El llamado Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada data de 1940 y es obra de los arquitectos José Yárnoz y Víctor Eusa. Su ubicación, cerrando la amplia Avenida Carlos III que parte desde la Plaza del Castillo, le da una especial presencia espacial y visual en Iruñea. Una presencia que, para una gran parte de la ciudadanía, significa un insoportable agravio por la fuerte carga simbólica que soportan sus columnas. En la cripta de este edificio reposan los restos de, entre otros, algunos de los principales dirigentes del golpe militar fascista del 36, como los generales Mola y Sanjurjo. Este espacio subterráneo es, además, la sede de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, creada por el obispo de origen baracaldés Marcelino Olaechea y constituida por ex combatientes navarros del bando «nacional» para «mantener el espíritu de la Cruzada» religiosa que supondría una de las principales bases del régimen franquista.
Aunque el uso que la citada hermandad hace de esta sede es privado, sí han trascendido algunas de las actividades que realizan. Así, por ejemplo, consta la celebración de misas en la iglesia parroquial de Cristo Rey, anexa a la cripta, en sucesivos aniversarios del golpe de Estado de 1936. Está documentada una esquela publicada en 1997 en «Diario de Navarra» bajo el título «Por los muertos en la Cruzada por Dios y por España» que hace referencia a dicho oficio religioso. También se puede constatar en un boletín de Comunión Tradicionalista Carlista colgado en internet (http://personal4.iddeo.es/ctc/fides0.htm) la celebración en el mismo lugar de una «solemne misa funeral en conmemoración del LXIV aniversario del Alzamiento Nacional» el 19 de julio de 2000, organizada por esta organización y por la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz.
Estas evidencias son la firme base sobre la que se asienta una reclamación de la plataforma Iruñea Berria, datada en abril del pasado año, para que el Consistorio proceda a aplicar al pie de la letra el apartado de la Ley Foral de Símbolos de Navarra (aprobada en 2003) que estipula que «en el plazo de un año desde la entrada en vigor de esta ley, las autoridades procederán a la retirada y sustitución de la simbología propia del régimen franquista».
Ocho meses después, el ayuntamiento que dirige Yolanda Barcina ha contestado negándose a la reclamación de Iruñea Berria. Argumenta que el edificio ha perdido su original carácter de símbolo y es actualmente la «Sala de Exposiciones Culturales Conde de Rodezno».
Respecto a la cripta, el concejal de Presidencia, José Iribas (UPN), subraya que es un espacio de utilización privada «independizado del resto del edificio y sin accesibilidad pública, existiendo un derecho real de uso y disfrute a favor de la Parroquia de Cristo Rey, ... , que no puede ser vulnerado».
Recurso de reposicion
Iruñea Berria ha respondido a la decisión municipal con un recurso de reposición en el que pretende desmontar el razonamiento del edil derechista, ya que «carece de argumentación jurídica suficiente y representa una muestra de cobertura política a la simbología franquista inaceptable».
El recurso deja claro en su redacción que «éste es un edificio que se creó específicamente para ensalzar los valores del Alzamiento fascista de 1936 y para simbolizar la victoria y vigencia del nuevo régimen franquista. Nunca jamás ha tenido otros usos distintos. Pero el que en estos momentos albergue en su interior exposiciones culturales ¿es motivo suficiente para concluir que ha dejado de ser y representar lo que venía haciendo en un principio? En nuestra opinión, nada más lejos de la realidad».
Sobre todo porque, aunque se han ocultado algunos de los símbolos e inscripciones exteriores, «se mantienen referencias interiores expresas como el fresco de la cúpula, que representa una enorme apología del ideario fascista y que preside la sala de exposiciones».
Y lo que es más importante, el edificio está ligado a un acuerdo de donación con la parroquia de Cristo Rey que exige, entre sus condiciones, mantener el carácter simbólico original del polémico edificio. Esto obliga, al entender de la plataforma abertzale, a renegociar el acuerdo, porque «la existencia de la cripta, aunque esté oculta a la vista de quienes acceden a la planta del edificio, trasciende hasta el punto de condicionar la actividad y la actitud a mantener en este espacio de exposiciones». -
IRUÑEA