El protocolo vigente en Osakidetza se ponía en marcha sólo cuando la mujer maltratada interponía una denuncia por agresión. «Creíamos que algunos casos de presuntas víctimas se nos podían escapar; es muy fácil verlo cuando ella da un parte de agresiones, pero es mucho más difícil verlo cuando te dice que se ha caído, que le duele mucho el estómago o que lleva una temporada sin dormir bien y le duele mucho la cabeza. Nos preocupaba cómo podíamos detectar esa presunta víctima de malos tratos». Así se expresa Margarita García, supervisora del Servicio de Urgencias del hospital de Cruces.

Se impartieron charlas, programaron sesiones con sicólogos y médicos y se elaboraron guías de actuación. Todo ello llevó a plantear la necesidad de establecer «un circuito ágil y eficaz, partiendo de separar físicamente a la presunta víctima de su presunto agresor y poder reflejar, todo ello, en una historia de enfermería para que el día de mañana, cuando ella lo necesitara, pudiera recurrir a ese documento, dentro del protocolo escrito por enfermería».

Es el protocolo vigente en Cruces y que se aplica «a cualquier presunta víctima de malos tratos que entre por la puerta de Emergencias», puntualiza Margarita García, que atendió a GARA, tras su intervención en las jornadas ‘‘Contra la violencia de género; un compromiso social de la enfermería’’ que dedicó la sesión de ayer a las ‘‘Respuestas sociosanitarias ante la violencia de género’’.

La separación entre presuntos agresor y víctima, en un lugar ya de por sí muy tensionado, como Urgencias, no parece tarea fácil. «Una de las dificultades era buscar ese sitio y se decidió utilizar una consulta donde la enfermera pudiera estar tranquila y crear un clima de tranquilidad, donde la presunta víctima pudiera expresar sus emociones. Dispusimos también que, si no estaba libre alguna consulta, podíamos ir al despacho del Servicio de Información».

Estos casos de paciente-usuarias, presuntas víctimas de malos tratos, son prioritarios. El tiempo de espera se acorta y las pruebas complementarias no se retrasan hasta pasar visita con el médico; éste espera tras ser avisado por la enfermera de las circunstancias. «Si habría mucho problema, incluso esta paciente puede pasar a los boxes donde están pacientes que, debido a su patología, deben estar en cama». Sin embargo, habitualmente, el presunto maltratador acompaña a la víctima al hospital. «Procuramos que esté informado para que vea que hay un desarrollo y un tiempo de espera determinado, común a todos los pacientes; si llega un momento en que verdaderamente no podemos contenerlo, se avisa al personal de seguridad», añade Margarita García.

Un protocolo «muy visual»

Subraya la supervisora de Urgencias que pretendieron «un protocolo muy visual. Según viene la paciente ya estamos observando cómo actúa, qué forma de expresarse tiene y qué comportamiento mantiene, tanto ella, como el presunto agresor. En la consulta intentamos que exprese sus sentimientos de forma verbal y no verbal y, al concluir la entrevista, rellenamos el protocolo; primero es la paciente, luego el protocolo».

Cuestionada acerca de la «responsabilidad» que adquieren algunas enfermeras, Margarita García valora que «más que responsabilidad yo veía que el personal de enfermería quería ver cómo poder captar este tipo de pacientes. Es una problemática social, por desgracia, cada vez en mayor auge y les asustaba cómo tenían que aceptarla, captarla y cómo se debían comportar».

A su juicio, una vez percibido que, al fin y al cabo, era ofrecer cuidados, «que es lo que estamos dando toda la vida, aunque dedicando un poco más tiempo, quizá, a ese tipo de pacientes, les resultaba gratificante. El propio personal de enfermería veía que le habían dedicado un tiempo a una persona que lo estaba necesitando y que nos podían orientar, aunque la decisión siempre es de la persona». El protocolo incluye, por supuesto, la atención médica y el parte emitido por el facultativo, en paralelo al registro de enfermería».

El protocolo, tal y como se ha señalado en las Jornadas, supone, además, el inicio de un eventual procedimiento judicial. «Las pacientes-usuarias traen un día una cosa, al de unos meses aparecen con otra sintomatología. Eso se va registrando y el día que ella decida que ha llegado el momento para actuar, cuenta con ese registro de enfermería para que el juez lo vea y para que ella tenga un peso más específico». -

BILBO