Raimundo Fitero
¡Que lo zurzan!
Lo habrán visto todos ustedes porque ha salido en todos los noticiarios televisivos, en otros programas, además de en algunos periódicos: el director del Banco Mundial lleva calcetines con tomates, es decir rotos por el dedo gordo. De ambos pies. ¡Que lo zurzan! Nos ofrecen este tipo de imágenes para que nos relajemos, para que comprendamos que los ricos, además de llorar, también compran calcetines que si no son bien tratados se rompen. Ya sabemos qué regalarle a ese pájaro banquero: un huevo. Sí, un huevo de madera como los que antes existían siempre en la caja de la costura o en un cajoncito del mueble de la máquina de coser y que servía, expresamente, para zurcir, o medias o calcetines, aunque en un tiempo no tan remoto era lo mismo. ¿Se imaginan a ese señor zurciéndose sus calcetines durante una reunión en donde deciden mandar a la miseria a unos cientos de miles de habitantes del altiplano o del Oriente Medio? ¿Por qué se difunden estas imágenes? ¿Qué mensaje nos quieren transmitir? Inmediatamente vimos unas imágenes del mismo individuo que se peinaba su pelo seboso a base de saliva. Y delante de las cámaras. ¿Es un guarro, un impresentable, un descuidado? ¿Y qué? ¿No hace bastantes más guarradas con sus disposiciones y sus prácticas bancarias? ¡Que lo zurzan! Pero realmente es una imagen patética, como de neorrealismo italiano, o de neorrealismo iraní. Uno de los señores que manejan más millones de euros y dólares, se saca los zapatos, por cierto muy usados, y nos muestra sus tomates. Y es noticia. Como en “Anónimos” vimos los tomates mentales de algunos famosos. Urdaci, sí el caimán de la desinformación, disfrazado de taxista y haciéndole preguntas comprometidas a una presentadora de La Sexta que había sido su compañera en la nefasta época de su paso por TVE. No le veo la gracia a esta versión liliputiense de “Inocente, inocente”, más de cuerpo a cuerpo y con unos disfraces inverosímiles como el que le plantaron a Sofía Mazagatos. La mala baba de Urdaci se mostró en la manera insidiosa que intentó comprometer. Después en el plató, demostró que se quiere mucho y que todo el pasado es un invento fruto de la envidia. ¡Que lo zurzan! -
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