

Porque frente a la represión el instrumento es el diálogo y la negociación, frente a la imposición el objetivo es la expresión libre de la voluntad popular y en ese contexto la vuelta a casa de presas y refugiados es a la vez pacto que reafirma voluntades y exigencia mínima imprescindible para la materialización de un proceso. -