|
|
|
|
|
Informe mundial sobre el cambio climatico
«Es muy probable que el ser humano esté detrás»
En 2001 era sólo «probable» que la actividad humana estuviera detrás de las tendencias climáticas observadas en el planeta; en 2007 ha pasado a «muy alta probabilidad», según el definitivo informe presentado en París por el Comité Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) sobre escenarios posibles del clima mundial y sus consecuencias de aquí a finales de siglo. Un panorama desalentador y que reclama, «a quienes pueden hacer algo», que pongan las medidas efectivas que frenen el actual calentamiento.
|
GASTEIZ
Nadie parecer poner en duda que la actividad humana está influyendo desde hace unas cuantas décadas en el clima de la Tierra. Es evidente, pues en un siglo nos hemos situado en más de 6.000 millones de habitantes. Ayer, poco más de dos mil de esas personas, en este caso científicos, pusieron números y fechas a esa afección, una previsión a un siglo vista que como ya se avanzó a principios de semana por cierto, el borrador dejó de ser secreto desde que el gobierno de los Estados Unidos lo publicó en junio en internet, se antoja poco o nada halagüeña. Nuevas olas de calor, deshielos y subidas del nivel del mar son el resumen de ese panorama que han calculado los modelos informáticos y que, se dice, es incluso más conservador de lo que los propios expertos querían o sus supercalculadoras aventuraban.Donde se han mostrado más claros ha sido a la hora de aseverar que hay una «muy alta probabilidad» de que el calentamiento global se deba a la actividad humana. «El entendimiento de las influencias (humanas) en el calentamiento y enfriamiento del clima han mejorado desde el Tercer Informe de Evaluación, llevando a un alto nivel de confianza en que el efecto neto global promedio de las actividades humanas desde 1750 ha sido el calentamiento», han dicho. El informe finalmente presentado ayer en la sede la Unesco en la ciudad de París ha venido, aseguran, a ajustar más las previsiones futuras del documento que se redactó en 2001. Ahora, estos científicos calculan que en las próximas dos décadas, la temperatura va a aumentar en 0,2 grados por decenio por las emisiones de efecto invernadero que ya se han realizado; y tampoco se podrá evitar que el incremento continúe a un ritmo de 0,1 grados por decenio aunque dichas emisiones se contuvieran en el nivel de 2000. En sus conclusiones, este selecto grupo de expertos atribuyen esta aceleración del calentamiento terrestre a la acción humana en un 90% y el resto a causas naturales. Esta aceleración del efecto invernadero se traducirá en «olas de calor mucho más frecuentes y con ciclones más violentos». El calentamiento previsto reducirá la cobertura de nieve y los casquetes polares e incluso no se descarta que a finales de siglo el hielo se derrita completamente en el Polo Norte. Otra de las consecuencias de esa disminución de la masa de hielo será la elevación del nivel del mar, que para finales de siglo, y en función de los diferentes escenarios contemplados, podría situarse entre 18 y 59 centímetros. Con el aumento del nivel de los océanos en 40 centímetros, 200 millones de personas deberían abandonar sus hogares. Fenómenos extremos como las olas de calor y las trombas de agua seguirán siendo cada vez más frecuentes y los ciclones tropicales más intensos, en particular la velocidad del viento y las lluvias asociadas. ¿Les parece poco? Pues, coincidiendo con este documento, la revista ‘‘Science’’ publica un estudio europeo, encabezado por el meteorólogo Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam de Alemania, según el cual los pronósticos del IPCC se quedan cortos. Reprocha que los datos no han sido bien analizadas y que la gravedad de lo que nos viene es mucho mayor de lo que dice el IPCC. Un panorama nada alentador para el que de momento no se han puesto las bases de los remedios futuros. Los compromisos alcanzados en torno al Protocolo de Kioto tienen fecha de caducidad, en 2012. En adelante, de momento no hay compromisos. La intención original de Kioto no fue reducir las emisiones de gases, sino más bien establecer líneas de acción. Para que se puedan tomar medidas concretas será preciso firmar un nuevo acuerdo dentro de tres años. Y con las miras puestas en esa fecha, el informe presentado ayer por el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) va más allá de la futurología y señala con el dedo a China y a EEUU como principales responsables de tanta contaminación. Quizá sea «un empujoncito» a las recientes palabras de George W. Bush en su discurso a la nación, en el que admitió que el calentamiento acelerado es un «desafío serio». Por su parte, el comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas, pidió ayer iniciar con carácter de urgencia negociaciones internacionales para lograr un nuevo acuerdo sobre cambio climático. El propio presidente francés, Jacques Chirac, defendió la idea de ese nuevo organismo, que debería tener «poder y peso institucional» para ser el estandarte de la conciencia ecológica mundial, una especie de Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Ahorro desigual del «apagón» de cinco minutos
El «apagón» de cinco minutos la tarde del jueves tuvo un efecto desigual en cuanto al ahorro de energía. Mientras en el conjunto de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se situó por encima del 5%, en Nafarroa lo fue por encima del 3%. Curiosamente, en el Estado francés, de donde partió la iniciativa, en principio «local», superó por poco el 1% de ahorro de energía. Algunos edificios y lugares públicos en Euskal Herria siguieron la iniciativa francesa y apagaron cinco minutos sus luces como acto más simbólico que efectivo. -
Susan Solomon, la portavoz del IPCC
Antón URIARTE | GEOGRAFO Y
PALEOCLIMATOLOGO
Cuando hoy en un telediario he visto a Susan Solomon actuar de portavoz del resumen catastrofista del IPCC, me he acordado de lo que escribí hace años citándole a ella. Son las últimas palabras de un libro que escribí en 1995 titulado ‘‘Ozono, la catástrofe que no llega’’. Dice así: «Los científicos no están tampoco libres de toda culpa en el alarmismo creado. Así, escribiendo sobre un posible efecto que las erupciones volcánicas podían ejercer en una atmósfera anormalmente cargada de cloro antrópico, dos de las más eminentes personalidades expertas en el ozono, Susan Solomon y David Hofmann, terminaban con estas palabras en abril de 1989 un largo artículo publicado en ‘‘Journal of Geophysical Research’’: Una erupción mayor que la de El Chichón, que ocurra en la próxima mitad del siglo, será un importante test para la teoría de la extinción de los dinosaurios y quizás determine que los sistemas biológicos contemporáneos sigan el mismo camino. Pues bien, poco después, en junio de 1991, la Tierra sufrió la erupción más importante del siglo XX, la del monte Pinatubo, pero la hecatombe no sucedió. Hubo un descenso significativo del nivel de ozono pero, al parecer, completamente inocuo para la vida. Está ahora por ver cómo y a qué ritmo se recupera el equilibrio a medida que se limpia la estratosfera, o cómo, por el contrario, lo impide la acción negativa del incremento previsible del cloro estratosférico. De todas formas, no creo que todavía nos vayamos a reunir con los dinosaurios. -
|
|
|
| |
|
|
|
|
|