F�lix Placer, Edurne Magan, Mila Elvira... (*)
3 de Marzo: Justicia
Con la sangre de uno de los trabajadores muertos aquel d�a qued� escrita sobre el asfalto de la calle, junto a la iglesia de San Francisco de As�s, la palabra que hab�a sido a lo largo de dos meses la motivaci�n y exigencia de miles de trabajadores y trabajadoras de las f�bricas de Gasteiz: justicia. La huelga general que desencaden� los acontecimientos de aquel tr�gico mi�rcoles de ceniza era un paso m�s en los procesos reivindicativos de una clase obrera que quer�a superar unida la opresi�n de largos a�os de dictadura y reclamaba asambleariamente la libertad, la dignidad, la justicia social. La represi�n de las llamadas Fuerzas de Orden P�blico, con las tr�gicas consecuencias de cinco obreros muertos y a los pocos d�as uno m�s en Basauri y numerosos heridos, fue la respuesta del Gobierno al proceso de liberaci�n iniciado en esta ciudad de Euskal Herria. Quer�an impedir y cercenar con todos los medios lo que intentaba ser un camino hacia la realizaci�n de los derechos reivindicados desde un proceso asambleario que luchaba democr�ticamente por un cam- bio no s�lo de condiciones laborales sino tambi�n de estructuras y relaciones sindicales. En aquella lucha obrera contra la prepotencia de la patronal apoyada por un gobierno que continuaba la l�nea del dictador fallecido hac�a unos meses, tuvo tambi�n parte la Iglesia, pero con posturas opuestas. Por un lado varios templos de Gasteiz como se dijo en la homil�a del funeral por los obreros muertos �hab�an abierto sus puertas al pueblo que lo necesitaba para comunicarse a diario sus trabajos, sus luchas y sus angustias... y servir al ideal de la creaci�n de un mundo justo y fraternal�... Aquellas iglesias quisieron ser un �lugar de acogida y refugio al que acudir con todo derecho�, hasta que la brutalidad de quienes no respetaron a nada ni a nadie pro- fanaron no s�lo unos templos sino sobre todo la vida de cinco personas solidarias cuya sangre ti�� de dolor, de ira y de consternaci�n la calles de nuestra ciudad. Ante aquella masacre, totalmente injustificada a pesar de las falseadas razones gubernamentales aludiendo a la defensa del orden p�blico, otro sector de la Iglesia se vio acorralado por un gobierno que apoy�ndose en el Concordato se arrog� la legitimidad de irrumpir en aquel templo abarrotado de gente, desalojarlo brutalmente y luego apalear y disparar contra miles de personas que intentaban defen- der como pod�an a los que abandonaban asfixiados el recinto eclesial. Seg�n la nota hecha p�blica por el Obispado de Vitoria, la autoridad eclesi�stica se hab�a limitado a informar de la decisi�n gubernamental y observar �un prudente silencio�, que fue estremecedoramente abucheado cuando el obispo comenz� a oficiar la eucarist�a por las v�ctimas mortales de las balas de la Polic�a. Sin embargo, impresionantes aplausos subrayaron las palabras de la homil�a en la que el p�rroco de San Francisco de As�s denunci� y conden� la brutal e injustificada represi�n policial y sobre todo exigi� justicia en la clarificaci�n de los hechos, depuraci�n de responsabilidades y defensa de la verdad. Con la expresi�n m�s profunda de solidaridad y de misericordia en nombre de Jes�s reclam� �un acuerdo justo ante el conflicto laboral, como el que buscaban aquellos cuya muerte all� se recordaba�. A los 30 a�os, aquel largo d�a 3 de marzo no ha terminado a�n; siguen resonando muchas �campanades a morts� que ta�en doloridas por tantos trabajadores muertos en accidentes laborales, por quienes viven en condiciones precarias, con contratos temporales, con sueldos indignos, en pobreza permanente� Todav�a seguimos reclamando los derechos plenos del pueblo trabajador, un trabajo digno para todos y, en especial para las mujeres discriminadas en muchos puestos de trabajo. Como Comunidades Cristianas Populares de Gasteiz, desde la base de la Iglesia y en fidelidad al evangelio de Jes�s, solidarias con la Asociaci�n de V�ctimas del 3 de Marzo, con los trabajadores y trabajadoras, queremos denunciar de nuevo aquella injusticia y exigimos esclarecimiento y depuraci�n de responsabilidades. Pedimos a quienes son dirigentes cualificados de nuestra Iglesia que no guarden silencio ante quienes hoy en nuestro pueblo y en el mundo globalizado siguen expulsando de una vida digna a tantas mujeres y hombres que como personas e hijos de un mismo Padre tienen pleno derecho a vivir. Que sean profetas audaces y coherentes en defensa de la verdad y de los derechos reclamados y a favor de los m�s pobres y excluidos, como Aquel que muri� por defender la vida, la dignidad y el amor para con los �ltimos. Consecuentes con esta memoria hist�rica de nuestra ciudad, siguiendo la conmovedora invitaci�n del hermano de Pedro Mz. de Ocio al finalizar el funeral, queremos continuar siendo servidores del pueblo trabajador �superando todo esp�ritu de rencor en la b�squeda de la justicia y de la libertad�. - (*) En nombre de Comunidades Cristianas Populares de Gasteiz
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