Quienes, como Ezker Batua-Berdeak, abogamos por la apertura de un auténtico proceso democrático en Euskadi, sabemos que ello no será posible sin que en algún momento se produzcan dos hechos de máxima importancia: el cese definitivo de la violencia y la posibilidad o reconocimiento como legítimas de todas las ideologías, sea independentismo, federalismo o constitucionalismo. Pero ni la definitiva desaparición de ETA ni la legalización de la izquierda abertzale pueden convertirse en los objetivos finales de este proceso. Porque ambos hechos son parte del camino, pero nunca la meta del mismo. No violencia y diálogo sin exclusiones son ingredientes básicos del proceso, tan importantes que sin ellos éste no podrá desarrollarse, pero en ningún momento pueden presentarse como culminación del mismo.
No violencia y diálogo multipartito sin exclusiones son las premisas que crearán las condiciones básicas para que la sociedad vasca pueda resolver en paz y libertad lo que pretende para su futuro. Nada menos, pero tampoco nada más.
Dicho de forma más contundente: la autodisolución de ETA y la desaparición de la Ley de Partidos marcarán el inicio del auténtico proceso democrático de resolución del conflicto vasco, un conflicto que sólo podremos resolver entre los propios vascos y vascas desde el derecho a decidir.
Estas son las premisas que marcan la hoja de ruta para Euskadi y con las que Ezker Batua-Berdeak ha venido trabajando en la política vasca durante los últimos años.
No pretendemos la ruptura que no fue posible a comienzos de la transición española hace treinta años, pero sí una reforma revolucionaria que, desde la legalidad vigente, se abra paso hacia otra realidad jurídico-política. De la ley a la ley a través de la ley.
Por ello, lejos de despreciar el camino andado, lejos de negar las oportunidades que hoy nos siguen brindando tanto la Constitución de 1978 como el Estatuto de Gernika de 1979, hemos realizado una propuesta realista, capaz de resolver el conflicto vasco en clave de democracia, es decir, en clave de autodeterminación.
En concreto, nuestra propuesta se refiere al aprovechamiento de las oportunidades que nos brinda el artículo 150.2 de la Constitución española, a fin de reivindicar al Estado la competencia para convocar consultas populares por vía de referéndum, opción que en la práctica no significa otra cosa más que el reconocimiento del derecho a decidir, y ello partiendo del actual ordenamiento jurídico-político.
Junto a ello, se incorporaría una Disposición Adicional Segunda al Estatuto de Gernika, que vendría a decir: «La Comunidad autónoma del País Vasco tiene competencia exclusiva sobre la siguiente materia: autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum sobre decisiones políticas de especial trascendencia, incluida la relativa al derecho que le asiste a la sociedad vasca a decidir libre y democráticamente su futuro político en los términos que determine el Parlamento vasco».
La propuesta que Ezker Batua somete a consideración del resto de fuerzas políticas no haría sino despejar el camino jurídico hacia el cambio político, un cambio de marco que sólo a la sociedad vasca corresponde decidir. Porque una vez que a esta sociedad se le reconozca el derecho a autodeterminarse en un sentido directo y real, será labor de cada agente político la elaboración de propuestas concretas.
Como es bien sabido, la propuesta que Ezker Batua-Berdeak pone sobre la mesa es la del Federalismo de Libre Adhesión (FLA), y no sólo la hemos realizado por lo que podríamos denominar conveniencias ideológicas, sino también y quizás más importante porque tiene capacidad de síntesis, de aglutinar a las diversas opciones que se dan en una sociedad tan plural como la vasca, con sentimientos nacionales dispares y hasta ahora enfrentados.
Porque el FLA, dentro del marco del Estado, respeta en su propio enunciado la soberanía originaria de la sociedad vasca, abogando por el pacto entre iguales desde la solidaridad y la corresponsabilidad con el resto de pueblos y naciones que conforman el actual Estado español.
El FLA no admite imposiciones (solidaridad o adhesión forzada), pero tampoco niega los lazos de tipo histórico, social, cultural y económico que nos unen al resto del Estado. Porque en la sociedad que construyamos para nuestro futuro deberán convivir nacionalistas y no nacionalistas, con unas normas comunes a todos ellos y que, por tanto, deberán garantizar la comodidad política de todos ellos. Es lo que llamamos resolver el conflicto y culminar el proceso democrático sin vencedores ni vencidos.
Pero estamos hablando de propuestas que sólo a la sociedad vasca le compete juzgar. Será esta sociedad la que decidirá finalmente lo que pretende para su futuro y, mientras tanto, somos los agentes políticos y sociales los que tenemos que crear las condiciones necesarias para que la ciudadanía vasca pueda pronunciarse de forma inequívoca.
Si bien ETA no ha anunciado su disolución ni la izquierda abertzale ha sido legalizada, ello no puede convertirse en obstáculo para no abordar desde ya esa mesa de partidos sin exclusiones que comience a trabajar en claves de resolución democrática del conflicto.
Seguir diciendo que el proceso será largo, complejo y plagado de dificultades mientras nos cruzamos de brazos no condu- cirá a ninguna parte. El presidente Zapatero no puede seguir mirando de reojo al PP, mientras aparta la mirada de una sociedad y de unos partidos vascos que mayoritariamente y olvidando agravios pasados nos estamos comportando con altura de miras y avalando su diálogo con ETA siempre que a nosotros las vascas y los vascos también se nos deje dialogar entre nosotros.
Cuando desde todos los lados se reclama cautela, desde Ezker Batua-Berdeak afirmamos que es precisamente la prudencia la que nos aconseja a todos ponernos a trabajar sin más demoras, clarificando métodos y definiendo objetivos. Y que la sociedad vasca decida. -