El portavoz del Gobierno de Nafarroa, Alberto Catalán, presentó ayer los actos de conmemoración del 25 aniversario de la aprobación de la Ley del Amejoramiento. Durante su intervención, el responsable de UPN trató de presentar dicho pacto como la quintaesencia de la foralidad, olvidando intencionadamente que el marco legal que, a su juicio, tanto beneficio y progreso ha traído a los navarros y navarras nunca fue refrendado en las urnas por la ciudadanía. El valor absoluto del pacto, al margen de la voluntad popular, difícilmente se sostiene desde un estudio del sistema foral, pero todavía resulta más difícil de defender desde un principio básico de democracia.

Las autoridades navarras van a promover diversos actos en conmemoración de un acuerdo cuya razón principal fue la de cortocircuitar cualquier intento de dotar de un marco común a los cuatro territorios del sur vasco. Su celebración, 25 años después, tiene el sentido de reafirmar esa vocación excluyente, ese deseo de aislar a Nafarroa, de desproveer al herrialde de sus referencias compartidas con el resto de territorios vascos.

En el marco de este aniversario oficial en el que, sarcasmos de la política, UPN anima a implicarse a la ciudadanía cuya opinión no fue tenida en cuenta hace 25 años, será interesante observar las posiciones de las diferentes formaciones políticas, y ver hasta dónde alcanzan, a las puertas de unas nuevas elecciones, las alternativas. Por ser más explícitos, habrá que ver hasta qué punto son capaces de articular propuestas de cambio real todos cuantos comparten el análisis de que sacar a UPN del gobierno es una urgencia política. Hasta qué punto se plantean medidas efectivas para superar el déficit democrático sobre el que reposan las principales instituciones navarras.

Sin duda, ante actitudes como la exhibida por la Alcaldía de Iruñea, que ahora pretende convencernos de que el Monumento a los Caídos es una especie de feria de muestras y no un mausoleo que ofende a los miles de navarros que vieron caer a sus familiares bajo las balas franquistas, es lógico el deseo de ver el final del reinado de Miguel Sanz. Sin embargo, conviene aclararle a la sociedad navarra si lo que se plantea es un mero relevo de gobierno y, a lo sumo, una reforma cosmética del Amejoramiento, o un cambio político que permita a los navarros, como al conjunto de los vascos, decidir sobre su futuro sin injerencias externas. -