Los diarios más destacados de Madrid y París coincidían ayer en llevar a sus páginas, con mucho más relieve del habitual, una noticia llegada desde el norte de Euskal Herria: el final de la cadena perpetua impuesta a Filipe Bidart. Tras el interés de las cabeceras madrileñas sobrevolaba sin duda el caso de Iñaki de Juana Chaos y del resto de los presos vascos a quienes se acaba de aplicar de facto la condena de por vida, aunque eludieron cualquier comparación por motivos obvios. Y por ese mismo motivo también tenía un interés especial fijarse en el tratamiendo dado en París a esta excarcelación que probablemente habría provocado una tormentosa reacción mediática en Madrid.

En la prensa francesa no había reproche alguno para la esperadísima decisión judicial. Más bien al contrario. En el artículo escrito por Claude Casteran para la agencia France Press se intuía incluso un cierto respeto: «La trayectoria de Bidart ha seguido una lógica: el amor desmedido por la causa vasca», escribía. Tanto ‘‘Le Figaro’’ como ‘‘Le Nouvel Observateur’’ se refe- rían al militante de Baigorri sin más calificativo que «jefe histórico del movimiento independentista Iparretarrak», lo mismo que ‘‘Liberation’’, en cuyas páginas se apostillaba que «fue condenado dos veces a reclusión a perpetuidad por la muerte de dos CRS y un gendarme».

Más cerca, ‘‘Sud Ouest’’ sí tildaba a IK de «terrorista» en la información de portada, pero en páginas interiores titulaba en positivo, fijándose en la reacción producida por la noticia en Euskal Herria: «Sorpresa y alegría». Matizaba, eso sí, que en la concentración celebrada por la noche «todos remarcaban que aún quedan 600 presos».

Que Bidart no era cualquiera quedaba en evidencia en el diario editado en Burdeos, que recuerda que hace dos décadas fue señalado como «enemigo público número 1» del Estado francés. Un calificativo que en la prensa madrileña se ha aplicado habitualmente a presos como Iñaki de Juana para recrear una alarma social destinada a frenar su excarcelación. Sin embargo, lo cierto es que en diarios como ‘‘El Mundo’’ la excarcelación del preso de Baigorri suscitó notable interés, pero ningún escándalo. El titular denotaba la falta de rigor habitual en estos medios a la hora de tratar temas relativos a los presos vascos, ya que definía a Filipe Bidart como «etarra». Más abajo matizaba que «el histórico dirigente de la banda terrorista Iparretarrak (...) será puesto en libertad después de que el Tribunal de Apelación de París estimara ayer su solicitud para obtener la condicional». No había crítica alguna al fallo, tomado contra la opinión de la Fiscalía según se añadía.

‘‘El País’’ también fue aséptico en el tratamiento del caso. Recordaba que Filipe Bidart fue encarcelado ya en 1988 y no dejaba entrever disconformidad alguna al traer a colación que «cumplió hace cuatro años el llamado ‘periodo de seguridad’, tiempo mínimo de reclusión antes de poder aspirar a la libertad condicional».

Otro tanto ocurría en la prensa vasca. ‘‘El Diario Vasco’’, en una apertura de página, recordaba cómo en los últimos dos años «numerosas manifestaciones han solicitado la puesta en libertad de Filipe Bidart», que el pasado sábado tuvo lugar una manifestación y que nada menos que 120 electos habían firmado por su libertad. Y ‘‘Diario de Noticias’’, además de citar su condición de bajonavarro, resaltaba que «según la ley francesa de rendición de penas, debería estar en libertad condicional desde febrero de 2003».