- NBA
Stackhouse se merienda a Miami en 78 segundos
·La eliminatoria viaja a Florida con una ventaja de 2-0 para Dallas Mavericks
BILBO
Volvió a pasar. El baloncesto ofreció uno de esos momentos que quedan grabados en la retina de los amantes del deporte. La televisión estaba allí para engrandecer la gesta y los plumillas listos para plasmar la grandeza de un deporte y todo lo positivo del egoísmo humano. Y es que Jerry Stackhouse, en tan sólo setenta y ocho segundos, consiguió anotar una canasta triple, para seguir con otro lanzamiento de tres acertado mientras recibía una falta, que tras el tiro libre anotado se convirtió en una jugada de cuatro puntos. Para terminar y sobre la bocina del descanso, el escolta de Carolina del Norte volvía a acertar desde más allá de la línea de los siete metros y colocaba la ventaja de Dallas Mavericks sobre Miami Heat en 16 puntos. Lo que resultó ser una barrera insalvable para Miami, que ve como la final de la NBA se le complica en exceso tras el tras el 99-85 que coloca un 2-0 a favor de los texanos. Pero la impresionante acción individual de Stackhouse no fue más que la punta del iceberg de un trabajo bien hecho. Dallas apretó las tuercas en defensa, cerciorándose de que, tal y como ocurriese en el primer partido de la serie programada al mejor de siete, Miami no tuviese ninguna oportunidad de dar la vuelta al marcador. De esta forma, los Mavericks maniataron a las estrellas de los Heat. Shaquille O’Neal se quedó en la marca más baja de su carrera en época de play offs: 5 puntos, con dos de cinco en tiros de campo. El gigante de Louissiana fue secado por una cortante doble defensa que obligó a los de Pat Riley a mover el balón sin encontrar una alternativa productiva.
Naufragio de los Heat
Dwyane Wade, muy mermado por su maltrecha condición física, se mantuvo en la brecha gracias a 23 tantos que no sirvieron en absoluto a su equipo. Lo que resta de la pléyade de estrellas de Miami, también naufragó estrepitosamente.En el seno de los Dallas Mavericks todo era diferente. Anotaban a buen ritmo, Dirk Nowitzki, como es habitual, se ponía las botas (26 puntos y 16 rebotes) y tanto Josh Howard (15 puntos) como Jason Terry (16) ayudaban a echar el resto. Con seis arriba a falta de minuto y medio para el descanso llegó el estado de gracia de Stackhouse y el partido pasó a la historia. Pese a la segunda victoria consecutiva, que deja la eliminatoria final muy bien encaminada para los texanos, Avery Johnson, entrenador de Dallas Mavericks, aseguró que su equipo no está jugando «un baloncesto perfecto» en estas finales. «Pero si aún sin jugar bien somos capaces de sacar adelante un partido como el de hoy por ayer, lo aprovecharemos», destacó.
Una final, dos velocidades, dos sensaciones distintas
I.F.
BILBO Miami Heat tiene un potencial increíble gracias a una plantilla de vértigo repleta de grandes nombres y contratos aún más grandes. Dallas Mavericks tiene una plantilla excelente en la que se reparten talento y fuerza por igual, con muy pocos nombres y con mucho esfuerzo colectivo. Las estrellas de Miami Heat, que son unas cuantas, no están rindiendo a la altura que se esperaba de ellas. Shaquille O’Neal, el veterano, está perdido en la marabunta defensiva que Dallas ha tejido a su alrededor. Dwyane Wade, el chico nuevo, carece de la frescura física que denota su edad. Y los renombrados subalternos del equipo de Florida, simplemente no funcionan. En Dallas todo es diferente. El alemán Dirk Nowitzki sigue alumbrando la NBA con su juego europeo y una media de puntos y rebotes que ningún otro jugador que siga vivo en la competición puede llegar a soñar. Los veteranos de los Mavericks asumen sus roles: sólo así se explica que Jerry Stackhouse, un tío capaz de tirarse hasta las zapatillas a lo largo de su dilatada carrera, asuma su suplencia y aporte destellos de calidad desde el banquillo. Por si fuera poco, sus nuevos valores (Josh Howard, Devin Harris y Marquis Daniels) suplen con esfuerzo y disciplina su carencia de minutos. Todo un lujo. Miami Heat sigue siendo víctima de la desidia, de la catástrofe que supone no poder unir tanto material y tan bueno. Dallas Mavericks sigue en la nube, donde la ilusión flota por encima de la realidad. Un escaso 20% de la población de Miami siguió los dos primeros choques de la final. Mientras, en Dallas, casi un 40% sueña con alcanzar el primer anillo de su historia.
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