José Allende - Catedrático de Economía Aplicada
Getxo insostenible
Nada físico puede crecer ilimitadamente. Este principio, básico en el nuevo paradigma de la soste- nibilidad, debiera ser objeto de reflexión y debate profundo y extensivo en nuestros municipios. El caso de Getxo es ejemplificador, pues su gobierno municipal sigue pensando que «más y más grande es mejor», maneja demagógicamente el concepto de sostenibilidad a pesar de haber firmado los principios de la carta de Aalborg y cementa, hormigona y artificializa, el escaso suelo libre que dispone hasta su total liquidación. Está bajo el síndrome de «Euskadi, Destrucciones y Contratas».Ricardo Ansotegi, conocido burukide ex secretario del Euskadi Buru Batzar, declaraba eufórico en 1995: «Getxo se acerca a los 100.000 habitantes y continua creciendo... nuestro crecimiento es imparable». Hay en el Ayuntamiento de Getxo dos proyectos que demuestran lo alejados que navegan sus burukides del desarrollo sostenible. Por un lado está la bestial propuesta de redensificar el municipio con 8.400 viviendas más en los próximos 16 años. Esta megalomaníaca ocupación y artificialización del único suelo semi-rural existente en absoluto responde a una presión natural de la población. Es una propuesta demagógica y especulativa que se soporta en el desarrollista e insostenible PGOU aprobado en 2001. El otro gran hito de la sostenibilidad de Getxo es la absurda e incoherente obra que se pretende llevar a cabo en el extremo derecho de la playa de Ereaga, junto al Puerto Viejo de Algorta, hormigonando las queridas peñas de Galdaretxe en el litoral ocupado aún hoy por el mar, con la grotesca justificación de facilitar 250 metros finales de un bidegorri y ampliar la acera para los peatones. Todo por 2,5 millones de Euros (¡425 millones de pesetas!). Un increíble ejercicio demagógico de sostenibilidad insostenible.
Crecer hasta agotar ¿Por qué razón Getxo tiene que agotar hoy su suelo y alcanzar los 110.000 habitantes en 16 años, en lugar de mantenerse en los 86.000 actuales? ¿A quién beneficia ese crecimiento no justificado por el crecimiento vegetativo municipal?¿ Puede apelarse, demagógicamente, a la «solidaridad» ( el alcalde dixit) para defender ese bestial crecimiento de viviendas? ¿No hay otras formas menos traumáticas y depredadoras de canalizar la «solidaridad»? ¿Dónde queda la solidaridad con las futuras generaciones que pregona la «sostenibilidad»?
El Ayuntamiento llega a justificar ese proyecto con un falso demagógico argumento: «... resolver las necesidades de vivienda tanto de los jóvenes getxotarras como de los vecinos de los municipios colindantes sin suelo disponible». No es en absoluto cierto que Urduliz, Sopelana, Leioa y Berango carezcan de suelo disponible ¡que eufemismo!. ¡Dónde acaba ese «crecimiento solidario»... en los 110.000 habitantes... ¿y luego qué? Getxo quiere, al parecer, transformarse en el hermano «sacrificado» del gran Bilbao. Un Gran Bilbao que lleva, sin embargo, años perdiendo población. En los 80 y 90 la población de Bilbao descendió en 70.000 habitantes. Sestao ha pasado de 43.000 habitantes en 1979 a 30.000 en 2005, lo que no les impide tener proyectadas ahora más de 2.000 viviendas para antes del 2010. Portugalete decrece a una tasa de 500hab/año desde el año 2000. Así pasa de 60.000 habitantes a 49.788 en 2005. Mientras esto sucede en nuestro entorno Getxo, por «solidaridad», ofrece a todos 8.400 viviendas en el último suelo sin artificializar que le queda... ¡Que ironía! ¿No resulta demagógico e insultante justificar ese hormigonado total con ese angelical «derecho a la vivienda»? ¿Es razonable pensar que todos los municipios deben crecer ilimitadamente hasta agotar su suelo? Lo que está sucediendo exige una revisión total del P.G.O.U de 2001 a la luz de los nuevos criterios de sostenibilidad, racionalidad, evaluación conjunta de impacto ambiental y ética frente a ese estilo de urbanismo salvaje que corrompe la península. El plan es intrínsecamente insostenible para Getxo porque representa, sencillamente, su punto final, artificializar todo el municipio. Y por favor, que no se aduzca, sin sonrojarse, que «sin este plan muchos jóvenes tendrían que emigrar fuera del pueblo», como han llegado a afirmar en el Ayuntamiento.
Destruir Galdaretxe
Este hito representa también el paradigma de un urbanismo insostenible. Pretender destruir las peñas de Galdaretxe cementando el litoral para «facilitar» el acceso de peatones y bicicletas a la pequeña explanada del Puerto Viejo de Algorta que es un cul de sac sin continuidad alguna, es no ya insostenible, sino una aberración urbanística y un aten- tado a la naturaleza y patrimonio del municipio.El bidegorri puede alargarse desde La Ola hasta el muro del monte con un coste mínimo y con una obra insignificante. Sólo quedarían 60 metros para llegar al Puerto Viejo. En esos últimos metros el bidegorri debiera superponerse o compatibilizarse con la carre- tera ya que no tiene sentido que los vehículos circulen a más de 20 km/hora, priorizandose la bicicleta sobre el vehículo privado. ¡La carretera, de dos direcciones, acaba en 70 metros, en la explanada del Puerto Viejo! Luego el pueril argumento del bidegorri no vale para justificar esa depredadora obra de 225 millones de pesetas. En cuanto al proyecto de ampliar también el acceso peatonal anchando la acera actual hasta los seis metros y hormigonando, para ello, la zona intermareal del litoral, el razonamiento vuelve a aparecer kafkiano. El Puerto Viejo dispone ya de un acceso peatonal importante desde el núcleo urbano de Algorta y, afortunadamente, sólo existen 6 bares. La pretendida ampliación de la acera a 6 metros es una medida injustificable teniendo en cuenta la pequeña dimensión del Puerto Viejo. Lo único cuestionable, desde el punto de vista de un urbanismo sostenible, es el acceso por una carretera de doble circulación de esos últimos 200 metros que conducen a un fin de trayecto. ¿Por qué permitir entrar tantos coches a un Puerto Viejo encantador pero de bolsillo, muy pequeño, cuando hay centenares de aparcamientos desde el Triángulo hasta La Ola? Lo razo- nable sería limitar el acceso de vehículos, permitir sólo unos aparcamientos para los vecinos y facilitar que la explanada se destine a espacio lúdico para los dos bares allí emplazados y para el peatón. Lo sostenible es desincentivar el acceso al puerto con vehículo privado y recuperar aquél privilegiado espacio para el ciudadano. Procedería priorizar el acceso por medios no motorizados. Pues no, el Ayuntamiento, por «solidaridad» piensa que hay que facilitar el acceso de más peatones, más bicis y, sobre todo, más coches. La cuestión es cementar, hormigonar para «Euskadi, Destrucciones y Contratas», pero con criterios de «sostenibilidad». Hasta aquí llega la perversión del lenguaje. -
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