Una de las medidas sociológicas que mejor definen los posibles, no económicos, sino de gusto, es cuando una familia considera que su horizonte está en un buen jamón serrano, o por el contrario cuando se instala esa línea en el ibérico, y ya redondeamos un poco mejor el destino cuando decimos pomposamente de pata negra, criado a bellota y si tiene muchas jotas, mejor. Los langostinos, por ejemplo, empiezan también a vivir dentro de su jerarquía clasista, y aunque sean congelados, de una marca veterana, los hay salvajes, o no, lo cual quiere decir que son de granja.

La serie de Tele 5 “Los Serrano” empezó una nueva andadura con el equipo básico de actores, algunas nuevas caras para renovar tramas, y el mismo espíritu, que es confuso porque viven en chalet adosado y confunden el jamón serrano con el ibérico, y eso que los dos hermanos viven, o así era hasta ahora, de regentar una taberna, eso que en la meseta castellana llaman con bastante desacierto un mesón. Desde el inicio de esta serie solamente me han interesado los momentos en donde se vuelven más saineteros: es decir cuando el trío de la bencina, los dos hermanos más el amigo soñador, emprenden alguna de sus aventuras desmesuradas. Son la parte que se mueve en un terreno muy agradecido para los tres actores, porque el resto de las tramas se acercan más al costumbrismo con toques realistas, con una estética muy de clase media, media, y unos asuntos muy reconocibles, siempre de manera muy epidérmica, y procurando que no moleste a casi nadie.

El reparto de esta serie es muy bueno. Actrices y actores solventes, con papeles a los que han convertido en creíbles, con guiones muy primarios, sencillos, pero que logran una funcionalidad bastante reseñable, aunque lo que tratan y cómo lo tratan, a alguien les pueda parecer absolutamente marciano. Está pensada para dar entretenimiento a un amplio espectro de telespectadores a los que sus ilusiones se puedan basar en que gane su equipo de fútbol, pueda comer de vez en cuando buen jamón, la amistad ensanche el ánimo y los hijos y demás satélites vivan confortablemente. Es decir, una serie blanda, muy blandita, familiar. No se le puede pedir mucho más. -